Connie.
Desperté lentamente, con un dolor punzante en la cabeza. Me sentía desorientada, sin saber dónde estaba ni qué había pasado. Al abrir los ojos, lo primero que ví fue a Milo sentado a mi lado, mirándome con evidente preocupación.
—¿Milo? —mi voz salió débil, apenas un murmullo—. ¿Qué... qué pasó?
Él sonrió con suavidad y me tomó la mano.
—Tranquila. Está todo bien. Solo te desmayaste por un momento.
Parpadeé varias veces, confundida, intentando ordenar mis pensamientos. Milo apretó un poco mi mano y habló en un tono bajo, buscando calmarme.
—De verdad, no tienes nada. Los chicos también están bien. Incluso tu amigo... ese... ¿qué es, exactamente?
Las imágenes llegaron de golpe, como una ráfaga. Recordé a Chris utilizando su poder para curar a todos, recordé cómo Lyon, Ethan y yo lo habíamos sujetado para que no se derrumbara... y también la manera en que todo se descontroló. Pero, al final, fue un milagro.
Por Dios...
¿Eso había sido real?
—Oh... ¿D-dónde...? ¿Dónde está Chris? ¿Q-qué fue lo que...?
El mareo regresó de pronto. Milo me sostuvo con más firmeza y volvió a hablarme despacio, cómo si temiera que volviera a perder el sentido.
—Descuida. Ya te dije, todos están bien. También se desmayaron, pero nada más.
Asentí levemente, aunque todavía me costaba asimilar lo ocurrido.
—Después de que sanó a las personas, cayó agotado. Igual que Lyon, Ethan y tú. Nadie entendió bien qué pasó —explicó Milo, esbozando una sonrisa que intentaba ser tranquilizadora—. No te preocupes. Despertó hace un rato, aunque estaba exhausto y prefirió volver a dormir.
—¿Seguro que está bien? Es que él se pone realmente mal cuando...—
Milo asintió enseguida, pero desvió la mirada, cómo si algo lo incomodara.
—Sí, estoy seguro. Solo está cansado. Además, dejé a un par de chicos vigilándolo.
Luego me miró de nuevo. Esta vez, sus ojos tenían un brillo distinto.
—Connie... siento mucho la forma en que actué antes —confesó, sorprendiéndome por completo. Suspiró hondo—. No tenía idea... no quería asustarte. Perdón. Es que después de lo que ví en la ciudad, quedé demasiado perturbado.
—Milo, descuida —lo interrumpí suavemente, logrando que me mirara. Intenté sonreírle con un poco de esfuerzo—. Yo... lo entiendo. No sabías lo que estaba pasando. Igual te agradezco por querer protegerme.
Él apartó la vista, cómo si dudara en decir algo más.
—Lo haría siempre. Incluso si tu amigo... —se detuvo de golpe y volvió a desviar los ojos.
—Milo... Sé que lo que pasó con esos chicos no es fácil de asimilar, pero te juro que hay una explicación. Puedes confiar en que ellos no...—
—No, tranquila, Connie. —Negó con la cabeza, aunque su voz sonó seria—. Tienes razón. Fue impresionante lo que ocurrió y... sí, sigo en shock por lo que ví. Pero, justamente por eso, por lo que me demostraron... me siento más seguro con ellos ahora.
Lo miré incrédula.
—¿En serio? —pregunté apenas en un susurro. Él asintió, aunque aún evitaba mis ojos. Algo en su postura me hizo sospechar—. Entonces... ¿qué pasa? —insistí—. Sigues luciendo afectado. ¿Es por ellos?
Milo se encogió de hombros y soltó un suspiro cansado.
—No lo sé —respondió al fin. Guardó silencio unos segundos, hasta que me miró de lleno. En sus ojos había preocupación... y una chispa de tristeza—. Connie, no quiero ser entrometido. Solo... necesito entender algunas cosas.
Lo siguiente me tomó por sorpresa.
—Connie... ¿quién es Chris para ti?
Me quedé helada por un momento.
—Milo... Ya te lo dije. Chris es... mi amigo —respondí, eligiendo las palabras con cuidado—. Es alguien... importante para mí.
La mirada de Milo se intensificó.
—¿Te importa mucho, cierto? ¿Solo eso?
Me desconcertó su tono. Había genuina inquietud en él, pero también una nota de desconfianza. Entendí entonces que seguramente había notado algo en la forma en que Chris me trataba... y estaba buscando respuestas.
—Milo... ¿por qué preguntas eso? ¿Aún dudas de nosotros?
—Respóndeme, Connie —insistió, con la voz cargada de insinuación—. ¿Chris es solo tu amigo? Porque, lo que ví entre ustedes... no parece precisamente amistad.
Su mirada se clavó en la mía, como si intentara arrancar la verdad directamente de mis pensamientos. Un nudo de nerviosidad se formó en mi estómago. No quería revelar demasiado... pero estaba claro que Milo no iba a soltar el tema tan fácilmente.
—Sé que hay algo más. Lo noto en la forma en que te mira, en cómo te habla. Hay algo especial entre ustedes y... yo solo quiero entenderlo. ¿Por qué lo ocultas? Dices que es tu amigo, pero ese chico te trató frente a todos como si fueras lo más preciado en su vida. Y tú... Connie, tu preocupación por él es demasiado evidente. Dijiste que habías huido de ellos para protegerlos, pero él vino aquí por ti, a pesar de todo... ¿verdad?
Los nervios se me apoderaron bajo la mirada de Milo. Su curiosidad me despertaba cierta intriga. ¿Por qué le importaba tanto lo que pasaba entre Chris y yo?
Lo miré con seriedad.
—Milo, no sé qué ganas averiguando eso, pero te diré una cosa: Chris... está conmigo. Eso es todo.
Milo frunció el ceño, claramente sin convencerse.
—Yo... Disculpa si me paso de indiscreto, pero no me pareció normal la reacción que tuvo cuando yo... intenté tomarte. He notado cómo se miran, cómo se comportan. Es obvio que hay algo entre ustedes y... me parece extraño que insistas en que es solo tu amigo. Eso parece cualquier cosa... menos amistad.
Un rubor incómodo me subió al rostro. Bajé la mirada hacia mis manos para evitar la suya, pero Milo no se dejó engañar. Me observaba con una sonrisa leve, aunque sus ojos reflejaban seriedad.
—Connie, tranquila. No voy a juzgarte. Solo quiero la verdad... solo para saber cómo actuar, para ser precavido.
Sus palabras me pusieron más nerviosa.