Toda sudorosa llego a la tienda y para colmo tiene aire acondicionado, de seguro que me puede dar una gripe horrenda, veo desde lejos al chico de la caja con su gran melena castaña y su gorra roja, me hace recordar a mi primer novio, identicamente en peinado y altura pero he de suponer quetienen personalidades diferentes. Esculco la nevera de la tienda pero no hay del jugo de mi elección así que tardo un buen rato viendola, tomandome mi tiempo para escoger lo que me llevaré al estomago… y nada me convence.
—Me puedo llevar un coffe hole… ¿helado?—me cruzo de brazos—¿estas segura?— la música se detiene y eso hace que saque el móvil—¿y ahora qué?—en mis oidos suena una música que hace tiempo no escuchaba—¿Alex Ubago…?
—¿Me permite?— escucho detrás de mi, me vuelvo, pero no le Veo el rostro—lo tomaré como un “sí, esta bien”.
—¿Ah? Sí… claro—.Respondo y me le quedo viendo cómo saca exactamente un coffe hole de la nevera—¿helado?—le digo sin verle el rostro.
—Sí.
—¿Seguro?—observo sus movimientos lentos.
—completamente—.Me responde sin tapujos.
—Lo tomare, como señal divina—musito en voz baja. Tomo el coffe hole de capucchino antes que cierre la nevera y dejo continuar la música.
<<¿Acabo de hacerle plática a un completo desconocido, por su elección de bebida?>>
—Debo estar loca…
—Son 22 con 50 centavos.
—¿Ah? Gracias…—saco el dinero y le pago—…, gracias—repito sin querer.
—De nada, que tenga buen día.
—Ajá…—le digo y asiento levemente la cabeza.
Salgo de la tienda con un coffe hole capucchino, cuando realmente quería un jugo sin embargo es como si el antojo estuviera presente, al menos en mi estomgo sí, sí lo está. Me detengo en la acera de la tienda pero cambio la música a Wings de Birdy, y de igual manera la tarareo voy caminando como si fuese una estudiante de preparatoría, supongo que la gente no está acostumbrada a que las personas como yo, hagan este tipo de cosas y aclaro que no soy tan buena para el inglés,sino lo prácticas se te olvida, eso ya me quedo claro pero no es delito ni pecado equivocarme al pronunciar la letra.
Llego a la entrada de mi edificio pero antes de abrir la puerta, sale una chica alta pero con cabello teñido ¿Cómo lo se? Pues, fácil…, se le nota en la raíz del cuero cabelludo pero me mira muy arrogante, con gestos que me dan ganas de caerle a golpes, pero me detengo; admito que luce muy bien con ese vestido purpura y tacones altos, pero le hacen ver muy delgada.
<< Quizá es eso lo que quiere lucir, un cuerpo muy pero muy delgado>>
—¿Qué tanto me miras?
—Te equivocas no es mirar…—le veo levantar una ceja—…, es aprecir, buenos días—le respondo y entro ignorando que carajos he hecho.
Subo por las escalera y estoy que me muero, reaccioné muy tarde o ¿Qué? Porque me queman las mejillas, me ha dado pena y vergüenza lo que he dicho y más porque no la conozco, le quito el seguro a la puerta pero me tengo al ver que uno de los departamentos, de junto esta con la puerta entre abierta y eso no es nada normal en este edificio, todo se maneja bajo puertas cerradas y aunque no tengo vecinos muy comunicativos, me asomo a hechar un vistazo y eso me recuerda a una película en que la persona que espía, en este caso yo, encuentrá el cadaver de su vecino en un charco de sangre.
<<Dios, debo dejar de ver tantas películas de terror>>
Sin soltar mi bolsa de compra, empujo un poco la puerta y esta rechina provocandome un recelo en el cuello pero me detengo en seco, cuando me sale de frente un tipo de playera blanca y pans azules que me dice: ¡¿Qué carajos estoy haciendo?!