—¿Eres más feliz en LÖWE que en KarloKids?
Suelto sin pensar y Noa levanta la mirada, deja de cortar, nos miramos fijamente y siento que mi corazón estallará en cualquier segundo más de silencio. Él niega con la cabeza y eso me dá una punzada de dolor.
—Fui feliz en Karloskids, no negaré eso pero como te dije no hay hermandad, todo allí es una extraña… competitividad.
—Oh—tomó una toallita y limpió mi nariz—¿y en LÖWE?
—Allí todo es diferente, no hay competencias, no hay exigencias, creó que la empresa tiene algo que la otra nunca tendrá.
—¿Hermandad?
—No—se lleva otro trocito de queso a la boca, mastica lentamente y después dice—a ti.
Sé que me he ruborizado, porque mis mejillas se han puesto calientes, y agachó la mirada, y empiezo a toser, Noa se acerca a mí y me coloca la mano sobre mi hombro, me pide que lo miré pero no lo hago.
Eso no me lo esperaba, y me ha dejado en las nubes. Quizá es como dijo Ivette, tengo que averiguar qué es lo que siento realmente, de qué forma le quiero.