Hermosa oscuridad

Capítulo 33

Christopher.

Un estruendo resonó y, acto seguido, sólo fui capaz de mirar cómo el sargento que estaba frente a nosotros, apuntándonos, cayó al suelo con lo que parecía una herida de bala en la nuca.

Detrás de él pude ver a la persona que le había disparado.

Oh, mierda...

No sabía si estaba alucinando, pues todo aquello me parecía imposible. Sentí una mezcla de emociones: alegría, sorpresa, confusión y algo de miedo. No sabía qué hacer, ni cómo reaccionar.

Sin más contemplaciones, esa persona se lanzó contra los otros sargentos, combatiéndolos con una brutalidad que me dejó sin aliento. Era cómo si hubiera esperado este momento durante mucho tiempo y ahora estuviera dispuesto a todo con tal de protegernos. Yo seguía aturdido, sin entender cómo había llegado para ayudarnos, pero no había duda...

Era él.

Al fin.

—¿Koran?

—Chicos... ¡Ustedes sí que son expertos en meterse en problemas! Al menos me dejaron algo— dijo, con una voz que mezclaba cansancio y sarcasmo.

Koran seguía atacando con una ferocidad que me dejó más allá de lo impresionado. Lo había visto pelear antes, pero nunca de esta manera tan salvaje. Sus movimientos eran rápidos y precisos; los sargentos no pudieron detenerlo. La pelea era intensa, brutal. Los iban derrotando uno a uno, y yo sólo podía mirar, asombrado y confuso.

Emmett y yo nos miramos: ninguno entendía cómo era posible aquello.

Koran no sólo peleaba con habilidad, sino que su energía luminosa se percibía más fuerte que antes, más intensa. Abrumaba. Sentía su poder emanando de él con más intensidad. ¿Qué era aquello? ¿Por qué ahora parecía más poderoso?

No sólo lo percibía, pues era él quién lo demostraba en la batalla.

Sabía que Koran era superior a los soldados Anónimos por su rango de sargento, pero lo que emanaba ahora... era otra cosa. Algo había cambiado o evolucionado en él; de eso no tenía dudas. Su poder era enorme, mayor que antes. Podía ver una luz saliendo de su cuerpo, más potente, casi cegadora.

La batalla era caótica, con sargentos Anónimos combatiendo por todas partes. Pero Koran se movía con facilidad, derribando a sus enemigos con golpes precisos y brutales. Su espada parecía extensión de su propio cuerpo; la manejaba con una destreza que me desconcertó. Los demás intentaron amedrentarlo, diciéndole que ya no tenía salida, que al estar en el refugio del Guardián lo entregarían.

Koran no se inmutó, sólo rió, con cinismo.

—Fue un error meterse con los míos— dijo, señalando a Evan y a mí—. No tienen idea de lo que ha pasado en realidad. Si no quieren entender la verdad por las buenas, la entenderán por las malas.

Los sargentos se miraron entre sí y volvieron a atacarlo, pero él estaba preparado y los derrotó con facilidad.

—¡No se atrevan a tocar a mis soldados de nuevo! ¡Se lo advierto!— dijo, con su voz cargada de amenaza—. Si lo hacen, se arrepentirán.

Me sorprendió su forma de defendernos. Era nuestro líder Anónimo, sí, pero después de todo lo que había pasado pensé que ni siquiera nos reconocería como sus soldados; al menos eso creí que pasaría con Evan y conmigo. Ahora parecía dispuesto a hacer lo que fuera necesario por nosotros también.

Intenté incorporarme para alcanzar a Connie, que yacía cerca, junto a Evan y Emmett. Miré a los tres y después al desastre que aún brillaba con el eco de la batalla.

Tragué saliva.

—Tengo que ir a ayudarlo— dije.

—Chris... —

—Quédate aquí con ellos, bella— respondí, tratando de que mi voz no temblara.

—Chris, e-estás débil también. No lo hagas.

—Aún así debo asegurarme. Por favor, hazme caso. Quédense aquí con Evan —les dije, y, antes de escuchar una nueva protesta, me puse de pie y me dirigí hacia donde Koran luchaba contra dos sargentos a la vez.

Koran pareció percatarse de inmediato; de pronto se volvió hacia nosotros.

—Sigues débil, Chris. No te atrevas a… —

—Es increíble que aún quieras intentar reprenderme por algo así.

—Cierto. Siempre has sido un jodido desobediente.

—Vete al carajo y apártate ahora. Es mi turno.

Él sólo me miró con frustración y, antes de darles un último golpe, se dirigió a mí de nuevo:

—Está bien. Demuéstrales quién eres. Aquí ya me vale mierda si provocas un desastre.

—Agradécele eso a tu querido Guardián.

Cuando lo ví alejarse, liberé mis alas y las agité para alejar a los sargentos restantes. Me sentía enfurecido, con el corazón latiéndome impulsado por una rabia difícil de controlar. Veía a los sargentos cómo una amenaza mayor ahora, cómo los verdaderos traidores. Mi parte oscura quería desatarse; aun así luché con todas mis fuerzas por contenerla. Sabía que, si la dejaba actuar, no podría contener ese poder. Los sargentos intentaron retroceder, pero los perseguí; mi energía oscura los envolvió y los derribó.

Koran seguía acorralando a varios de ellos, pero aún así pude oír sus amenazas.

—Nos dejarán ir —dijo, con voz llena de autoridad—. O lo lamentarán. No detendré a Christopher en su masacre. Sabemos que puede calcinarlos a todos.

Que Koran lo corroborara en voz alta me golpeó con miedo. Sabía que mi poder era grande y que podía causar un daño terrible. También sabía que Koran tenía razón... no podía permitir que mi furia me consumiera.

Respiré hondo, intentando calmarme y controlar mi furia. Tenía que ser fuerte, no solo por mí, sino por los demás.

Koran se acercó a los sargentos que quedaban, su mirada cargada de amenaza.

—La próxima vez que Christopher quiera usar su poder para calcinarlos —dijo, en voz baja y peligrosa— no lo detendré. No lo detendré porque sé que ustedes no merecen vivir por seguir apoyando esto.

—Ya no tienen salida —dijo uno de ellos, con la voz apenas entendible—. Mejor ríndanse. Están en el refugio del Guardián. No pueden escapar.

Koran rió con desdén.

—No le tengo miedo al Guardián ahora—dijo, sorprendiendome un poco—. Y no me importa quedarme aquí a discutir sobre eso. Pero les digo esto: si se atreven a tocar a Christopher o a cualquiera de mis soldados, si intervienen en esto… lo lamentarán. Lo lamentarán mucho.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.