Héroe Anónimo

XXV

Una vez en el edificio, se me es complicado todo. Solo le dí las gracias por haberme traído y entre al elevador tan rápido como una bala pero allí estaba él, subiendo al mismo y oprimiendo el botón para subir al piso correspondiente. No hablamos. Miro hacia el piso hasta que se abren las puertas y salgo de él, abro la puerta de mi departamento toda nerviosa y una vez dentro doy un fuerte respiro, mi corazón está al cien por ciento.

<<De verdad, ¿Qué me está pasando?>>

—Dialnet, ¿Qué rayos estás haciendo?—me deslizo en la puerta hasta el piso—hace mucho tiempo que no sentía algo como esto…. No desde que estuve con él... eso fue hace mucho tiempo atrás—resopló algo enojada—me estoy volviendo loca.

Durante varios días, él se ofreció a llevarme al trabajo, y en cada una de esas veces me ha costado mucho aceptar, no podía inventar ninguna excusa coherente. Quizá muchas personas digan que estoy siendo muy “especial” en estos momentos pero lo cierto es que no comprendo por qué me siento tan nerviosa y con pena en todo momento cuando estoy junto a él. Temo equivocarme y hacer el rídiculo, quizá igual o más que aquella vez en el restaurante, cuando cenamos todos juntos.

<<¿Debería sentirme feliz por estar así o debería tener miedo por aquello que no comprendo?>>

Divinamente doy gracias ya que hoy no me lo he encontrado, tomo el bus y reproduzco una cancioncita que acabo de agregar a mi reproductor,  Round and Round  de Heize, lo agregue después de que vi el K-drama que me lo termine en un fin de semana, ya saben que me gusta lo asiático y no hay pierde en estos casos, aunque me gustaría compartir mis gustos con alguna de mis compañeras de trabajo pero creo y me temo que ninguna de ellas conoce de esto y se que sería el bicho raro si me pongo a hablar de ello durante los descansos.

—¡Las copias!—grita junto a mi.

—¡Madre mía!—le veo aterrada—no me des esos sustos, Ivette.

—No era mi intención—sonríe ampliamente pero termina soltando una enorme carcajada—mentira, la verdad es que si quería.

—Que mala—le doy de golpecitos en el brazo y le suelto un puchero—eres mala.

—Lo siento, lo siento—dice sin dejar de reír.

Podría enojarme con ella pero la verdad es que no, no lo estoy y eso para mí es muy bueno, aunque soy la “jefa” no puedo dejar de ir a la fotocopiadora por mis propias copias. Y se que los chicos quieren ser serviciales pero los veo como mis compañeros de trabajo no como mis sirvientes y es eso lo que quiero dejar en claro, aun puedo sacar mis propias copias.

—Hoy es la junta—me dice y se acerca a la máquina para recoger las copias—¿ya tienes una idea?

—La verdad lo pensé durante muchos días—le digo y le veo acomodar delicadamente mis copias sobre la mesa de junto—tengo algunas ideas, solo espero que funcionen.

—Faltan 6 días, para tu presentación formal con los demás directivos, ¿estas segura de hacerlo ese día?

—Tengo nervios y…—recuerdo algo que había olvidado.

“—¿Te parece presentarte formalmente el 14 de febrero?

—No veo por qué no, ¿en dónde?

—Mm, sorprendenos.

—¿Qué?”

 




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