Héroe Anónimo

XXXVIII

Es sábado por la mañana, el día lunes es la dichosa presentación pero aunque ya tengo el discurso, bueno algo de él porque estoy completamente de acuerdo con Noa, no tiene coherencia para nada, ha surgido un nuevo problema, más bien siempre ha estado allí pero nunca le he tomado importancia como hasta ahora y es que debo hablar en público.

 Ayer por la noche revise en youtube algunos vídeos, he visto uno que otro de oratoria pero la mayoría de ellos son niños y chicos de secundaria presentando proyectos de la escuela o algo por el estilo, aunque me encontré con vídeos de oradores, me llamó la atención uno en especial, no recuerdo el nombre pero me agrada mucho como se dirige al público en sí.

Tiene una naturalidad envidiable y sobre todo sabe como hacer reír a su audiencia.

Pero yo ni sé cómo manejar las riendas de la multitud, soy una completa desgracia andante por la sociedad.

<<¿Por qué a mí? Más bien, ¿será que a todo mundo le pasa así o solo yo?>>  

—¡Que horror!

Cansada de todo, decido prepararme algo para comer, revisó la nevera, no hay nada ni siquiera mi súper coffe hole, me alarmo y abro las gavetas de la alacena, tampoco hay nada.

—Me olvide de surtir la alacena en todo la semana, dios… moriré de hambre.

Ya no está el chico que me atendió la vez pasada, quizá ya dejó el trabajo o quién sabe realmente. Fui a la tienda a comprar comestibles para surtir mi vacía alacena; las puertas del ascensor se abren, llevo seis bolsas distribuidas equitativamente en cada mano. 

<<Uff… ¡que pesadas están!>>

—¡No me dejes!—grita un chico por el pasillo, levantó la mirada y le veo en ropa interior—dijiste que no me dejarías…

—No exageres—comenta el otro chico que me está dando la espalda—yo no prometí nada.  

<<¿Qué rayos?>>

—Eres lo único que tengo—el chico en ropa interior le toma de la mano al otro chico—¡llevame contigo!—hace un puchero.

—Ni que estuviera loco—le suelta y se vuelve, nuestras miradas se cruzan y me quedo con la boca abierta—te entraran moscas—me dice y pasa junto a mi.

—¿Eres gey?—susurro.

—¿Quieres que te demuestre que no lo soy?—le escucho que pronuncia en un susurro y se adentra al ascensor. 

Me quedo en el pasillo, cargando mis bolsas de la tienda, sin desayunar, todo temblorosa y las mejillas me queman.

<<Pobre de mi corazón>>

Lo que acaba de suceder es algo bochornoso y para colmo con un chico en ropa interior frente a mi, ambos nos miramos, me sonríe.

—¿Necesitas ayuda con las bolsas?

—¿Ah?—le veo de pies a cabeza y luego veo mis bolsas—estás desnudo—comentó y él se mira así mismo, suelta una carcajada que me termina contagiando.

—Lo siento—dice entre risas—olvide por completo como estoy pero no estoy desnudo al cien por ciento—abro exageradamente los ojos—no te alarmes, aunque no recibas mi ayuda con eso—señala las bolsas.

—No te preocupes, la intención cuenta, gracias.

—Seguro—dice y se adentra al departamento de Noa.   

 




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