Connie.
El pasar de los días me ha parecido algo de lo más extraño, me siento segura en este lugar tan pacífico y que parece estar situado en medio de la nada. El sol continúa saliendo de forma normal, la oscuridad que se manifiesta antes de su aparición es inquietante y abrumadora, pero ha sido gracias a Christopher y a su constante apoyo que he podido soportarlo.
Me he acostumbrado a tenerlo cerca, me he acostumbrado a que sea mi compañía en las madrugadas y en los atardeceres. A él parece no importarle tener que estar vigilandome, al contrario, pues es él el que más bien parece angustiarse cuando me pierde por un momento de su vista. Sé que puede sonar un poco extraño, pero ya me he apegado a eso también.
El chico sigue llenándome de ciertas dudas, y de cierto nerviosismo con su sola presencia. Con todo él, ya no es sólo su mirada oscura lo que me hace querer huir y al mismo tiempo querer descubrirlo a él y a lo que es. Sin embargo... gran parte de mí ha creído en su bondad, en la dulzura con la que me habla y que usa también al tratar a su abuela o a la señorita Jessica. Estas dos últimas han sido tan consideradas conmigo. Cada mañana se aseguran de que mis heridas sean inspeccionadas, cada tarde tratan de unirme a ellas para evitar que me deprima en la nostalgia que puede provocar una puesta de sol, y cada noche me previenen con diferentes cosas para entretenerme y así evitar que yo piense en que el sol no saldrá al día siguiente.
Aún no sé cómo agradecer tanta atención, es cómo si estuviese bajo el cuidado de viejos amigos... o de una verdadera familia que realmente se preocupa por mí.
Los compañeros de Christopher, Milton y Abigail, también han sido geniales conmigo. No ha habido día en la última semana que hemos pasado aquí, que no me inviten a practicar algún tipo de deporte con ellos. Sinceramente sigo siendo mala para eso y, bueno, sobre todo para correr. He tenido que volver a intentar utilizar mis piernas disfuncionales. Ambos me aseguran que se trata de una buena terapia para mí y para mi aún dormido cuerpo, pues debo recordar que este estuvo inactivo por mucho tiempo y no me refiero sólo al tiempo en el que estuve en coma, sino que más bien a lo que pasó antes de que todos ellos llegaran a rescatarme.
Cuando me sacaron de ese oscuro lugar, yo ya estaba muriendo, y estoy segura de que desde antes mi cuerpo ya lo había hecho, o al menos las pocas energías que me habían quedado cuando me capturó Belia y sus aliados.
Me dejaron... realmente mal.
Aún recuerdo cómo el dolor me hacía llorar dentro de esa terrible oscuridad. Aún recuerdo cómo incluso me desmayaba por la cruel hambre. Todavía no logro comprender cómo es que pude haber soportado tanto, incluso eso.
Ellos llegaron a tiempo...
¿Quizá los estaba esperando? ¿Quizá gran parte de mi ser sabía que un par de angeles llegarían a mi rescate y fue por eso que se obligó a mi cuerpo a resistir tanto, aún cuando este ya no tenía con qué luchar?
Esas dudas son las que siguen llenándome de intriga y de confusión, pero creo que es demasiado tonto que esté cuestionando tanto esto. El cómo ellos lo hayan hecho... o el porqué es que no morí cuando debía... debe dejar de ser una relevancia para mí. Sé que es lo último que debería importar ahora que me encuentro en donde estoy, pero... aún no sé cómo dejar de pensar en eso.
¿Para qué estoy aquí? ¿Para qué se ha prolongado esto? ¿Por qué ellos han querido hacerlo?
Chris no me ha querido confesar nada, no le he insistido con el tema que tocamos hace una semana, cuando hablábamos en su habitación acerca de ciertas verdades que ya sabía él de mí, pero aún así... siento que él también se ha afectado. Cada vez que estamos a punto de tocar ciertos temas, cómo el de cómo fue que Belia llegó a mí, él de inmediato se pone tenso. No corta la conversación, pero al continuarla me percato de la cautela que usa y de lo nervioso que se pone.
No tengo idea de lo que realmente guardará, pero una parte de mí, más que sentirse molesta con él y por su egoísta manera de retener información que me incluye de alguna manera a mí, se siente desesperada, ansiosa, pues sus ojos, aún escondidos detrás de lentillas cafés, me dicen que está ansioso por querer decirme algo. Tal vez algo... referente a esa verdad.
Por ahora no he querido presionarlo con eso, pues ya es demasiado todo lo que sigue haciendo por mí. No puedo pedirle más al chico que se preocupa tanto por mí, no puedo pedirle más al joven que cada mañana de cada día nuevo que llega, se asegura de que coma todo lo que su adorable abuela prepara para todos. No puedo pedirle más a ese chico que no hay tarde en la que no intente hacerme sentir mejor con anécdotas graciosas o con enseñarme alguna película divertida. Jamás pone de suspenso o de terror, él sólo se encarga de que buscar filmes coloridos y con alegres soundtracks.
No puedo pedirle más a ese joven que no se despega de mí cuando llega la puesta de sol, pues es el momento en el que más trata de reconfortarme. Después se va a hacer guardia conmigo en la ventana y, al comprobar ambos de una nueva visita del sol... este se queda todavía para verme dormir, o esperar a que lo haga.
Por Dios...
Ha sido demasiado, ¿pero por qué? ¿Por qué le agrado tanto? ¿Por qué me trata con tanta ternura?
Me he mal acostumbrado a esta también, pues estando junto a Christopher en las madrugadas, bajo la luz del sol o dentro de la oscuridad de la noche... esta ya no me parece tan mala.
¿Qué es lo que me está pasando a mí también? ¿Por qué es ahora con él... de lo que siento que depende todo?
— ¿Estás segura de esto?— me pregunta la señorita Jessica, después de colocarse detrás de mí. Su mano sosteniendo las enormes tijeras ya me han hecho sentir un poco cobarde, pero aún así me atrevo a asentir para ella. La escucho suspirar después—. Tienes un rostro hermoso, pero será extraño verte sin tu gran melena oscura.