Christopher.
Me senté allí, junto a Connie, que se había quedado dormida sobre el sofá. La miré sintiendo al fin una extraña felicidad, paz, y tranquilidad. De alguna manera sabía que todo se estaba arreglando de a poco. Así lo sentía, pues para mí era un verdadero milagro el haberla encontrado sana y salva.
Tenía fé en que todo se iba a arreglar, que junto a ella todo se podía arreglar. La amaba, al fin estaba con el amor de mi vida, con quien tenía la mitad de mi alma.
La contemplé durante un rato, simplemente disfrutando de su presencia. Me sentí feliz de verla dormir, porque Connie antes no dormía durante las noches. Le daba miedo dormirse y pensar que el sol no llegaría. Así que se quedaba despierta, y yo me quedaba con ella para esperar al sol. Pero ahora, ella parecía tranquila, parecía segura. Y yo me sentí reconfortado de verla así, de saber que ella estaba a salvo, que ella estaba conmigo.
Me incliné un poco hacia adelante y le di un beso suave en la frente.
-Te amo, bella. Siempre lo he hecho y siempre lo haré. Puedes sentirte completamente segura ahora. No me apartaré de ti.
Me sentía completo, me sentía en paz, y, de pronto, no pude evitar pensar en el día que llegué al refugio con Ethan y Emmett. Habíamos visto a personas afuera del gran edificio tratando de entrar. Estaban armados y parecían desesperados. Me alarmé al sentir la cantidad de personas en peligro. Podía sentir su miedo y su desesperación, eso fue lo que me instó a actuar.
Reaccioné de inmediato, decidido a detenerlos. Ethan y Emmett me siguieron, y juntos intentamos bloquear la entrada. Pero ya era demasiado tarde. Algunos de los intrusos habían logrado ingresar y habían comenzado a atacar a las personas mayores que estaban dentro. Me sentí un poco desbordado por la situación. Había demasiados y no sabía cómo detenerlos sin descontrolarme o delatar demás mi fuerza. Pero no me rendí.
Luché con todas mis fuerzas para proteger a las personas que estaban en peligro. Ethan y Emmett también lucharon conmigo, y juntos logramos detener a esos dementes. Pero no sin consecuencias. Algunas de las personas mayores habían sido empujadas o aventadas, y algunas habían resultado heridas. Me sentí un poco culpable por no haber podido protegerlas mejor. Siempre ha habido algo dentro de mí que me impulsaba a ayudar a los demás, incluso si eso significaba ponerme en peligro a mí mismo.
Cuando al fin pude entrar en el edificio, me encontré rodeado de personas aterrorizadas. Había llegado justo a tiempo para detener a los saqueadores, pero sabía que había más personas en peligro. Así que empecé a buscar, recorriendo el edificio de arriba a abajo hasta que encontré el refugio. Cuando entré en una habitación, ví a un grupo de personas escondidas en un rincón, temblando de miedo. Me acerqué a ellos y traté de calmarlos, explicándoles que ya no había peligro, que habíamos detenido a los saqueadores y que estaban a salvo.
Pero mientras hablaba, no podía evitar sentir que algo no estaba bien. No sentía la presencia de Connie, y eso me extrañaba. La había sentido antes, en otros momentos, pero esta vez no estaba ahí. Me pregunté si tal vez no la había sentido debido a la energía de las otras personas que estaban en la habitación. El temor y la ansiedad que emanaban de ellos eran casi palpables, y era posible que hubieran bloqueado mi conexión con Connie.
Pero incluso así, no podía evitar sentir una sensación de inquietud. ¿Dónde estaba Connie? ¿Estaba ahí? Me prometí a mí mismo que la encontraría, que la protegería y que haría todo lo posible para mantenerla a salvo.
Recuerdo el momento en que la encontré. Estaba en una habitación llena de chicas, todas escondidas y asustadas. Y entonces, la ví a ella. Connie. Estaba sentada en un rincón, con la cabeza baja y el cabello corto y negro azabache cayendo sobre su rostro. Sus ojos celestes brillaban en la penumbra, y su piel pálida parecía casi transparente. Me sentí como si hubiera sido golpeado en el estómago. No podía creer que la había encontrado. La había buscado durante tanto tiempo, y había pensado que ya no la vería nunca más. Pero allí estaba, en ese rincón, mirándome con una expresión de sorpresa y miedo.
Me acerqué a ella lentamente, sin querer asustarla. Y cuando estuve cerca, me sentí como si hubiera sido transportado a otro mundo. El tiempo pareció detenerse, y solo podía verla a ella. Su belleza me dejó sin aliento, y su presencia me hizo sentir vivo de nuevo.
"-Connie...-, susurré, tratando de no asustarla-. ¿Bella? ¿Eres tú?"
Después de hablarle, me dí cuenta de que ella estaba asustada. Muy asustada. Me explicó que había huido porque solo quería protegerme a mí y a mi familia. Me sentí conmovido por su compasión. Connie estaba dispuesta a enfrentar todo eso sola, sin involucrar a nadie más, solo para protegernos a nosotros. Me sentí completo de nuevo al verla, al darme cuenta de que estaba a salvo.
Recuerdo la conversación que tuvimos, la forma en que ella me explicó todo entre lágrimas. Su valentía me impresionó, y también su determinación de enfrentar todo eso sola.
"- No estás sola en esto. No debe ser así. No tenías que protegernos a nosotros. Somos nosotros los que deberíamos protegerte a ti".
"-Tú no entiendes. Yo no quería que nada malo te pasara por mi culpa".
Me sentí conmovido por sus palabras. Me dí cuenta de que Connie estaba dispuesta a sacrificar todo por mí, por protegerme. Y en ese momento, supe que no podía dejarla ir, que tenía que estar allí. Y supe que siempre estaría allí para ella, no importa lo que pasara. La amaba con todo mi corazón, y estaba dispuesto a todo por ella.
Recuerdo el momento en que ella me confesó que también me amaba. Fue como si el mundo se hubiera detenido en ese momento. Me sentí como si hubiera ganado el premio más grande del mundo. Y ahora, sabiendo que ella sentía lo mismo por mí, no podía permitir que nada le pase. No puedo permitir que ella se rinda, porque al fin y al cabo, se ha correspondido eso que yo tanto deseaba antes. Ella era lo único que quería, y ahora que la tengo, no voy a dejarla ir.