Ellos vuelven a reírse y yo también. Los chicos nos conducen hasta las mesas y nos indican dónde están los baos, bueno, yo no sé dónde están, en eso veo a Liti sentada a nuestra mesa. Una mesa de manteles blancos con un mantel en rsa sbre esté, en el centro de mesa hay un arreglo floral, muy primaveral, aunque aún estamos en febrero, las flores son en tono rosa, azul y blanco, dando un efecto de bombones e inocencia.
<<Gracias al cielo que el mantel es blanco sino sería una copia barata de él>>
—Hola, Lithi—comenta Ivett y se sienta junto a ella.
—Hola.
—Hola, chica—dice Lulú y ocupa un lugar a la derecha de Lithi.
—Alan, ¿ya ha llegado Noa?—todos me miran y los observó—necesito que me ayude en algo…
—Él está ocupado.
—Oh—pronunció desanimada.
—¿Quieres que le diga algo?—ella, se pone de pie.
—Necesito hablar con él, personalmente—le sonrío.
—Ah—.Se vuelve a sentar.
Un chico de pantalones negros y chaleco del mismo color, de camisa blanca; nos ofrece algo de beber. Todos aceptamos los cócteles en tono verdoso, le doy una ligera probada pero el alcohol e muy fuerte, al menos para mí sí, me arde la garganta y luego dejó el cóctel aún lleno sobre la mesa. Le veo a Lulú como se toma otro, le lanzó una mirada acusatoria pero ella solo me sonríe.
A lo lejos está Noa, hablando con el gerente Grajales, de ventas, decido acercarme a él; me alejó de los chicos sin decirles a dónde voy. Me abro paso entre la multitud que comparten risas, elogios, chistes y demás. Luce excesivamente alto con el traje azul oscuro y los zapatos marrones, su cabello reluce con la luz del lugar, estoy un poco cerca de él pero se atraviesa una joven de vestido naranja, su cara es como el de una muñequita, me sonríe penosa por chocar conmigo, le sonrío. Cuando levanto la mirada, Noa ya me está observando. Me quedo parada en ese lugar, siento mis mejillas calentarse, mi corazón late con fuerza, él me sonríe; el gerente Grajales le da una palmada en el hombro a la vez que le dice algo al oído y él asienta levemente la cabeza.
Doy un paso y Noa hace lo mismo, continuó avanzando como él también, nos sostenemos la mirada, no la apartamos ni para ver a nuestro alrededor. Quedamos frente a frente.
Es muy alto pero eso me brinda la oportunidad de oler su colonia, una dulce fragancia de canela y vainilla. Nos sonreímos. Es algo muy íntimo.