Hermosa oscuridad

Capitulo 38

Connie.

Evan se movió ligeramente, tratando de bloquear la visión de Dorian hacia mí. Su ala herida lucía bastante mal, ya me había hecho sentir más que aterrada el ver su estado deplorable, pero aún así, el chico imponente y de cabello negro, luchó para levantarse y cubrirnos después con su cuerpo.

Ese ser, Dorian, parecía divertido con la situación, y se acercó un poco más, sin despegar su vista de mí.

—Vamos, ¿por qué actúan todos tan extraños? Sólo quiero ver a mi sobrina.

—No es tu sobrina, maldito engendro— la manera en la que soltó Evan eso... me hizo sentir aterrada. Intenté tomarlo del brazo para evitar que se alejara de dónde estaba, pero él me alejó sutilmente, y, de manera amenazante, empezó a dar varios pasos hacia ese tal Dorian.

Este solo se rió después.

—Oh, sí que lo es —dijo, sin desahscer su sonrisa—. Al menos, eso es lo que le dije a todo el mundo hace veinte años. ¿No es así, Lamia?

Sentí como un escalofrío recorrió mi espalda. Evan se movió de nuevo, tratando de cubrirnos a Connor y a mí.

—No le hables. Mejor retirate ahora o lo lamentarás. —advirtió Evan.

Dorian se detuvo, pero su sonrisa no desapareció.

—No debes temer, pequeña —dijo él, mirándome a mí, e ignorando por completo la advertencia de Evan—. Estoy feliz de verte. ¿No estás contenta de verme también? Yo fuí quien cuidó de ti por mucho tiempo. ¿Enserio ya no recuerdas eso?

Negué, sintiendo cómo mi corazón latía cada vez más rápido.

Evan se interpuso entre Dorian y yo de nuevo, su mirada fija en él.

— Dije que no te acerques a ella.

— ¿Entonces prefieres que esto se vuelva complicado? Muy bien. Veremos cuánto tiempo puedes protegerla. Estás herido, y no eres más que un Oscuro novato que aún ni siquiera logra entenderse a sí mismo, ¿o me equivoco? No sabes controlar tus nuevas habilidades.

Evan se enfureció, noté eso de inmediato cuando lo ví apretar sus puños a sus costados. Su mirada también se había vuelto más oscura, aterradora.

—No sabes nada de mí, así que no me subestimes.

Dorian se burló de nuevo.

— Sé que eres un hipócrita patético. Te convertiste en un Oscuro, traicionando a tus propios principios. Y ahora proteges a alguien cómo Lamia. ¿No es irónico? Proteges a alguien que antes era tu enemigo. Los Anónimos como tú eran los que los cazaban. ¿No es divertido?

Me sentí incómoda, sabiendo que Dorian estaba hablando de la verdad. Evan no dijo nada, sólo lo miró con más furia. Parecía que estaba a punto de explotar.

—Eres un débil. Un débil que no sabe controlar sus propias emociones. Sólo mírate. Fuiste capaz de traicionar a los tuyos porque no fuiste lo suficientemente inteligente para encontrar otra solución que no fuese el venderse. Te rendiste y por eso ahora estás condenado. No supiste cuidar de ti antes, ¿cómo podrías hacerlo ahora con esta... criatura?

Evan enfurecía con cada palabra que decía ese ser. De pronto fuí capaz de detectar algo más pesado en el ambiente.

—Todo lo que haces por ella es una pérdida de tiempo — continuó Dorian, devolviendome al aquí—. No importa que sea humana ahora, sigue estando condenada, cómo tú. Es una traidora, cómo tú. Una que se condenó por ponerse del lado de los Anónimos.

Dorian siguió hablando, con voz llena de desprecio.

—Su padre ni nadie de los de abajo perdonará nunca lo que hizo. Se metió en muchos problemas, y sigue siendo una condenada. No importa lo que haga, no importa si ahora es una asquerosa humana.

—Cállate —dijo Evan, con voz baja y grave—. No te atreves a hablar así de ella, maldito cobarde. Sabes muy bien lo que hicieron tú y ese maldito de Amon.

—Oh, claro. De eso ya se ha hablado y déjame compartirte que disfruté hacerlo. Y seguiré hablando de ello hasta que entiendas que no hay esperanza para ella.

—No te acercarás a ella —advirtió Evan—. Lo lamentarás si lo haces.

—Estoy temblando de miedo. Un Oscuro herido y débil como tú. ¿Qué puede hacer?

Me sentía abrumada por una mezcla de emociones contradictorias. La presencia de Dorian me hacía sentir miedo y ansiedad, pero al mismo tiempo, había algo en él que me parecía familiar. A pesar de que era un Oscuro, y de que sus comentarios estaban diseñados para herirme, sentía que había una verdad subyacente en sus palabras. Como la mano derecha de Amón, era probable que supiera mucho sobre mi pasado cómo Lamia, y eso me hacía sentir vulnerable.

Traté de mantenerme firme, de no dejar que mis emociones me dominaran. Miré a Evan, que estaba herido y vulnerable, y sentí un miedo creciente de que Dorian le hiciera daño. Me acerqué a él y le toqué el brazo.

—No te atrevas a hacer nada, por favor... Estás herido, y no puedes enfrentarte a él.

Evan me miró, pero pude ver el dolor en sus ojos. Después miré a Connor, que estaba pálido y asustado. Me preocupaba por él, porque sabía que no tenía ninguna posibilidad contra alguien cómo Dorian.

—No te preocupes, Connor —le dije, tratando de sonar calmada—. Todo saldrá bien.

Pero sabía que era una mentira. No sabía qué quería Dorian de mí, pero sabía que no era nada bueno. Y con Evan herido y Connor asustado, me sentía sola y vulnerable frente a la amenaza que representaba ese sujeto aterrador. Solo de verlo, sentí que era peligro puro, un ser malvado que no tenía escrúpulos en hacer daño a quienes le rodearan.

Dorian pareció percatarse de mi preocupación, y me miró para sonreír con una crueldad que me heló la sangre.

—Si quieres que tus amigos estén fuera de esto, si quieres que nadie más pague las consecuencias que deberías enfrentar sólo tú, entonces entrégate.

Me quedé paralizada ante sus palabras.

Evan se dió cuenta de mi vacilación y se acercó a mí de pronto, para acercarme a él.

—No consideres nada de lo que diga este maldito. No puedes confiar en él.

Pero yo estaba desesperada. No sabía qué hacer. La idea de que mis amigos estuvieran a salvo era demasiado tentadora para ignorarla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.