Héroe Anónimo

IX

—Dios no me des sustos así y tampoco me grites, maldición…

—¿Cómo es posible que alabes y maldigas en una misma oración?

—Y-yo no sé, sólo me sale así, ni yo misma comprendo cómo reacciono…

—¿Me estas dando explicaciones?—extiende la mano y se recarga del umbral, como evitandome el paso.

—Mmm… olvidalo, disculpa—no levanto la mirada y eso hace que aprecie sus pies desnudos y pálidos.

—Señorita, su vida está basada, en muchas disculpas—.Me suelta pero no le respondo.

 Me doy media vuelta y camino a mi departamento, me detengo y siento que él me mira pero entro y cierro la puerta de la manera más rápida que puedo, me quedo recargada de la misma, sosteniendo mi bolsa contra el pecho y respiro hondo, muy hondo.

<<Sólo preparate el desayuno… y date un baño…, pero esa voz, esa voz… ¡Ah! Huevos revueltos>>

—Ni le vi la cara…—bato los huevos y los dejo caer en la sárten, el aciete chispea y me cae unas cuantas gotitas en la mano—dios…, duele mucho—me llevo la mano a la boca y la beso rápidamente—siempre ando viendo los pies de la gente…, no le vi la cara al tipo que me abrío la puerta, ni con quien choque, ni al extraño de la tienda, ni al vecino—¿estaba alquilado ese departamento? —me pregunto a mi misma—yo que recuerde no… Ah y ahora me respondo, vas progresando Diam.

Termino de preparar el desayuno y me sirvo a la mesa, pero me levanto y en una pequeña bocina conecto el móvil para escuchar música, deslizo mi dedo en la lista de reproducción  y elijo al azar a Besos en guerra con Morat, regreso a la mesa y empiezo a comer, difruto todos los sábados en la mañana hacer este tipo de cosas, le agrego salsa capsup a mis huevos revueltos y no puedo evitar seguir el ritmo de la muúsica, al menos con mis pies la sigo.

Consigo terminar de desayunar al mismo tiempo que la música y la siguiente se reproduce automáticamente, tomandome por sorpresa,  La Fuerza del Destino con Mecano, y por alguna razón están en el móvil, dejo que continue y levanto los platos, los llevo al fregadero y al compas los lavo, en un siantiamén lo termino y decido ir a darme un baño pero tocan el timbre.

<<¿Y ahora quien?...>>

Tocan el timbre con más incistencia. Me detengo frente a la puerta por un momento y la abró. Me quedo perpleja, boquiabierta y automáticamente miro sus pies, mantengo la mirada allí.

—Creo yo que debes ser mas atenta y menos distraida…—extiende la mano—pensaba devolvertelo después de que me diera una ducha pero pense que saldrías o yo qué sé—extiedo mi mano y me lo entrega.

<<Santo cielo, mi monedero, carajo ¿En qué ando pensando?>>

—Gra… Gracias… yo no me había… dado cuenta.—Miro sus pies desnudos nuevamente.

<<Diam levanta la mirada, anda>>

—Te lo agradezco—levanto la mirada—oh, al fin.

—¿Al fin qué?—me mira muy atento.

—No. Nada—medio le sonrío, estoy apenada, por decir mis pensamientos en voz alta—supongo que le deberé un favor.

—Que algun día se lo cobraré—me interrumpe rápidamente—ten buen día.

—Sí, claro—le digo y cierro la puerta.—Nadie, nunca, jamas… devuelve algo—reviso el interior de ésta y allí esta mi dinero y una tarjetita de descuento para pizza.

Recargo la frente en la puerta y esto es tortuoso pero al menos ya le vi la cara a mi vecino, sonrio, y sí es la misma persona que me abrio la puerta aquel día, creó que es la misma persona.

Dejo el monedero en la mesita de estar y camino al baño.

—¡TENGO QUE DARME UN BAÑO!—digo a gran voz y empiezo a desvestirme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.