Hermosa oscuridad

Capitulo 22

Connie.

La reacción de Milo me pone en alerta. No solo luce sorprendido al ver a los chicos; está más allá de eso.

De pronto, se me acerca y, antes de que entienda qué ocurre, me toma del brazo con fuerza y me arrastra lejos de Chris.

—¡¿Qué haces?! ¡Suéltala!

—¡Milo, basta! ¡Suéltame!

Pero él no me escucha. Me cubre con su cuerpo, más decidido que nunca. Lucho por liberarme, sin éxito. Su mirada es una mezcla de miedo y confusión.

—Connie, no debes estar cerca de ellos. Ya vimos de lo que son capaces.

—¡¿De qué hablas?! ¡Déjame! ¡¿Te has vuelto loco?!

—¡Eso debería preguntártelo yo! Sabes el peligro que corres, ¿y aun así les abres la puerta?

—¡Maldición, Milo, ellos no…!

—¡Son como esas criaturas! ¡No son humanos, Connie! ¡No lo son! ¡No voy a dejar que te engañen!

El ambiente estalla en caos. Milo y los demás insisten en que Chris y Emmett son peligrosos, mientras las personas que ya los conocen intentan calmarlos. Milo sigue sin soltarme, y lo que realmente me aterra no es su fuerza, sino la manera en que Chris lo mira: si esto sigue, no se quedará quieto.

El pánico me oprime el pecho al ver cómo Chris intenta avanzar, contenido apenas por Emmett y Cinthya. Milo, cegado, aprieta más mi brazo.

—¡Les digo que los vimos! —grita, frenético—. ¡Vimos a seres iguales a ellos peleando contra demonios en la ciudad! ¡No son humanos! ¡Asesinaron como si nada a esas cosas! ¡Si pueden con demonios, son aún más peligrosos!

—¡Milo, escúchame! —suplico, forcejeando—. ¡Todo está bien! ¡Conozco a estos chicos, no son peligrosos!

Él niega con la cabeza, los ojos cargados de miedo.

—No viste lo que yo. No puedes confiar en ellos.

—¡Te he dicho que los conozco! ¡Suéltame ahora!

Chris ya no aguanta más. Se acerca de un movimiento fulminante y lo agarra del brazo con fuerza.

—Ha dicho que la sueltes. Ahora.

Milo duda un instante, pero luego endurece el gesto.

—No. No pienso dejar que te acerques a ella. ¿Qué pretendes con Connie?

—Suéltala ya, o lo lamentarás.

—¡Ustedes no son humanos! Así que…—

Chris no lo deja terminar. Lo aparta con un empujón seco, conteniendo apenas la furia. En cuanto quedo libre, me cubre él, interponiéndose entre Milo y yo. Sus manos aprietan las mías, sus ojos clavados con severidad en Milo. Él se lanza de nuevo, pero Cinthya se interpone, rogándole calma.

—¡No vuelvas a tocarla! ¿Me oíste? —ruge Chris, con una voz tan autoritaria que hace temblar la sala.

Lyon llega para intervenir, pero lo detengo antes de que escale más.

—Espera, Lyon. Tranquilo. —Lo tomo del rostro, obligándolo a mirarme—. Por favor, créeme. No pasa nada. Chris y Emmett no son peligrosos.

Lyon titubea, confundido.

—Connie… nosotros vimos a otros como ellos. No eran humanos.

—Es difícil de explicar ahora —respondo con firmeza—, pero te juro que ellos no son iguales.

—No lo sé… esas criaturas están buscándote a ti. Y estos tipos…

—Lo sé. Pero ellos no son demonios, Lyon.

Milo, incapaz de ceder, vuelve a alzar la voz:

—¡No importa quiénes digas que son! ¡Los otros eran iguales a ellos! ¡No podemos confiar!

Me arde la frustración, pero no cedo.

—Milo, entiéndelo: ellos no son enemigos.

Él me mira, la angustia pintada en su rostro.

—Cuando peleamos contra esos demonios, los otros sujetos como ellos destrozaron todo. Era como si lucharan con un poder fuera de este mundo. Y la gente que intentábamos rescatar… resultó herida por su pelea.

Justo en ese momento, Mosen aparece y se acerca a Milo, intentando calmarlo.

—Milo, espera —le dice, y luego guarda silencio, con los ojos fijos en Chris. Mi chico Anónimo no parece inmutarse, aunque sí se nota intrigado por la forma en que Mosen lo observa. Pasan varios segundos hasta que Mosen vuelve en sí, tras escanearlo con la mirada.

—No te apresures a juzgar. Lo que veo en ellos… es impresionante. Son luz pura.

Milo lo mira sorprendido.

—¿Qué quieres decir?

Mosen se aproxima con cautela hacia Chris y Emmett. Su rostro refleja asombro.

—Mi don me permite ver el alma a través de los ojos —recuerda, provocando que los Anónimos se lancen una mirada rápida entre sí—. Y lo que percibo en ellos es una luz brillante, limpia. No hay maldad. Confíen en mí, puedo sentirlo.

El grupo se mira entre sí, dudando todavía.

—Puedo asegurar que son buenos —insiste Mosen, con voz firme—. Esto que veo es extraordinario. No son como los otros que vimos en la ciudad.

—Yo también lo veo —interviene Greta, su madre, con una expresión serena—. Un resplandor hermoso los rodea. Eso basta para confirmar que no son demonios.

Greta sonríe a Chris y Emmett antes de añadir:

—Además, han demostrado ser valientes. Ellos nos defendieron cuando unos saqueadores atacaron el refugio. Los ahuyentaron y salvaron nuestras vidas. Son héroes, no monstruos.

Las palabras de Mosen y Greta apagan la tensión como agua sobre fuego. Chris y Emmett se adelantan con calma.

—No somos demonios —habla Chris, con tono suave—. Tienes razón en una cosa: ya no somos completamente humanos… pero alguna vez lo fuimos. Fuimos elegidos para luchar contra la oscuridad, y recibimos habilidades para combatir a los demonios y proteger a los inocentes. Eso es lo que viste en otros como nosotros.

Milo cruza los brazos, aún escéptico.

—¿Y debo creerte así de fácil? Connie está en la mira de seres como ustedes.

Chris me lanza una mirada rápida; me remueve la culpa. Sabe que les hablé más de lo debido, aunque no me reproche nada.

—No se preocupe por Connie —interviene Emmett, trayéndome de vuelta—. Mientras estemos aquí, nadie le hará daño.

—¿Y por qué ustedes? —insiste Milo, desconfiado—. ¿Por qué están involucrados con ella?

—Milo, confía —respondo, dando un paso al frente—. Son mis amigos. Fueron ellos quienes me rescataron del ser que me había cautivado. Desde entonces no han hecho otra cosa que protegerme. Y créeme, hay una razón importante por la que están ligados a todo esto conmigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.