—Muy graciosa, oye ¿me das permiso?, haré café.
—No me pidas permiso para algo que yo también quiero. Ire a la habitación para buscarte algo de ropa.
—Seguro.
La dejo en la cocina, mientras busco en el armario algo para prestarle, me encuentro con una playera que tiene a Hello Kitty y unos deportivos grises; aprovecho para cambiarme, opto por mi pijama de Las Chicas Súper Poderosas, cierro el armario y regreso a la cocina, pero escucho que habla con alguien más, es Ivette, trae puesto unos jeans negros y una blusa rosa de manga corta, unos ligeros zapatos; le hacen ver más joven y un tanto bajita. Trae consigo una caja de pizza.
<<¡Dios! Pizza…>>
—Lulú, ten—ella se vuelve—puedes usar mi habitación o el baño, como gustes.
—Gracias, pero me dejan pizza.
—Sí—. Ivett me mira y se le dibuja una sonrisa perfecta—pasa, y ponte cómoda.
—Gracias, no compre refresco…
—No te preocupes, tengo una botella de Pepsi en la nevera, por si gustas—chifla la tetera en la cocina—olvide que Lulú preparo café, ahora regreso.
Corro hacia la estufa y apago la llama, por suerte le dejo la tapa a la tetera si no hubiera desparramado, manchando por todas partes. La risa de Lulú la escucho hasta donde estoy, me dá a entender que está sumergida en una gran platica con Ivette.
—Deja te ayudo.
—Vale.
—Ivette dijo que se cambiaría.
—Genial.
—Oye estás muy rara.
—¿Por qué lo dices?
—Es que siempre hablas, bueno, eres muy explicita.
—Bueno, es que la verdad estoy nerviosa—veo como añade café a dos tazas, el humeante café me embruja, saca la botella de Pepsi y lo sirve en un vaso de cristal, hay una gran diferencia entre las dos bebidas; una sabe mejor caliente y la otra fría, a la bebida fría le pone unos cubitos de hielo para mantener su estado—hablaré ante…
—315 invitados.
—Eso, y pues me dá el nervio—me llevo una mano a la frente—y tengo que pensar que todo estará bien.
—Todo estará bien—me entrega mi taza de café humeante—no lo pienses tanto, que tal y si mejor te ayudo a que te relajas al momento.
—¿Ah, si?—levanto una ceja—¿Cómo?
—Sacando la lengua—y es justo lo que hace, me empiezo a reír.
—Vale, por cierto, ¿Qué era eso tan “confidencial” que tenias que decirme?
—Que bueno que me lo recuerdas.