Connie.
Me senté en silencio, rodeada de la tranquilidad de la noche. La luna llena iluminaba el bosque, bañando todo con una luz suave y mágica. Connor y Adela estaban a mi lado, pero no necesitábamos palabras; su simple presencia era suficiente.
Tenerlos de nuevo junto a mí… era más que suficiente.
Mi mente comenzó a recorrer todo lo que había vivido. Recordé la oscuridad y el miedo de la prisión, la desesperanza que me había hecho pensar que nunca volvería a ser libre, no sólo de aquel lugar, sino de mi propio infierno interno. Ese infierno que me había hecho sentir que todo estaba perdido.
Condenado.
Anoche había hablado con ellos de cosas quepensé que nunca iba a poder compartirles. Me había quebrado, desahogado, contado cada detalle desde que la bruja de Emily Jones comenzó a acecharme hasta el momento en que Chris me encontró nuevamente en aquel refugio. Recordé la sensación de liberación al abrirme así ante ellos, y la forma en que me escucharon, con algo más que comprensión: con empatía.
La noche era tranquila y serena, y por primera vez en mucho tiempo me sentí en paz. La oscuridad del pasado comenzaba a desvanecerse, reemplazada por la luz y la esperanza que ahora sentía gracias a su apoyo. Sin embargo, una sombra de preocupación persistía: ¿hasta qué punto se estaban involucrando ellos en todo esto?
Adela y Connor se movieron ligeramente, cómo buscando las palabras adecuadas para preguntar más. Ya les había contado todo lo que había vivido en el Oscuro Paraíso, salvo lo que ocurrió con Marín. Todavía no me sentía lista para revelar eso. Hasta ahora, ambos me habían escuchado con atención y cautela, aunque podía percibir su curiosidad latente.
—Me hubiese gustado quedarme después de que despertaste del coma —dijo Adela de pronto, con la vista fija hacia adelante y un suspiro escapando de sus labios—. Todo fue un caos… Koran estaba apurado para que nos fuéramos y no tuve tiempo de…—
—Tranquila. Yo… lo entiendo —respondí, desviando la mirada—. También hubiese querido tener a alguien conocido cerca. Fue… —solté una risa que llamó su atención y la de Connor—. Fue… extraño despertar y verme rodeada de todos esos chicos… extraños.
—Lo comprendo —respondió ella con una risa ligera.
Connor me miró por un instante, luego preguntó:—Oye… ¿y cómo fue?
—¿Cómo qué?
—Tú sabes —se encogió de hombros, con un dejo de inseguridad—. ¿Cómo te sentiste al darte cuenta de que ya no estabas en ese horrible lugar?
Tragué saliva y reuní el valor para recordar aquel momento.
—Fue… cómo recibir un golpe, no sé… No lo creía posible. Pensé que estaba soñando, hasta que me encontré con Chris y los demás, y… con la luz del sol —un nudo se formó en mi garganta al recordar cómo la primera luz del día se colaba por las cortinas del balcón—. Fue reconfortante y abrumador. La sensación de libertad fue intensa, me hizo sentir débil y emocionada a la vez. Era demasiado para asimilar y será algo que nunca olvidaré. Me sentí… cómo si hubiera renacido.
Connor asintió, serio.
—Fue… cómo ver la luz por primera vez en mi vida. Me sentí renovada.
Aterrada.
Adela y Connor se miraron, y luego me miraron a mí, con ojos que parecían al borde del quiebre.
—Lo siento mucho, Connie —dijo Adela, con la voz cargada de sentimiento—. Yo pude ver ese lugar, estuve ahí… Era horrible, yo…—
—Está bien —la interrumpí, porque ya se notaba afectada—. Yo… estoy bien ahora.
Connor me dió un apretón en el hombro.
—Estás libre ahora. Y estás con nosotros. Nunca más estarás sola, colibrí.
—Sí. Cuentas con nosotros, no sólo con los chicos Anónimos. Además… sé lo que sentiste estando ahí. Créeme, ninguno permitiríamos que de nuevo…
—Espera… ¿Qué quieres decir? —pregunté, confundida—. ¿Cómo que sabes lo que sentí allí?
Adela se quedó pensativa, luego me miró.
—¿Recuerdas que te hablé de mis sueños contigo? Uno en el que te veía en la oscuridad, escuchando tus gritos de auxilio.
Un escalofrío recorrió mi espalda al recordar esa conversación. La tuvimos cuando empezó el acecho de Emily.
—Sí, lo recuerdo. No olvidaría nada de esa época —dije, intentando mantener la calma—. Pero no entiendo qué tiene que ver con esto.
Adela se inclinó hacia adelante, luciendo incómoda.
—Creo que de alguna manera pude sentir lo que estabas sintiendo. Conecté contigo, incluso desde lejos.
Me sorprendieron sus palabras.
—Durante todo el tiempo que estuviste lejos, percibí tantas cosas… Sentí tu dolor, tu miedo, tu desesperanza. No sabía exactamente qué ocurría contigo, pero sabía que estabas sufriendo...
¿Cómo era posible que Adela hubiera percibido todo eso?
—Koran me dijo que hay un vínculo entre nosotras —le conté, recordando la conversación con su guardián—. Pero no sé a qué se refería exactamente. No quiso explicarme mucho.
Adela se encogió de hombros.
—Yo tampoco lo sé del todo. Pero de alguna manera… sí podemos estar conectadas. Puedo percibir lo que te sucede, aunque aún no lo comprenda.
Me sentí confundida y asombrada a la vez. ¿Qué significaba este vínculo entre nosotras? ¿Y cómo se relacionaba con lo que Koran había mencionado?
Adela suspiró y se abrazó a sí misma, sin dejar de lucir un poco angustiada.
—Me siento muy confundida por todo esto. Lo estoy tanto cómo tú. Pero sé que hay algo más…
Estaba por responder, pero Connor se me adelantó;—Me parece extraño que Adela sea capaz de percibir lo que sientes, Connie —dijo, mirándola con curiosidad—. Pero, al mismo tiempo, he notado que Adela es alguien impresionante. Tiene algo... más. Tal vez por eso puede hacerlo, ¿no creen?
— Koran dejó claro que en verdad pasa algo con eso.
—Puede ser, pero admitámoslo —añadió Connor con media sonrisa—, desde que conocemos a Adela hemos notado que hay algo en ella que es diferente. Algo que la hace más que una persona común.