Héroe Anónimo

L

Me muevo de un lado a otro en la cama, no hay nada que hacer y mucho menos levantarse temprano, hoy no iré al trabajo, no me preocuparé por el autobús y menos porque me dejase, no me preocuparé de que el ascensor sea súper lento y no me preocuparé por encontrarme con Noa al salir de mi departamento.

—Noa—susurro y me llevo la mano a la frente, como si me estuviera midiendo la temperatura—es una locura.

—¡Dialnet, hora de levantarse!—abre la puerta de golpe—buenos días—Lulú me sonríe. 

—Buenos días.

Terminó de cepillarme los dientes, el café está listo, humeante y caliente, siento su exquisito aroma que me recuerda a las mañanas en casa de mis padres. Ivette bosteza y le dá de pequeños sorbos a su café.

—¿Qué hora es?

—Las 9:15 de la mañana.

—Entonces si me desperte tarde.

—Igual que Ivette.

—Cierto, cuando me desperté, Lulú ya está preparando el café mientras tarareaba una canción… por cierto ¿Qué canción era?

—Perdedor de Enrique Iglesias y Marco Antonio Solis.

—Tengo una pregunta para ti, Lulú.

—Dispará—nos guiña, nos da la espalda y bate unos huevos para luego dejarlas caer en la sartén.

—¿Te gusta Alan?

Se le cae la cuchara, yo me quedo perpleja ante la pregunta, Ivette luce seria pero no cambia su postura, apoyando el mentón en las manos, mientras tiene los dedos entrelazados entre sí.

—¿Por qué me preguntas eso?—coloca la cuchara bajo el agua a presión.

—Responde.

—No.

—Ah.

—Oigan, ¿ha qué viene eso?

—Ella m pregunto si me gustaba alguien, le dije que sí.

—¿Lo conozco?

—Sí, es Erick.

—¡Wow!—suelto asombrada—que directa.

—Y ella una mentirosa.

—No soy una mentirosa, no siento nada por él…

—Lulú…

—¿Qué?

—Se te quema el desayuno—le digo tranquila, ella se vuelve toda asustada, mi sartén hecha humo, Ivette suelta la mayor carcajada que nunca había escuchado antes—te gusta Alan—rió.

Al final Lulú no acepta nada, solo ríe fuertemente, se aprieta el estomago y dice entre risas que le duele mucho. Sé que es un efecto de contracciones de los órganos por las fuertes y constantes risas pero no podemos detenernos.

Después de salvar mi cocina de esa gran catástrofe, desayunamos con más café como recarga de energía, estoy feliz de tener compañía en esta mañana. Gozaré este momento que no todos los días los puedo tener.  




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