Héroe Anónimo

LIV

Llegamos a un lujoso y hermoso salón que Lulú e Ivette reservaron para este gran día. Las chicas ya conocían el lugar pero ellas y yo quedamos completamente asombrada por la decoración de globos, rosa, azul y blanco, que adornan la entrada en forma de arco, convirtiéndolo  en un lugar majestuoso e imponente a la vez.

—¿Viene con nosotras, señor Cruz? 

—No—me sonríe—gracias señorita Dialnet—mira a la limu—debo quedarme en el auto, esperandolas.

—Oh—pronunció decepcionada—pues pediré que le traigan algo de comer, que se me hace que esperar es una completa agonía.

—A veces—me muestra sus dientes al sonreír—pero mi trabajo es así.

Le sonrío y él hace lo mismo, está parado frente a la limusina, se me acongoja el corazón, no me gusta estár en un lugar donde sé que me divertiré sabiendo que alguien está solo, sentado en un auto, cansado  y con hambre, definitivamente pediré que le traigan algo.

               Las chicas me incitan a entrar, apenas la música me es audible, estamos en el pasillo pero conforme avanzamos voy distinguiendo la melodía; Climbing Through Air de Tomas Skyldeberg, yo les sigo, pasando entre una enorme multitud, todos de traje y vestidos súper elegantes. Un flash me da directo al rostro, la luz me deja paulatinamente ciega, y tengo que parpadear muchas veces para ver bien. Los nervios vuelven a mí como una enorme ola pero al ver a Erick y a Alan luciendo sus trajes tan elegantes, me hacen sonreír y con eso me calmo. Los chico se acercan a nosotras para saludarnos; Erick siempre ha sido respetuoso, dando solamente el apretón de manos pero hoy lo incitamos a saludar de besos en las mejillas, sé que no está acostumbrado y se pone todo rojo pero ahora que sé que Ivette le gusta Erick, no pienso darme por vencida y lograr que ellos sean una pareja.  

<<No te obsesiones con ellos dos>>

Alan por su parte me dá un beso en la mejilla, mientras coloca su mano en mi espalda baja, de forma discreta la retira y me sonríe. Algo me dice que no debo ignorar eso, ya que Lulú se ha puesto triste por algo que él le ha dicho al oído, no sé qué fue pero ella demuestra el impacto de tal noticia en su mirada.

—Las tres lucen hermosas—comenta Alan—¿Verdad, Erick?

—Más que cierto—reímos todos—pasemos, ya tenemos mesa.

—Esperen—les detengo, ellos me miran—¿Y Lithi?—se miran entre sí—¿ella ya ha llegado?

—Sí—dice Erick—le vi hace rato pero al baño, creo, no estoy seguro, pero desde entonces no la he visto.

—¿Esta en nuestra misma mesa?

—Sí.

—¿Ella lo sabe?

—Supongo.

—¡Erick!—le doy un golpecito en el hombro con mi cartera—debes estar muy informado—concluyó con fingida indignación. 




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