Hermosa Rosa

Obra maestra

En un reino lejano vivía un humilde maestro de bordado que soñaba con crear un día una obra digna de los grandes genios de la historia. No era distinto a otros artesanos, pero en su corazón ardía el deseo de superar los límites y de dar vida a un bordado que deslumbrara a todos los ojos del mundo.

Un día adquirió un lienzo con el diseño de una rosa para bordar al punto liso. Como si fuera Leonardo mismo, meditaba en cada puntada, en cada matiz del hilo, en cada detalle del pétalo. Así, con paciencia infinita y esfuerzo constante, trabajó durante tres años en aquella rosa, aunque la obra no fuese tan grande en tamaño.

Cuando al fin terminó, quedó maravillado ante el resultado. La obra era verdaderamente hermosa, y la llamó «La Rosa Hermosa». Día y noche el maestro la contemplaba, incapaz de apartar su mirada de ella. Olvidó sus quehaceres diarios y vivía únicamente para admirar su creación.

Pasaron los años, y el maestro cayó gravemente enfermo. Los médicos le exigieron una suma elevada para su cura. Sin otra salida, se vio obligado a vender la Rosa Hermosa. El comerciante que la recibió, atónito por su belleza, pagó una fortuna y escondió el bordado, temeroso de perder tan precioso tesoro.

El maestro recuperó la salud, pero su alma jamás sanó. La ausencia de su obra lo consumía. Día y noche veía frente a sus ojos la Rosa Hermosa, aunque ya no estaba con él. Sentía que moría por el arte que había creado con sus propias manos.

Decidido a recuperar su tesoro a cualquier precio, emprendió la búsqueda del comerciante. Pero este había desaparecido. El maestro juró no descansar hasta hallar la Rosa Hermosa. Finalmente, en un pueblo lejano escuchó rumores de un hombre semejante al comerciante. Sin dudar, partió hacia allí.

Los habitantes del lugar le mostraron el camino hacia la ribera, donde el comerciante descansaba. El maestro, lleno de esperanza, corrió hasta él. Al verlo, cayó de rodillas y suplicó:
—Por favor, devuélveme mi Rosa Hermosa.

Pero el comerciante, con un cuchillo en una mano y la Rosa en la otra, se negó. Entonces el maestro, desesperado, se abalanzó sobre él. La lucha fue feroz. El comerciante intentó huir al río con la Rosa, y el maestro lo siguió entre las aguas.

Dicen los pobladores que, cuando hallaron el cuerpo del comerciante con la garganta abierta y al maestro muerto en la orilla, aún aferrado a la Rosa Hermosa, sepultaron a ambos juntos en aquel mismo lugar donde, de rodillas, el maestro había implorado la devolución de su obra.



#5660 en Novela romántica

En el texto hay: rosa

Editado: 16.08.2025

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