Christopher.
Dorian Ziegler...
Frente a mí se encuentra Dorian Ziegler.
Sus alas negras como el carbón se extienden a cada lado, con plumas afiladas que parecen cortar el aire. Sus ojos marrones me miran con una mezcla de diversión y amenaza, y siento un escalofrío que recorre mi espina dorsal. Inclina la cabeza a un lado, sin dejar de mirarme y de sonreír con una sonrisa macabra. Un coraje dentro de mí despierta, un sentimiento lleno de rabia y resentimiento que me invade por completo al ser atacado de pronto. Al verlo de nuevo, caigo en cuenta de una verdad que había estado oculta durante mucho tiempo: él ha estado detrás de todo esto.
Él...
Uno de los malditos que colaboró en la creación de mi infierno. Uno de los muchos involucrados en el plan diabólico de Amon para destruir al mundo. Lo lograron, pero a costa de nuestras vidas, la mía y la de Constans. Él y Amon, los verdaderos culpables, los responsables de todo esto.
No puede ser posible...
No... ¿Cómo es que está aquí de nuevo? ¿Qué significa esto?
Me quedo petrificado, sus alas negras desplegadas y su sonrisa cruel iluminando su oscuridad. El ambiente es pesado y tenso, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad y yo apenas logro mantenerme en pie, apenas logro sentirme firme y capaz de enfrentar ésto.
— ¿Cómo...? ¿Cómo mierda tú has...?— intento preguntar, pero mi voz se quiebra.
— ¿Cómo estoy vivo? — se burla Dorian, acercándose a mí—. Es simple, sigo unido a Lamia y a ti.
— ¿Q-qué?
— La marca en ella, el poder extraordinario, el vengador dentro de ti— responde y todo dentro de mí hace explosión—. Siguieron vivos. Un Dykant desaparece hasta que el último miembro sea destruido, y para tu mala suerte, la más importante, ella, volvió, y con ello también yo. Lo hizo hace poco tiempo, de hecho, cuando ese mal nacido de Belia probó la marca de nuevo en ella.
— N-no... No pudo ser por eso. No...—
— Lo es, Christopher. Mi conexión con ambos me permitió volver. Recuerda a lo que están vinculados, no puede morir tan fácil eso. Amon tampoco. Él fue el que me envió, de hecho, ya que él mismo no puede hacerlo, pues desgraciadamente está rindiendo cuentas con Lucifer, gracias a ustedes. Prometí vengarlo y así será. Esta vez, no podrán detenerme.
— No estés tan seguro todavía, maldito.
— No tendrán escapatoria, no esta vez, ya no me compadeceré, de ninguno.
Dorian da un paso más cerca, su mirada clavada en la mía. Puedo sentir su odio y su sed de venganza emanando de él como una aura oscura. Una que pronto me comienza a asfixiar, pero no permito que me doblegue, no lo hago apesar de cómo me está jodiendo el pensar en todo lo anterior que ha dicho.
Volvió gracias a la marca Dykant...
Volvió gracias al ser activada en Connie, cuando Belia la capturó para liberar a los Ocultos.... Entonces lo liberó a él también con eso.
Maldición...
— Esta vez, no tendrán escapatoria — me repite, su voz baja y amenazante —. Esta vez, voy a destruirlos a ambos. Y después seguirán tus queridos humanos.
El pánico explota dentro de mí al ver cómo le dirige una mirada a Charlie, el hombre al que aún trato de cubrir. Escucho cómo traga grueso después, también soy capaz de oler su miedo, y su angustia por esto.
Dorian no deja de verlo con amenaza y con una oscura diversión en sus ojos oscuros.
— No te atrevas, Dorian... Los demás no tienen la culpa de... —
Una risa de él me interrumpe.
— La tienen, claro que sí, porque son ellos los que siempre han sido el problema. Además... he prometido vengarme, tú y esa bruja lo pagarán con cada ser que signifique algo para ustedes, porque ustedes me quitaron todo. Me quitaron mi vida, mi propósito. Por lo que tanto peleé antes.
Dorian levanta su mano y me apunta con su dedo índice. Puedo sentir una energía oscura emanando de él, como si estuviera cargando un ataque.
— No puedes detenerme — me dice. — No puedes salvar a tus seres queridos. Esta vez, voy a ganar.
De repente, escucho un ruido detrás de mí.
— ¡Christopher! — me grita Charlie, pero es demasiado tarde.
Dorian ya ha lanzado su ataque, y una ola de energía oscura se dirige hacia mí. Me golpea con fuerza, lanzándome hacia atrás junto con Charlie. Me siento cómo si estuviera sumergido en un océano de tinieblas, sin poder escapar. Pero logro recuperarme rápidamente, gracias a mi conexión con la sanación y mi propio poder de Vengador.
Despliego mis manos y libero una llamarada de fuego puro, intentando contrarrestar la energía oscura de Dorian. Pero él es demasiado poderoso, y su energía oscura absorbe mi ataque sin problemas.
— Eres débil todavía , pero qué pena— se burla Dorian, lanzando otro ataque. Esta vez, su energía oscura me golpea con más fuerza, lanzándome hacia el suelo. Me siento como si estuviera siendo aplastado por un peso enorme.
Charlie intenta ayudarme, tomando mi cuerpo para arrastrarlo lejos, pero Dorian se da cuenta y después miro cómo provoca que el hombre canoso salga volando lejos hasta estrellarse en un muro de concreto de un local abandonado.
— ¡Cha-Charlie!—
— ¡No puedes ganar! — me grita Dorian, lanzando otro ataque que me hace volar también, pero esta vez aterrizo encima de un techo de un auto. Lo siento llegar a mí, después de verlo de pie frente a mí, él coloca su pie en mi pecho hasta aplastarlo.
Me siento como si estuviera en una pesadilla, sin poder escapar. La energía oscura de Dorian me está consumiendo por completo, no puedo luchar, no sé lo que pasa, pero es su poder oscuro lo que me ha envuelto cómo un manto asfixiante y lo que me ha aprisionado ahora más que el dolor en mi cuerpo.
— Te sorprende, ¿cierto? No debería ser así. Esto es gracias a la oscuridad que han provocado tus asquerosos humanos. Su energía debilita la tuya y fortalece la mía, alimentándola. No sería así contigo si no hubieses elegido ser un patético Anónimo. Aunque debo de admitir que, a pesar de la estúpida decisión, eres una criatura impresionante. Demasiado impresionante. Tanto para que soportes esto, un Anónimo común ya estaría muerto con esta energía. Es por eso que empiezo a lamentarlo, ¿sabes? Porque Amon y yo hicimos un excelente trabajo al elegirte para otorgarte el destello de ella. No nos equivocamos en nada...