El tiempo transcurrió con una calma y una paz que nunca habían imaginado tener...
Lamia y Christopher habían comenzado lo que tanto anhelaban.
Una vida juntos...
Libres.
Christopher seguía siendo un guardián de la tierra, cómo Lamia. Ambos eran encargados de proteger el balance entre la luz y la oscuridad, de velar por los humanos y por los secretos que debían permanecer ocultos. Lamia, por su parte, seguía siendo la guardiana de los secretos de los Oscuros y del equilibrio con ellos, un ser capaz de traer restauración donde la oscuridad amenazara con consumirlo todo.
Koran había asumido su papel cómo el nuevo Guardian absoluto, justo y protector. Era sabio y bondadoso, y bajo su liderazgo, los protegidos y los jóvenes Destellos crecían con seguridad, guiados por nuevas reglas que equilibraban la disciplina y la protección. Emmett entrenaba a los nuevos sargentos y cuidaba de los reclutas, asegurándose de que todos pudieran adaptarse a la nueva vida, al nuevo orden impuesto por Koran.
Evan, aunque aún era un Oscuro por la maldición de Lía, había sido absuelto gracias al trato de Lamia y al esfuerzo de todos los demás. Ya no pertenecía a Lía o a Nerón, pero para que dejara de ser un Oscuro, y pudiera obtener su redención cómo Lamia, aún requería cumplir una misión importante, una que aún él desconocía, pero que ya estaba en proceso si quería dejar de ser un Oscuro por completo.
Aún así... él ya se estaba preparando para eso.
La razón por la que había recuperado sus recuerdos Lyon, Connor, Ethan, Berit, Milo, Cinthya y Mosen y los demás amigos que había hecho Connie en el refugio, fue gracias a la Ventana de Recuerdos de Abigail. Por ese maravilloso don de ella, no sólo pudo traer de vuelta a Lamia a sus memorias, sino que también restauró la conexión entre todos, incluyendo a Lyon y Ethan, los chicos que los habían ayudado hace años atrás.
Ethan, quién resultó ser el verdadero hermano de Christopher, ahora tenía 27 años y se encontraba tratando de volver a los estudios. Quería ser científico, pero el mundo apenas estaba despertando, y las escuelas aún trataban de volver a la normalidad. Vivía en un departamento junto a Lyon, quien era en realidad Samuel, hermano de Lamia. Lyon no lo sabía, pero aún así, para Lamia era suficiente con tenerlo cerca y... de nuevo con vida. Christopher y ella decidieron que era mejor mantener ese secreto con ambos. Aseguraban que no era necesario el enterarlos, pues, de todos modos, todos ellos ya sentían esa unión de hermanos.
Ya eran una familia de nuevo.
Él había encontrado su propio camino cómo escritor, plasmando en historias las visiones de la chica con alas que aparecía en sus sueños, transformando su nostalgia en creatividad y éxito.
Mosen, Cynthia y Milo seguían siendo entrenados para proteger y servir a los demás bajo la guía de los guardianes. Berit y Connor siguieron sus vidas en Alemania, después de que Abigail también les ayudara a recordar a Connie. Ella sabía que no podía descartar a sus dos mejores amigos. Sin embargo, después de que Lamia pudo reunirse de nuevo con Chris y los demás Anónimos en Londres, ella intentó buscarlos, logrando dar con ellos en su primer hogar: Hamburgo. Fue una reunión conmovedora. Ambos la recordaban cómo su hermana, y al parecer aún la esperaban. Lamia pudo estar en la boda de su hermana Berit, y tiempo después pudo presenciar cómo Connor se comprometía con la chica con la que estaba saliendo desde hace más de dos años. Ella pudo estar poco tiempo con ellos, pero el suficiente para ver que sus vidas eran realmente estables. También pudo corroborar que esa unión con ellos seguía siendo más fuerte que nunca, y que gracias a que pudieron recordarla... seguían siendo una increíble familia.
Ella ya tenía también un hogar...
Ella, por fin, estaba viviendo lo que tanto quería.
Al igual que Chris, y en sus tiempos libres cuando no era guardiana y tenía que actuar cómo humana normal, decidió dedicarse a lo que amaba, que era... tocar el piano. Lo empezó a hacer en diferentes lugares y eventos. Empezaba a ser reconocida por su talento nato, pero lo único que le importaba a ella con eso... era el poder disfrutar de ello. Poder crear magia con ese instrumento que en su niñez le trajo luz a sus días grises y melancólicos en el orfanato.
Había encontrado su lugar en el mundo.
En ese mundo que estaba renaciendo, en ese mundo que un día la humilló y la abandonó...
En ese mundo que antes sólo era oscuridad absoluta, pero que, al igual que ella, ahora tenía una nueva oportunidad de brillar.
El mundo podía cambiar, la oscuridad podía volver a intentar infiltrarse, pero ella ni Christopher ya no temían. Sabían que, juntos, podían enfrentarlo todo: la luz, la oscuridad, los humanos, los Oscuros, las sombras del pasado. Porque habían sobrevivido, habían vencido y, finalmente, podían elegir su propio destino.

Dentro de aquella granja, dónde alguna vez había empezado el fin del comienzo de una nueva redención, cerca de otras lápidas que yacian esparcidas por el ahora vivo y colorido lugar, Christopher y Lamia permanecían frente a la lápida que ahora pertenecía a Annie, la abuela de Chris, quien había fallecido en paz, sobre su cama hace un par de meses atrás...
Ella al fin se encontraba descansando, cerca de las tumbas donde yacían otros dos de sus hijos: Clara y Benny Evans, y también se encontraban las parejas de ellos, Christopher Smith padre, y Kimberly Larson... Ellos yacían ahí, al fin juntos, descansando de un infierno que nunca entendieron porque se había desarrollado a espaldas de ellos, pero eso ya no importaba.
Chris aún sentía un vacío muy grande dentro de él por ya no tener cerca a ninguno de ellos, pero ahora podía enfrentarlo con más fuerza que antes, pues había entendido lo que era seguir adelante mientras pudiera.
Lamia apoyó la cabeza en el hombro de Christopher, y él le rodeó con suavidad la cintura.