Héroe Anónimo

XI

La música esta súper fuerte, que apenas y escucho a Lulú decir que quiere bailar y eso que apenas acabamos de llegar, Lulú toma del brazo a Alan y se lo lleva a bailar, yo solo les veo y el hombre detrás de la barra me toca el hombro así que me vuelvo y sin decirme nada me sirve un tarro de cerbeza, me le quedo viendo sin entender.

—El tipo de haya—señala con su dedo índice pero sin alargar mucho la mano.

—¿Ah?—Dirijo la mirada a dónde él apunta—gracias…, pero debo de decirle que no la aceptaré.

—Jovencita, no me pidas desperdicir un tarro.

—Pero yo…—no me deja terminar la oración, pues él se acerca al tipo que me la invito y éste se vuelve—¡madre santa!—me llevo la mano a la boca como tratando de detener un grito, disimuladamente—¿pero cómo se atrevio?

Y me lo pregunto por qué, aparte de devolverme el monedero me invita un tarro de cerveza, pero me temo que él no sabe que yo no bebo, al menos en gran cantidad. Muevo la cabeza en señal de negación pero él solo me sonríe y bebe de su tarro, pero sin poder evitarlo le sonrío y me le quedo viendo, hasta que  Alan se coloca frente a mi tapandolo por completo y le pide al chico más joven detrás de la barra que le sirva dos cervezas; él bebe directamente de la botella, busco a Lulú y esta bailando sola en la pequeña pista.

—¿Tan temprano piensas beber?

—¿Ah?—miro hacia el tarro—este… no, yo no he…

—Se nota que estuvo estresante la semana…, sólo no te emborraches, guapa—comenta Alan juguetón y de manera  alegre, dejandome sola para ir hacia Lulú.

—¿Eh?—me quedo boquiabierta pero al final me hace gracia, y solo sonrío en fracciones de segundo.

Quizá pasan como cinco minutos y la luz vuelve, eso hace que parpadeé muchas veces para poder ver con claridad, todos están con cara de alivio y eso es bueno, el dueño del bar se disculpa por el incidente del apagón con todos. Y después la música sigue como si no hubiera pasado nada. En un buen sentido, todo marcha bien, es fin de semana, veo bailar a muchas personas y me recuerda que tan poca juventud me queda.

Sin embargo estoy chapada a la antigua, padres tradicionales con mentalidad tradicional y respeto mi libertad, es decir, que no entraré en el libertinaje, los chicos me preguntan si esta bien que me dejen de nuevo sola, yo solo les sonrío y les digo que sí.

<<Aún tengo un tarro de cerveza que probar>>

 

—No se preocupen estaré aquí—tomo el lugar en la barra, justo el lugar antes del apagón—vayan y bailen todo lo que quieran, vamos.

—Como digas, guapa.

—¡Que muñequita!—me oprime los gachetes.

—Ya, ya, ya—repito para que me suelte.

El tarro de cerveza continua en el mismo lugar y decido probarlo, le doy pequeños sorbos y suena una canción que mi padre suele poner desde mi niñez: Every Braeth You Take  con  The Police, era siempre una dedicatoria para mi madre cada vez que se enojaba con él, debo decir que me gusta mucho el ritmo y el principio de la canción, me fascina, no…

—Me encanta—musito y me meso en la silla.

—A mi también—.Escucho que dicen a mi lado. Me vuelvo a mi derecha—es como para apaciguar una discución.

—Eso me recuerda—comento—que mi padre se la dedica a mi mdre, cada vez que se enoja con él.

—Mi padre solía hacer eso…—agacha la mirada, le veo muy atenta—apaciguar…

—Se gana la guerra si se sabe cómo y por dónde atacar—le suelto recordando los enojos de mi madre.

Levanta la cabeza y nuestras miradas se cruzan instantáneamente, y es como si lo demás pasara en cámara rápida, ajá, dije rápida y nosotros no, es magicamente una conexión, charlamos un poco del bar, de la cuidad, del edificio dónde estamos rentando, y aprovecho para darle las gracias nuevamente y él solo me sonríe, a parte de que me aclara  sin que yo pregunte, que él en ningún momento reviso el interior de mi monedero. No me pregunta por mi nombre ni yo por el de él. Pero nos sumergimos en grandes pláticas sin embargo llega el momento en que me dice que se tiene que ir, eso me pone… triste.

—Nos vemos—se levanta.

—Ah, si claro, esta bien—le veo caminar un poco y luego vuelve—¿Qué paso?—le pregunto sin moverme.

—Procura no emborracharte y regresar temprano—me susurra al oido y me da un beso en la mejilla. Me pone nerviosa.




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