Lleva la bebida de Ivette y la suya en cada mano, Ivette ya está sentada en uno de los sofás, tiene las piernas encogidas como una niña, nos sonríe al vernos, luce algo apenada, ahora se ha puesto unos deportivos rosa y una playera blanca,
—Ivette, cuéntanos ahora qué fue lo que viste—comenta y le entrega la Pepsi, ella le ha dado un bocado a su trozo de pizza.
—¿Lo que vio?—me sirvo un trozo con doble queso, está tibio.
—Pues, durante la tarde, en la boutique, Lithi trato de besar a Noa.
—¡¿Qué?!—trago fuertemente.
<<Que bueno que aún no le daba sorbo al café o lo hubiera escupido por la sorpresa>>
—Yo estaba que ni me lo creía cuando me lo dijo—comenta y muerde fuertemente a su trozo, suspira.
Me siento en mi sofá preferido, ellas quedan de frente, mis pantuflas están frías y copio la posición que tiene Ivette, la taza caliente apenas y siento que no quema, me absorto por un instante en mi mente, vagó por infinitos lugares.
*—Cariño, es hora de cenar.
—Ya voy mami—corro por el pasillo hasta llegar al comedor, mis hermanos y mis padres ya están en la mesa—llegó justo a tiempo.
—A tiempo, así debe ser siempre, llega a tiempo a cualquier lugar.
Papá luce tan cansado, sé que se quedó la noche anterior terminado un traje, mamá se quedó con él, dando los últimos retoques. Nunca aprendí el oficio de ellos. Siempre ha sido difícil para mi.*
—Tierra llamando a Dialnet—agita su mano frente a mi cara.
—Lo siento, recordé algo.
—Mm—toma pequeños sorbos pero no me quita la mirada—Noa está enamorado.
—¿De Lithi?—su asombro me da miedo, Ivette, abre exageradamente los ojos.
—Que va, de ella no, sino de alguien más.
—¿Por qué no dejas de verme?
—¿Tú dime?
—Antes de eso—interrumpen nuestras miradas afiladas—me encontré con él cuando salí del ascensor—ambas le miramos expectantes—y me dijo algo curioso—se lleva una mano a la barbilla—dijo lo siguiente: ¿tú y quién más estará con García?—hizo ademanes dramáticos—respondí: Lulú, haremos una pijamada. Luego me miró muy serio pero luego ablandó su expresión.
—¿Eso te pregunto? Que directo.
—En fin—me corta Lulú—pregunta, ¿él aceptó el beso?
—¿En qué parte de que “intento” no entendiste?
La manera tan peculiar de regañar de Ivette provocó que me empezará a reír sin medida ambas me observan pero haga caso omiso, hasta que tocan el timbre, me quedo en silencio, el toque del timbre es muy insistente. Eso me hace recordar la primera vez que Noa tocó el timbre para devolverme mi monedero aquella vez.
—Iré yo.