Hermosa Sabiduría

Capítulo 2. Cállense y aprendan

Con los ojos cerrados y moviendo la cabeza de un lado a otro, Nando pegó un brinco en la silla al sentir un suave tacto en su hombro. Espantado, abrió los ojos y vio a una mujer joven que le sonreía con calidez. Ella se tocó la oreja y Nando se retiró los audífonos y de inmediato los guardó en la mochila.

Los alumnos ya estaban ubicados en sus sillas.

La mujer asintió con la cabeza y se dirigió hacia el tablero, a los dos segundos tomó aire y les habló a los estudiantes:

—Hola, chicos. Mi nombre es Verónica Sarmiento y seré su profesora de Castellano y Ética y Valores. —Los miró a todos con una sonrisa—. Me esmeraré en enseñarles adecuadamente las cátedras y forjaré sus caracteres y temperamentos.

—Seño Vero —dijo Pedro sin respeto—, ¿a usted quelinporta si estamos bien o mal? Enséñenos a escribir y guárdese su educación por el culo.

Los estudiantes aullaron como una ola creciente.

—Ajá. —Verónica asintió con una mueca de aburrimiento—. Veo que tienes agallas para ofender con un vocabulario de camionero.

Pedro arrugó el entrecejo y se cruzó de brazos.

—Soy amor y paz, pero si te pones con esas altanerías, no tendré inconvenientes de mandarte a coordinación. No estoy para aguantar las groserías de niños malcriados.

Los estudiantes volvieron a aullar con la voz aún más alta y de larga duración. Verónica se aproximó al pupitre de Pedro, que estaba frente al tablero, y le dio golpecitos a la mesa con las uñas.

—Levántese y venga conmigo.

—¡Eche, ¿y por qué?! Yo no hice nada. ¡La metiche es usted!

La profesora dejó a un lado al disruptor de la paz y se dirigió a toda el aula:

—El mundo siempre ha sido un lugar hostil. El hombre ha hecho lo que ha querido con su entorno: ha extinto especies por su propia seguridad y ha desterrado a los animales de sus hábitats para crear imperios y ciudades. El hombre ha hecho cosas increíbles, no se puede negar, pero ¿a costa de qué? Un ejemplo de tantas: quema de árboles. ¿Saben qué hacen los árboles?

Una chica alzó la mano y la profesora le dio la palabra:

—Nos dan oxígeno.

—Exacto, ¿y qué pasaría si no tenemos oxígeno?

—Nos morimos.

—Perfecto, y el humo de la quema de árboles ¿qué produce?

—Deterioro en la capa de ozono —dijo la estudiante.

—Increíble respuesta. ¿Cómo te llamas?

—Alexis Martínez.

—Muy bien, Alexis. Me alegra mucho que no olvidaran cosas elementales de la primaria. Ahora bien, ¿qué expulsan las fábricas? Que responda otra persona.

Santiago alzó la mano y Verónica le cedió el turno:

—Mucho CO2 que destruye la capa de ozono.

—Ajá, muy bien. ¿Cómo te llamas?

—Santiago Acosta, profesora.

—Un gusto, Santiago. Ahora vamos a filosofar: si tenemos tecnología avanzada, ¿por qué continuamos empleando fábricas arcaicas que siguen perjudicando nuestro planeta con sus gases nocivos? ¿Alguien sabe?

Todos se quedaron mudos e incomodaron el ambiente con la nebulosa de la ignorancia.

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Créditos

© María Paula Rodríguez Gómez

2022 primera edición

2024 segunda edición

Seudónimo: María Rogosace

Derechos de autor: MINISTERIO DEL INTERIORDIRECCIÓN NACIONAL DE DERECHO DE AUTOR




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