Hermosa oscuridad

Capítulo 8

Connie.

El paso de los días me ha resultado extraño. Me siento segura en este lugar tan pacífico, que parece hallarse en medio de la nada. El sol sigue saliendo cada mañana con normalidad, aunque la oscuridad que lo precede siempre se siente inquietante, casi abrumadora. Sin embargo, gracias a Christopher y a su constante apoyo, he logrado sobrellevarlo.

Me he acostumbrado a tenerlo cerca, a que sea mi compañía en las madrugadas y en los atardeceres. A él no parece molestarle tener que vigilarme, al contrario, parece angustiarse si por un instante me pierde de vista. Sé que puede sonar extraño... pero también me he apegado a eso.

Él sigue despertando en mí ciertas dudas... y cierto nerviosismo con solo su presencia. No es solo su mirada oscura la que me hace querer huir... y al mismo tiempo desear descubrirlo, descubrir lo que esconde. Sin embargo... gran parte de mí ha llegado a creer en su bondad, en la dulzura con la que me habla y con la que trata también a su abuela y a la señorita Jessica. Ellas dos han sido tan atentas conmigo también.

Cada mañana se aseguran de revisar mis heridas, cada tarde me invitan a acompañarlas para que no me hunda en la nostalgia que trae el ocaso, y cada noche me buscan alguna distracción para que no me obsesione con el temor de que el sol no vuelva a salir al día siguiente. Aún no sé cómo agradecer tanta atención. Es como si estuviera al cuidado de viejos amigos... o de una verdadera familia que realmente se preocupa por mí.

Los compañeros de Christopher, Milton y Abigail, también han sido geniales. No ha habido día en esta última semana que no me inviten a practicar algún deporte con ellos. La verdad... sigo siendo terrible en eso, sobre todo para correr. He tenido que volver a intentar usar estas piernas disfuncionales. Ambos me dicen que es buena terapia para mí, para este cuerpo que aún no despierta del todo. No solo por el tiempo que pasé en coma... sino por lo que ocurrió antes de que ellos me rescataran.

Cuando me sacaron de ese oscuro lugar... yo ya estaba muriendo. Estoy segura de que mi cuerpo lo había hecho antes, o al menos lo poco que quedaba de él tras lo que me hicieron Belia y sus aliados.

Me dejaron... verdaderamente mal.

Aún recuerdo el dolor que me hacía llorar en esa oscuridad terrible. Recuerdo cómo me desmayaba por el hambre atroz. Todavía no entiendo cómo fuí capaz de soportar tanto... incluso eso.

Ellos llegaron a tiempo...

¿Será que los estaba esperando? ¿Será que, en el fondo, una parte de mí sabía que un par de ángeles vendrían a rescatarme... y por eso mi cuerpo se obligó a resistir, aunque ya no tuviera fuerzas?

Esas dudas siguen rondando mi mente, llenándome de intriga y confusión. Y aun así... sé que es una tontería detenerme tanto en eso. El cómo lo lograron, o por qué no morí cuando debía... no debería tener tanta importancia ahora. Lo sé. Es lo último en lo que debería pensar, estando donde estoy. Pero... aún no sé cómo dejar de hacerlo.

¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué se ha prolongado esto? ¿Por qué... ellos han querido que sea así?

Chris no me ha querido confesar nada. No he insistido con el tema que tocamos hace una semana, cuando hablábamos en su habitación sobre ciertas verdades que él ya conocía de mí. Aun así... siento que también a él le ha afectado. Cada vez que estamos a punto de tocar ciertos temas —como el de cómo Belia llegó hasta mí—, de inmediato se pone tenso. No corta la conversación, pero al continuarla percibo la cautela en sus palabras, el nerviosismo en su voz.

No tengo idea de qué será lo que realmente guarda... pero una parte de mí, lejos de sentirse molesta por su egoísta manera de retener información que de algún modo me involucra, se siente desesperada. Ansiosa. Sus ojos —aunque escondidos tras esas lentillas color café— me dicen que está deseando decirme algo. Tal vez... algo que tenga que ver con esa verdad.

Por ahora, no he querido presionarlo. Ya es demasiado todo lo que sigue haciendo por mí. No puedo pedirle más a este chico que se preocupa tanto, que cada mañana se asegura de que coma todo lo que su adorable abuela prepara para todos. No puedo pedirle más a quien, cada tarde, trata de animarme con anécdotas graciosas o con alguna película alegre —jamás de terror ni de suspenso, siempre con colores vivos y bandas sonoras luminosas—.

No puedo pedirle más a quien no se separa de mí cuando llega el atardecer, ese momento en que más necesito consuelo. Después se queda conmigo en la ventana, de guardia, y cuando comprobamos, al amanecer, que el sol ha regresado una vez más... permanece para acompañarme hasta que consiga dormir.

Por Dios...

Ha hecho tanto por mí. ¿Pero por qué? ¿Por qué le agrado tanto? ¿Por qué me trata con tanta ternura?

Me he malacostumbrado también a eso... porque estando con Christopher, en las madrugadas, bajo la luz del sol o en medio de la oscuridad de la noche... esta ya no me parece tan terrible.

¿Qué me está pasando? ¿Por qué ahora siento que... todo depende de él?

—¿Estás segura de esto? —me pregunta la señorita Jessica, al colocarse detrás de mí. El brillo metálico de esas enormes tijeras me hace sentir un poco cobarde, pero aun así me atrevo a asentir. La escucho suspirar después—. Tienes un rostro hermoso... se hará extraño verte sin esa gran melena oscura.

Intento negar con la cabeza, cómo diciendo que todo está bien, pero por dentro ya me siento invadida por la anticipación... una sensación de pérdida que me oprime el pecho.

— A mí también me parecerá extraño. Sólo tres veces en mi vida me lo he cortado. En el orfanato, las superioras preferían que lo tuviera largo.

—¿Eran amables?

— Eran reservadas y estrictas... pero cuidaban de nosotras como si fuéramos sus hijas. — Suspiro al recordar a aquellas adorables monjas que me acogieron desde el primer día en que llegué a las puertas del orfanato: la señorita Baerman, mis amigos, Berit, Connor, Marín...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.