Hermosa oscuridad

Capítulo 6

Christopher.

Después de percibir un gran descontrol a mi alrededor, después de ver cómo esa luz se consumía por completo y nos guiaba a un lugar luminoso y electrificante... me siento caer en un nuevo limbo. Uno en donde apenas soy capaz de sentir lo que ocurre dentro de mi propia piel. Esta se siente caliente, adolorida. Mis ojos arden, mi visión es borrosa. Solo distingo formas extrañas y difusas. Mis sentidos están aturdidos, apenas me permiten aferrarme al presente.

El dolor que pronto logro percibir en mis extremidades es lo que me ayuda a despertar, a ser consciente de lo que empieza a ocurrir en mí. Mis manos tantean el lugar en el que me encuentro tirado, y es pasto lo que de inmediato descubro con las yemas de mis dedos. Lo último que había tocado... era la mano de Gema. Recordar eso y cómo empezó a desvanecerse para convertirse en destellos de luz... es lo que despierta una emoción brutal dentro de mí. Una que de inmediato me hace sentir decaído y con un nudo en la garganta.

A pesar del conflicto que se ha creado en mi interior, trato, con la poca lucidez que poseo, de levantarme. Mis piernas flaquean al momento de incorporarme. Un viento me golpea, haciéndome tambalear de nuevo. Mi cuerpo se siente débil y extraño, como si no tuviera energía. No me sorprende, pues seguramente el portal absorbió parte de mi energía al teletransportarnos.

Con intentos torpes, trato de moverme, pero las alertas se disparan dentro de mí cuando escucho un quejido. La impotencia crece en mis adentros al no poder ver nada con claridad aún.

Maldita sea...

¿Qué me pasa? ¿Por qué aún estoy tan mareado?

—¿Connie...? ¿Jess...? — las llamo, mi voz apenas audible. Pero solo obtengo otro quejido cómo respuesta.

Aún con visión borrosa, intento moverme para buscar la fuente de esos quejidos. Siento cómo tropiezo de vez en cuando, pero sigo adelante. Parpadeo varias veces, y después de varios segundos luchando con la inestabilidad de mi visión, logro ver lo que se encuentra frente a mí...

Árboles... Un cielo gris, tal vez nublado. Y a las chicas tiradas inconscientes sobre el pasto...

Oh mierda...

Sintiéndome las piernas cómo gelatina, corro hacia ellas. Al llegar a donde se encuentran Jess y Connie, caigo de rodillas y las tomo para inspeccionarlas. Están respirando débilmente, pero su ritmo cardíaco parece normal. Aun así, me preocupa verlas así. Toco sus rostros, y es Jess la que logra despertar ante mi insistencia.

—Jess... — trato de llamarla cuando veo cómo parpadea y se mueve con incomodidad—. Espera, no te muevas... ¿Te encuentras bien?

La veo asentir después, tallando sus ojos con su mano.

—¿Dónde... dónde estamos...?

—No tengo idea... Tal vez... — miro a mi alrededor y una sensación extraña se apodera de mí al ver esos árboles que se extienden a unos metros frente a nosotros—. No... No reconozco nada, pero... Estoy seguro...—

Un quejido a mis espaldas me hace detenerme, y al girar para investigar, encuentro a Abby removiéndose sobre el pasto. Me alejo de Jess con sutileza para ir hacia donde ella y la tomo para ayudarla a incorporarse. Después de asegurarme de que no está herida, la ayudo a ponerse de pie. Ella insiste en que puede caminar sola, pero no la dejo de sostener.

—Mil... ¿Dónde está Mil? —pregunta, y comienzo a buscar en mi entorno con la mirada. Antes de que podamos movernos para buscar, la voz de él nos detiene.

—Estoy aquí... — su voz suena débil, y después de descubrir que proviene del interior del bosque, Abby y yo corremos hacia allí. En pocos segundos damos con Milton, que se encuentra recostado cerca de un tronco. Me alarmo al ver que se ha herido, pues en su brazo hay un gran rasguño que sangra abundantemente.

—Maldición...

—Estoy bien, viejo.

—¿Cómo demonios te pasó esto?

—Fueron las ramas del árbol... —me indica después al gran roble que está a un costado nuestro—. Solo sentí cómo caí sobre este y...—

—¿Caíste?

—Bueno, caímos todos. Supongo que ustedes fueron disparados hacia otro lado.

—Mira la altura, Mil. De haber sido así... Jess y Connie no hubieran sobrevivido —indico, aún sin poder comprender del todo lo que pasó.

¿El portal de verdad nos arrojó así?

Parece cómo si hubiéramos caído del cielo, pero es imposible que lo hayamos hecho ya que, como dije antes, Connie y Jess no hubiesen logrado sobrevivir una caída así. Ni siquiera han salido heridas cómo Mil. Esto es muy extraño.

—Mil, quédate quieto.

—¿Pero qué...? —Me acerco a él y, después, trato de sostener su brazo con mis manos. Él de inmediato parece sospechar de mi intención, ya que de pronto me enfrenta con un gesto escandalizado.

—No, no lo hagas, Chris. Te encuentras débil ahora.

—Estoy bien, puedo hacerlo.

—Chris... —Abby toma mis manos con las suyas. Su mirada me suplica algo ahora—. Mil tiene razón, no puedes usar la sanación ahora. Mírate, apenas puedes mantenerte de pie. Además... ya has perdido mucha energía.

—Sí, amigo. Solo es un rasguño... —me dice él y después se aleja sutilmente de mí para intentar incorporarse. Me acerco al ver su intención, pero él me indica de inmediato que puede ponerse de pie solo.

—¿Lo ves? Estoy bien.

Niego y después tiro de la tela de mi camiseta para arrancar una tira de esta. Al tenerla, la coloco alrededor del brazo ensangrentado de mi compañero.

Él asiente para mí y me dice un débil "gracias".

—¿Funcionó? —pregunta, mirando hacia todos lados. Sé de inmediato a qué se refiere y, después de encogerme de hombros, le ayudo a moverse para empezar a caminar fuera de ese bosque.

—No... No lo sé, pero estoy seguro de que ya no estamos en Alemania, o al menos no en Berlín.

Al llegar a Jess, quien seguía sentada sobre el pasto, sosteniendo a una Connie aún inconsciente, le ayudo a ponerse de pie y después cargo a Connie.

—¿Por qué no despierta? —me pregunta mi cuñada, sonando un poco preocupada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.