Lo alcanzo antes de que el ascensor se cierre. Él suspira deliberadamente, algo me dice que se ha puesto impaciente y sí que así es, no deja de revisar su reloj de pulsera innumerables de veces, tanto que hasta a mi me pone de nerviosa, solo vamos a la oficina una mañana de febrero, ni que se fuera a declararse o algo.
<<¿Por qué se pone así? ¿Quién es jefe él o yo?>>
Repito de manera inconsciente en mi mente, y le recorro con la mirada de arriba abajo, hasta que Noa me sorprende y me levanta una ceja, acto que me pone nerviosa y a parto la mirada de golpe. Las puertas se abren y ha paso torpe salgo de él, escuchó a Noa como suelta una leve risa.
<<¿Se está burlando de mi?>>
—De prisa.
—Ya voy, fiero tu modo…
—¿Fiero mi modo?
<<¡Rayos¡, mi lado chiapaneco ha salido a flote… ¡joder!>>
—No nada. No te preocupes.
—Mmm—pronuncia al salir del ascensor, niega con la cabeza—bien, dime ¿Qué idioma es ese?
—¿Idioma?—me sorprende su pregunta, ambos entramos a su auto, me pongo el cinturón de seguridad, él hace lo mismo y coloca su termo en el compartimiento que tenemos en medio, junto a la palanca—pues no es más que las usuales palabras chiapanecas.
—Jamás he estado en Chiapas… espera, ¿eres chiapaneca?
—Sí.
<<¡Por Dios! ¿acabo de afirmar mi procedencia a un extraño? Bueno no es un extraño pero tengo poco tiempo de conocerlo>>
—Eso es sorprendente—rié, por primera vez rié ante mí y me deja perpleja—no puedo creerlo—se cubre el rostro con una mano y la otra la apoya en el volante.
—Pero bueno ¿Qué es tan gracioso?—masculló ofendida.
—Algún día sabrás.