Se lo entregó una vez más, él me levanta una ceja y le sonrío, le hago señas a uno de los meseros y le pido que le siga a Noa para que le llevé algo de tomar al señor Cruz.
—Listo, el chico te ayudará con la bebida.
—No crees que pudiste decirle a algunos de ellos para que lo hicieran.
—La verdad, tienes razón—me empino y le susurro al oído—confio en ti, no en los demás—le doy una palmadita en el hombro—gracias, Noa.
Sus ojos me expresan algo de dolor pero solo le dura unos instantes y asienta, se va con el joven mesero siguiéndole. Suspiro y regreso a la mesa donde están los chicos, sin embargo me cruzo con Lithi, que me mira algo furiosa, se acerca a mí, trae consigo un cóctel.
—¿Hablaste con él?
—¿Con quién?
—Noa—dice irritada pero siento que el que ella pronuncie ese nombre, me duela el corazón.
—Sí, gracias.
—¿Por qué me las das?—toma un sorbo—yo no he hecho nada.
—Quizá pero te ofreciste a buscarlo.
—Ah.
—Bueno, tengo que regresar a donde están los chicos—doy un paso pero ella me detiene colocándose frente a mí.
—¿Y te gusto?—sus ojos brillan pero dotan decepción.
—¿Qué cosa?
—Su abrazo.
Y caigo en la cuenta de que ella os vio, pero eso no fue un abrazo, debo aclarar ese punto.
<<Más bien, ¿Por qué debo aclararlo?>>
—¿Él te gusta?
—Lithi, esto no nos llevará a ningún lugar—sus ojos están rojos y algo llorosos—disculpa, iré con los chicos—le veo morderse los labios con fuerza—Lithi, escucha...
—No. Ya me quedo claro.
Ella continúa su camino, dejándome con las palabras en la boca.