Hermosa oscuridad

Capitulo 52

Christopher.

El Guardián no mostró más resistencia. Se quedó inmóvil, cómo si la simple voluntad de mi furia lo hubiera atravesado y dejado sin opción. Sus palabras finales resonaron en el crujir del aire, cómo una sentencia.

"—Los buscaré, y cuando lo haga, pagarán lo que han hecho."

Lo ví alejarse con su cortejo, la armadura centelleando entre la penumbra y la luz que aún emanaba de mi cuerpo. Sus Anónimos cerraban filas a su alrededor, pero ya no eran las columnas inquebrantables de antes.

No...

Eso podía sentirlo, además de verlo.

Ahora lucían cómo hombres y mujeres llenos de miedo, podía verlo hasta en sus manos temblorosas. El poder que había desatado no sólo los había hecho retroceder, también les había abierto una fisura en la certidumbre que los mantenía firmes.

Koran me sostenía con fuerza ahora. Evan se abrió paso entre los demás, plantando su figura delante de nosotros cómo una puerta. Abby no podía dejar de temblar, sus ojos, enormes, buscaban los míos y en ellos veía una preocupación infinita que logró afectarme y devolverme un poco al aquí.

— Chris... ¿Estás bien? —preguntó ella, con la voz ahogada, sin dejar de escanearme con esa mirada encendida. Pero yo aún no encontraba manera de cómo o qué responder.

La luz y la sombra seguían rugiendo dentro de mí, cómo dos océanos que querían ahogarme. Sentí el hambre de este nuevo ser por acción, por movimiento, por un propósito que eclipsaba cualquier descanso.

Sentí, también, la pequeña aguja clavada en mi pecho...

Connie...

Koran me tomó del brazo después, lo hizo con una urgencia que pronto logró despertarme un poco.

— Chris... Tienes que volver... —murmuró—. No te dejes consumir por esto solo. Te necesitamos despierto y activo. Por favor regresa... Ya me estás preocupando.

La voz de Evan fue lo que escuché después de la suplica de Koran;— Chicos, sé que lo que ha pasado ha sido una locura y que deben estar muy agotados ahora, pero tenemos que movernos de inmediato. Recuerden a las chicas... Quizá tenemos el tiempo contado.

Aún no podía reaccionar, pero hice uso de toda mi fuerza de voluntad para lograr moverme de mi lugar. Era un poco difícil asimilar lo que había pasado, apenas era consciente de lo que ocurría en mi propia piel, pero trataba de no darle importancia a las mías para poder activarme cómo tanto se necesitaba ahora. Al avanzar, un eco cruzó mi mente, una sensación pequeña, una nota tenue que tenía la forma de una voz conocida. No era clara, no era una llamada telepática, sino más bien una brasa que se colaba por los músculos: la presencia de Adela. No era suficiente para saber dónde estaba, ni para alzarla del peligro, pero era cómo una cuerda conectada a mi pecho.

Sentí después un calor, un atisbo de movimiento en el borde de mi conciencia, y su nombre, apenas susurrado, llegó a mi lengua cómo si alguien lo hubiera colocado allí.

—Adela...—musité—. ¿Están bien?

Nadie respondió. Ni siquiera yo supe si lo dije en voz alta o en mis adentros. Pero el fuego en mí palpitó con renovada urgencia.

Evan después trató de hacerme hablar.

— Chris, amigo, sé por lo que has pasado, y por ahora no me gustaría presionarte más de lo que ya lo hemos hecho, pero por favor... te necesitamos, viejo. Necesitamos que estés con nosotros para seguir con esto...

Koran me soltó un poco cuando me vió asentir para Evan débilmente. Después ví a Abby colocarse a mi lado para agitarme levemente del brazo. Aún lucía bastante preocupada.

Tragué grueso, tratando de no perderme más o de tratar de soportar todo lo nuevo que ahora sentía dentro y fuera de mí.

— Chris, amigo, sólo necesitamos que nos digas a dónde la llevaste para poder...—

— La había llevado a la granja de mi tío Ben...— interrumpí a Koran y todos me miraron con sorpresa después. Me planté frente a ellos, con el poder vibrando en mis manos cómo un torrente indomable—. Tranquilos... Yo... Estoy bien. Hay que empezar a movernos entonces. No tengo problema con eso, sólo sigo sintiéndome un poco abrumado por el poder que utilicé, yo... Es tan extraño.

Dije, viendo mis manos y en el reflejo de un pequeño pero claro charco que estaba cerca de donde me mantenía de pie... pude ver cómo algo en mí apariencia física había cambiado también.

Por Dios...

Mis ojos... ¿Por qué son azules de nuevo?

Mi cabello también se ha aclarado, ya no es tan oscuro.

Sigo viéndome cómo un Anónimo de alguna manera, pero... ¿por qué mis ojos cambiaron o regresaron a los que eran antes de ser Anónimo?

— ¿Chris?

La voz de Abby me ayudó a volver al aquí. Después de despegar mi mirada del charco la enfrenté. Aún no podía entender lo que estaba pasando conmigo, pero decidí dejarlo de lado para no preocuparles más de lo que ya parecían estar por mí.

—Yo... Estoy bien. Estoy seguro de que puedo abrir el portal yo solo.

— Chris...

— Koran, sé que puedo hacerlo. Y tú debes sospecharlo ahora también — le interrumpí, aún lucía bastante mal por su herida, apenas podía estar de pie, pero lo que más destacaba en su mirada, era esa preocupación o tal vez duda. Asentí para él y después traté de decirle, con voz calmada;— Tranquilo... Te he dicho que estoy bien. Ahora sólo déjame intentarlo, ¿De acuerdo?

Él no dijo nada más, pero yo ya no quise esperar de todos modos a que me respondiera algo. De inmediato me activé y me dirigí hacia el campo de protección en donde se habían quedado los demás. Este se deshizo cómo polvo en el viento cuando fuí capaz de tocarlo. Connor, Lyon, Mosen, Cyntia, Milo y Ethan cayeron de rodillas, libres al fin de él. Estaban bien, Abby había logrado mantenerlos con bien durante la batalla.

Reaccioné cuando ví a Ethan levantarse rápidamente para correr hacia mí.

—¡Chris!— Se acercó después, temblando. Traté de contenerlo, pero él no dejaba de lucir más allá de lo preocupado y ansioso —. ¡Dime que estás bien, por favor! Estás herido todavía...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.