Hermosa oscuridad

Capitulo 26

Connie.

Me encontraba en un lugar oscuro y vacío, como si hubiera caído en algún tipo de limbo. La oscuridad parecía tener cuerpo, una textura densa y tangible que me envolvía por completo.

De pronto, una silueta comenzó a materializarse frente a mí.

Era Adela... con su cabello blanco cayendo como un halo y esa mirada penetrante que parecía atravesarme.

—Connie, debes tener mucho cuidado de ahora en adelante. No tomes riesgos innecesarios; te llevarán directo a una trampa —dijo con voz grave y urgente—. Dorian quiere acabar contigo. Está muy cerca. No permitas que ninguno de ellos tome ventaja. No te rindas, aunque veas el final acercarse.

Un escalofrío me recorrió la espalda.

—¿Qué? ¿Por qué me dices esto ahora? ¿Qué es lo que sabes?

—No mucho. Solo que está libre… y que está buscándolos. Buscándonos.

—¿Buscándonos? Pero… ¿por qué a ti y…?—

—No hay tiempo para preguntas, Connie. Solo escúchame. —Me interrumpió con una súplica cargada de desesperación. La ví mirar a sus costados con inquietud, como si temiera que algo la acechara incluso allí. Cuando volvió a fijar los ojos en mí, se acercó y me tomó de los hombros. Sentí claramente el contacto de sus manos, como si no fuera solo un sueño—. Por favor, escucha. No tengas miedo. No quiero llenarte de paranoia, pero debo advertirte, o todo estará perdido. Confío en ti, Connie. Pero también necesito que confíes en mí. Muy pronto estaré contigo. Despierta, Connie. Despierta y prepárate.

Me desperté de golpe, con un sobresalto, jadeando. Estaba en la estancia del refugio. Christopher estaba sentado a mi lado, observándome con profunda preocupación.

—¿Qué pasa, bella? Tranquila… —dijo, inclinándose hacia mí.

Seguía temblando, desorientada y asustada.

—Emmett… ¿él aún no…?—

—No, bella, tranquila. —Su voz fue suave, intentando calmarme—. Estás temblando. —Se inclinó más y me envolvió entre sus brazos. Ni siquiera en el calor seguro de ese refugio que él siempre me ofrecía conseguí sentir paz. El temblor en mi cuerpo persistía, acompañado de la certeza de que algo malo estaba ocurriendo, o a punto de suceder. Chris acarició mi cabello con ternura—. Lo sé, amor. Sé que tienes miedo. Pero trata de no pensar más en eso. Si no hemos tenido noticias de Emmett es porque no quiere arriesgarnos con el Guardián, nada más.

—Pe… pero ya ha pasado demasiado tiempo y…—

—Aun así debemos esperar a que haya señales claras. No podemos actuar a ciegas sin saber exactamente qué ha ocurrido…

—Es que… no es solo miedo. Yo… —Tragué saliva. No quería decirlo, no quería preocuparlo más, pero sentía que era necesario contarle lo que Adela me había transmitido en ese sueño. Tal vez él pudiera ayudarme a entenderlo—. Chris… Adela volvió a aparecer.

Lo ví tensarse de inmediato. Su expresión cambió; sus ojos se endurecieron con una mezcla de inquietud y alarma.

Se apartó un poco, como si necesitara espacio para asimilarlo.

—¿Q-qué? ¿En serio? —Asentí y vi cómo se le marcaba más el asombro—. ¿Y qué pasó ahora? ¿Qué te dijo?

Un nudo en la garganta me apretaba, pero intenté explicarle con firmeza.

—Me advirtió que debía protegerme de Dorian. Me dijo que está cerca… y que no debía arriesgarme. Chris, eso significa que ella sabe que algo ya está ocurriendo.

—Connie… —

—Quiso advertirme también para que no me atreviera a salir afuera. ¿Por qué pensaría que lo haría? ¿Por Emmett? ¿Entonces sí le ha ocurrido algo y…?—

—Connie, amor, lo piensas demasiado. —Christopher me abrazó fuerte y besó mi frente con ternura—. Por favor, confía en mí. No está bien que vivas con este peso cada instante.

—¿Y tú no lo haces?

—Claro que sí. —Suspiró, apretándome contra él—. Pero lo que intento decirte es que no podemos vivir enfocados solo en lo oscuro. Si algo malo hubiera pasado con él… ya lo sabríamos. Ramsés, como su soldado, tiene una conexión fuerte con Emmett por ser su sargento. Cuando algo les ocurre a ellos, los soldados lo perciben enseguida. Y hasta ahora, ni Ramsés ni Milton han venido a mí con noticias. Créeme, no dudarían en hacerlo. Eso solo me confirma que aún no hay nada malo que lamentar. Te lo ruego, bella… no dejes que tu mente te consuma. No me gusta verte así.

Sus palabras me dieron un respiro, aunque el miedo no desapareció. Había pasado más de una semana sin saber nada de Emmett, y el nombre de Dorian resonaba como un presagio. Apenas conocía de él más allá de que era la mano derecha de Amon, pero cada vez que lo escuchaba..., un estremecimiento extraño me atravesaba, como si mi cuerpo recordara algo que mi mente no.

Christopher suspiró de nuevo, más hondo esta vez.

—Connie… no quiero sonar insensible contigo.

—Chris, lo sé. No lo eres. Solo… trato de ser honesta. No estoy bien con todo esto, y no lo estaré hasta arreglarlo.

Él me miró en silencio, y con suavidad apartó un mechón de cabello de mi rostro, acomodándolo tras mi oreja.

—Yo también lo siento así. Pero al menos ahora te tengo conmigo… y eso me da fuerza para soportar cualquier cosa. —Sonrió apenas, y después tomó mi mano y la besó con lentitud—. Se resolverá, Connie. Lo sé. Lo siento.

—Y yo siento… un miedo extraño. Como si algo en mi interior intentara advertirme de algo más grande. Ella solo mencionó a ese hombre, pero aún no comprendo por qué…

Christopher me miró con gravedad.

—Dorian… es alguien que nunca debes subestimar. Es peligroso y no conoce límites, pero ya no es tan fuerte como lo fue. Además, ahora también es cazado. Y sin Amon, no tiene escapatoria.

Guardé silencio. La voz de Adela seguía resonando en mi mente, su advertencia de huir, su certeza de que él estaba cerca. El miedo se me aferraba al pecho, no cómo recuerdo, sino cómo presentimiento.

—Christopher… —dije al fin, con los ojos ardiendo—. Creo en ti, pero aun así… debemos considerar lo que ya habíamos acordado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.