Héroe Anónimo

XVIII

 No pego el ojo en toda la noche, tengo miedo y no sé realmente porqué. La reacción de los demás ante esta noticia o el nuevo suplente o que yo fracace, bueno no sé a cuál de los tres… o quizá si sepa, bueno… ay! No sé. Esto estan estresante y por primera vez desde que empece con mi trabajo, desayuno muy de mañana, me doy una ducha y me sobra tiempo para ir caminando en vez de correr el maratón, en la parada del bus, no hay muchas personas como lo días anteriores y apenas y son las seis y treinta de la mañana del día 22 de enero de 2022; cuando el bus llega, soy una de las últimas en subir, tomo asiento junto a la ventana, el bus pasa en las calles principales y antes de llegar a la empresa veo aquel anuncio en azul, aquel mismo que vi hace un par de días antes, y es cierto; entre a la empresa no porque quería dejar huella, un recuerdo en mi memoria para contar ya entrada en años sino para saber que hice algo importante y que ya nadie me podrá hacer sentir inferior o inútil como cuándo estaba en la universidad.

—Bien, aquí vamos—estoy frente a la puerta de la sala de juntas—tú puedes, Diam.

Entro pero no hay nadie más que una joven chica, de unos veintidos años, de traje gris, cabello negro recojido en un moño, arreglando la mesa de bocadillos, me sonríe al volverse, yo hago lo mismo.

—Señorita García, buenos días.

—Buenos días…—le vuelvo a sonreír—no sé cómo te llamas.

—Soy Iris Ruiz—se aliza la falda.

—Un gusto, Iris—le extiendo la mano, ella me mira y luego me dá el apretón de manos, sonríe—¿Trabjaras aquí?

<<¿Será ella? Bueno, él mencionó “sustituto”, hombre, a “un hombre como sustituto”>>

—No realmente, sólo estaré encargada de los aperitivos en está junta.

—Ah.—Eso me atravieza el corazón como una daga—ya veo.

<<¿Cómo sabe mi nombre?>>

Después del saludo me dispongo a andar de un lado para otro, Iris me sigue con la mirada pero me tiemblan las piernas y me sudan las manos, miro hacia arriba mientras camino, Iris se acerca a mi y me entrega una pelotita de espuma. 

—Es buena para los nervios—señala y le veo cerrar la mano, haciendo así un puño y la vuelve abrir, lo repite dos veces más.

Calmar los nervios con solo la acción de apretarla varias veces, le agradezco su amabilida y ayuda infinitamente.

Revisó el reloj de pulsera  son las seis y cincuenta y cinco, escucho la voz de Alan junto a la de Lulú, vienen directamente a la sala de juntas, me quedo parada viendo como se abré la puerta, ellos me miran brevemente, luego se miran entre sí, y finalmante vuelven a verme.

—Guapa, ¿tú tan temprano?

—¡Eso sí que es una sorpresa!—Grita Lulú toda emocionada—hoy va a suceder algo bueno.

—Hola, buenos días—les digo y sonrío—ella es Iris Ruiz—ella se acerca y les dá la mano, ellos la imitan.




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