Héroe

Desmond Doss

La tranquila vida de Desmond Doss, un hombre con unas profundas convicciones religiosas, se vio alterada tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando se alistó en el ejército norteamericano. Destinado al frente del Pacífico formando parte del cuerpo médico, Doss, que debido a sus ideas iba desarmado, salvó la vida de casi cien compañeros en Okinawa sin disparar una sola bala.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), más de 70.000 las personas fueron definidas como objetores de conciencia. La mayoría eran hombres cuyas profundas convicciones religiosas los hacía contrarios a la guerra. Algunos, directamente, se negaron a servir en el ejército, pero hubo otros que a pesar de todo sí se unieron a las fuerzas armadas. Normalmente, las funciones de estos hombres no estaban relacionadas con la primera línea de combate, ya que muchos fueron médicos o capellanes. Pero de entre todos aquellos hombres destaca la historia de uno, Desmond T. Doss, un objetor de conciencia que sí participó en las batallas aunque su pacifismo le impedía empuñar un arma.

Desmond Doss nació el 2 de febrero de 1919 en Lynchburg, Virginia, y fue educado en la fe de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Influido desde muy pequeño por las enseñanzas de la Biblia, y en particular por el mandamiento de "no mataras", Desmond cumpliría toda su vida a rajatabla ese precepto. Cuando Desmond era un niño, su padre compró un gran cuadro con coloridas ilustraciones donde podían leerse los diez mandamientos. Junto al quinto mandamiento aparecía Caín sosteniendo un garrote junto al cuerpo inerte de su hermano Abel. Aquella ilustración marcaría profundamente al pequeño Desmond que no dejaba de preguntarse: "¿Por qué Caín mató a Abel? ¿Cómo demonios podía un hermano hacer tal cosa? Si me amas, no matarás". A pesar de ello, cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, Desmond aceptó ser reclutado en la primavera de 1942 ya que creía que la guerra que se estaba llevando a cabo contra la Alemania nazi era algo justo, y además deseaba servir a su país. Pero para salvar vidas, no para quitarlas.


 

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Doss fue catalogado como objetor de conciencia, pero a pesar de ello debía someterse a las ordenes de sus superiores durante su formación en el campo de entrenamiento. Para el joven Doss, aquella no fue una época fácil. Era acosado verbalmente por sus oficiales con exclamaciones como: "Doss, cuando entremos en combate, me aseguraré de que no regreses con vida", o por la noche, mientras rezaba junto a su cama, sus compañeros se burlaban de él y le lanzaban las botas y todo tipo de material militar a la cabeza. A pesar del rechazo que sufría por parte de todos, Doss se aferró su fe para seguir adelante y cumplir con su objetivo de convertirse en un soldado ejemplar.

Negándose desde el primer día a portar un arma, algo que en condiciones normales le hubiera costado un consejo de guerra, hubo algunos puntos a favor de Doss. El hecho de presentarse voluntario y de ser miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (un hecho valorado positivamente en esa época) hizo que Doss fuese incluido en el cuerpo médico de la 77 División de Infantería, destinada en la isla de Guam, en el Pacífico. En julio de 1944, aterrizó en Guam, donde sus compañeros, que meses antes lo querían bien lejos, vieron cómo la valiente actuación de aquel "flacucho con voz suave de Virginia" les salvaba la vida en más de una ocasión bajo el fuego enemigo. El valor demostrado por Doss en el campo de batalla le valió una prestigiosa condecoración: La Estrella de Bronce.


 

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El 5 de mayo de 1945, el batallón de Doss realizó un ataque anfibio al archipiélago de Ryukyu para tomar una posición japonesa situada en lo alto de un acantilado. Cuando empezaron a escalar la pared casi vertical, los soldados norteamericanos se encontraron entre el fuego cruzado japonés. Los marines fueron cayendo uno a uno bajo el fuego enemigo. Al ver aquello, y a pesar de ir desarmado tal como le dictaba su conciencia, Doss se lanzó al rescate de los heridos, mientras sus compañeros se escondían en el primer agujero que encontraban para escapar de las balas. La determinación de aquel hombre salvó la vida de 75 soldados, a los que uno a uno fue cargando sobre sus hombros con la intención de sacarlos de aquel infierno.

El 21 de mayo, Desmond Doss resultó herido por el estallido de una granada cuando se hallaba escondido junto a dos fusileros en un agujero provocado por un obús. La explosión le hizo saltar por los aires y la metralla se le clavó en la pierna hasta la altura de la cadera. Aturdido e intentando ponerse de nuevo a salvo, fue alcanzado por un francotirador que le hirió en un brazo. A pesar de la gravedad de sus heridas, cuando estaba a punto de ser evacuado en camilla, Doss solicitó que se llevaran antes a otro compañero con heridas de mayor gravedad. Antepuso la vida de otro a la suya propia. Pero Doss logró salvarse a pesar de todo. Se entablilló como pudo el brazo herido con un fusil abandonado en el campo de batalla y, arrastrándose, logró llegar hasta el hospital del campamento.



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En el texto hay: disputas peleas y guerras

Editado: 11.04.2022

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