Parte 1
En el Hogar de los Dioses, la noche después del torneo.
Todos estaban reunidos en la sala de estar del dormitorio, el único que no estaba presente era Belial que se quedó en su habitación.
La razón de que todos estuvieran reunidos es de hecho el mismo Belial, debido al incidente en el duelo de hoy donde, de no ser por la intervención de Celestia lo más seguro es que la cabeza de ese chico terminara rodando por el suelo.
“¿qué deberíamos hacer al respecto?” preguntó Miguel con una expresión seria.
“lo que hizo no es precisamente una violación a las reglas, ya que el no matar al oponente es una regla implícita dado que de igual forma se espera que los concursantes sufran daños. Pero aún así esto es algo que no se puede pasar por alto.”(Lyceus)
“y no es para menos, esa escena no fue menos que espeluznante. Hace mucho que no temblaba así kukuku...” dijo Victoria mientras se abrazaba a sí misma con las mejillas algo ruborizadas, de algún modo su estado de ánimo no encajaba en la situación.
Todos estaban de acuerdo en que las acciones de Belial habían propasado los límites, y era necesario tomar medidas para que no volviera a suceder. Con el incidente de hoy, Belial ya se había ganado el temor de toda la academia y gran parte de la ciudad.
“Alguien tiene que hablar con él y dejarle clara la situación.”
Lyceus indicó esa necesidad mientras movía su mirada por todos los presentes. Nadie parecía dispuesto a tomar la iniciativa, lo que era comprensible dada la situación. Además, Belial no era muy sociable, él no tenía demasiados problemas para mantener una conversación, pero no acostumbraba iniciarlas por lo que las ocasiones en las que se podía hablar libremente con él eran casi inexistentes. Todos tenían expresiones complicadas en sus rostros, la única persona presente que había tenido la oportunidad de conocer un poco al individuo llamado Belial era...
“Yo lo haré.” Merid se levantó y declaró con firmeza.
“¿estás seguro?”
“Si, puedo decir con seguridad que soy quien mejor lo conoce aquí. Yo me encargo de esto.”
“Entiendo, lo dejamos en tu manos.”
Merid asintió y se dirigió a la habitación de Belial en el piso de arriba, mientras tanto los demás aún discutían en la sala de estar.
“repasando, como en realidad no pasó estrictamente nada, no podemos decir que Belial debería recibir un castigo. En todo caso quien debería tenerlo soy yo por interferir en el encuentro.” dijo Celestia.
“no, no Celestia, todos vieron la misma escena y saben lo que hubiera pasado si no hubieses interferido. Me temo que no queda de otra que dejar las cosas como están, confiemos en que Merid podrá resolverlo con él.”
mientras tanto Merid estaba parado frente a la puerta de la habitación de Belial con sudor frío corriendo por su espalda, de algún modo el interior de esa habitación le daba escalofríos. Y cuando estaba por tocar la puerta.
“Quién quiera que sea que esté allí en la puerta pasa de una vez.”
parece que Belial notó su presencia desde antes, respirando profundo Merid entró en la habitación. Lo que encontró allí no era nada fuera de lo usual, Belial con su habitual cara de póquer mientras leía un libro bajo una lámpara de piedra.
“Ah, eres tu Merid ¿qué pasa?”
“necesito hablar contigo sobre lo de hoy.”
“¿lo de hoy?... ¿hablas del duelo?”
“si, precisamente.”
“... por alguna razón todo el mundo me veía con miradas extrañas cuando salí de la arena ¿tiene eso algo que ver?”