Connie.
Antes me resultaba un poco difícil el lidiar con las miradas despectivas que me dedicaban las personas de Goldstein. Sabían que era huérfana, sabían que sólo era una pobre tonta que no tenía nada y que por nadie había sido elegida para ser adoptada. Lo veía, lo sentía cada vez que mis antiguas superioras nos sacaban a mis compañeras y a mí del orfanato para dar un paseo por el pueblo. Desde pequeña tuve que soportar ese tipo de rechazo, pero con el pasar del tiempo digamos que me acostumbré a ello y gracias a eso dejé de darle la importancia que antes me lastimaba y que me hacía sentir menos.
Había dejado de lado lo que pensara la gente de mí... hasta que pasó lo del juicio por el asesinato de Emily, pues ese día fuí tachada cómo lo peor ante muchas personas, entre ellas también se encontraban las que me importaban, cómo Berit, Connor, su padre y mis superioras. Todos ellos estuvieron presentes en esa ocasión para escuchar todo el horror del que se me acusaba. Me sentí morir, pues lo último que quería era que ellos también fueran arrastrados a ese infierno, mi infierno. Formaron parte de él, pero sólo fue Connor el que demostró creer en mí...
Ahora me pregunto si hizo lo correcto al hacerlo...
En este momento ya no puedo estar segura de eso. De nuevo resiento una culpa inmensa, una que ha empezado a acabar con la poca tranquilidad que apenas conservaba, pues el ser juzgada últimamente por las miradas de las personas que ahora me rodean... me ha hecho convencerme de que soy responsable de mil delitos. No estoy siendo paranoica, de verdad... lo veo en la mirada de cada uno. En Abby, en esa chica, Queen y hasta en ese muchacho que llegó con ella, Ramsés, quienes, por cierto, también son Anónimos.
Ni siquiera tuve tiempo para presentarme con ellos antes, pero después de lo que pasó con Chris decidí mejor ahorrarme eso, pues desde lo ocurrido con el chico de ojos color púrpura, ambos Anónimos se mostraron defensivos conmigo. Bastó una sola mirada de ellos para saberlo y, bueno, la actitud que tuvieron cada uno después, me dejó más que claro que no querían tener ningún tipo de trato conmigo.
Han pasado cinco días desde que Chris hizo eso para sanarlos y desde entonces he recibido muchas indirectas por parte de ellos, por ejemplo, si me uno a ellos y a los demás en las cenas o en los almuerzos que prepara Annie y Jessica... éstos de inmediato se van, alegando que prefieren comer al aire libre. Claro, se van siempre, no sin antes dedicarme una mirada de advertencia.
Abby también ha dejado de hablarme. Desde ese día en el que Chris salió herido por mi culpa... ella ha empezado a evitarme a toda costa. No es que antes hubiésemos empezado una relación estrecha de amistad o algo parecido... Pero al menos, las veces que la buscaba para hablar, me hacía caso. Era amable incluso. Ahora luce cómo los otros chicos que parecen ser alérgicos a mi presencia.
No quiero tener estos pensamientos, pero soy inútil y la más patética ante situaciones así, pues de nuevo he empezado a darle importancia al rechazo de los demás, de nuevo he empezado a creer que de verdad la del problema... soy yo.
Y de verdad siento que es así, pues desde que interrumpí a Chris en su proceso de curación, me he sentido realmente mal, pues por mi estúpida culpa, por mi estúpida imprudencia, él casi... muere. Estuve a punto de matarlo y eso... eso es lo que aún no puedo perdonarme.
Él y los chicos que sanó ya lucen mejor ahora, pero aún así, una parte de mí, no termina de maldecirse por casi arruinarlo para ellos. Sí, fuí imprudente y entrometida, pero en mi defensa puedo decir que me sentía aterrada. No soporté ver a Chris sufrir de esa manera en la que lo hacía, pensé que de verdad le estaba ocurriendo algo malo y lo único que quise hacer... fue estar cerca de él para intentar reconfortarlo. No sabía lo que pasaba, sólo anhelé apagar su dolor, pues por un momento también lo sentí mío. Senti mi alma fragmentarse al estar ante su sufrimiento, no podía quedarme de brazos cruzados, así que sólo decidí correr hacia él. Necesitaba sostenerlo, necesitaba hacerle saber que estaba ahí con él...
Casi lo arruino.
Me odio por eso, fuí reprendida severamente por Abigail por intervenir en el trabajo que hacía Chris para salvar a esos chicos, y lo acepté. Supongo que sigue molesta conmigo y que por eso ha decidido evitarme. No quiero confesar que ha logrado afectarme, pero de verdad lo ha hecho, pues de por sí me sentía cómo una carga para todos ellos. La actitud que han decidido tener conmigo ahora... sólo me ha hecho sentir más allá de lo indeseada e incómoda.
Mi cuerpo se tensa en el momento que soy capaz de sentir sus miradas sobre mí. No me atrevo a enfrentarlas, y no es por ser cobarde, tal vez sólo un poco, pero más bien no quiero que se percaten de que de verdad han logrado afectarme con su presencia. Sé que soy muy obvia con mis reacciones, es por eso que prefiero mantenerme al margen con eso ahora.
Suspiro, mientras trato de seguir con la tarea que me he impuesto, de bañar al cachorrito que tienen cómo mascota los sobrinos de Chris. Los niños, Matt y Sam, me estaban ayudando, pero Jess les llamó hace unos momentos, creo que necesitaba que le ayudaran a la señora Andrea con algo. Es por eso que me encuentro yo sola con el pequeño peludito. Este es muy obediente, sus enormes ojos me miran con curiosidad mientras tallo su cabeza con un trapo.
Escucho que una de las chicas se aclara la garganta después.
— Christopher nos envió para cerciorarnos de que todo estuviera bien.
— ¿De qué hablan?— pregunto, sin encararlas. Me sorprende sinceramente que me estén hablando. Incluso... han sido un poco groseras al respecto.
Aún así... ya he descubierto el porqué de eso.
— Bueno...— Empieza a hablar Abigail —. Es que... quería que te avisaramos que ya se está haciendo de noche y...—
Rápidamente comprendo y el hecho de que ellas traten de ser cautelosas con el tema, me hace sentir un poco patética, pues sé que se refieren a mi temor por la noche. Ahora ellas también lo saben, genial.