Heroes de Olimpia - Volumen 2

Capítulo IV: La calma antes de la tormenta.

Parte 1

 

Capital del Imperio Olympia, en el palacio imperial. El palacio imperial es una construcción increíblemente masiva, de sus muchas áreas, las más importantes son el salón del trono donde se realizan las ceremonias oficiales, las áreas residenciales donde viven los miembros de la familia real, las armerías, y finalmente la cámara de guerra.

 

La cámara de guerra era un salón donde el emperador se se reune con sus muchos generales para discutir los asuntos de estado, los generales suelen ser de familias nobles, aunque algunos de ellos fueron ascendidos desde los estratos bajos del ejército debido a sus méritos.

 

Justo en este momento, la cámara de guerra estaba en plena sesión, sentado en el trono en la parte más alta de la sala se encontraba la imponente figura del emperador Ashjabad, su barba y cabello dorados y sus afilados y fieros ojos que lo hacían parecerse un enorme león, cubierto con un manto rojo oscuro con un cuello de pelaje blanco. Nadie que lo viera se atrevería a mirarlo a los ojos.

 

Debajo de él se ubicaban muchos asientos alineados en una mesa con un mapa, en cada lado de la mesa habían diez asientos para un total de veinte generales presentes.

 

"Los disturbios en la frontera con Arus han aumentado en las últimas semanas, justo después de que la crisis del desbordamiento pasó, antes se formaba un enfrentamiento cada dos meses, pero ahora cada semana hay por lo menos dos choques" Dijo uno de los generales.

 

"No solo Arus, la frontera con el reino Balor también se ha visto afectada, la hostilidad de los dos reinos con el imperio de repente parece haber aumentado sin razón. Que yo sepa no hemos hecho nada que los motive a buscar problemas con el imperio"

 

"¿Estás seguro que no fueron sus tropas las que iniciaron los conflictos?¿General Wey, General Dustall?" Un anciano de mirada desconfiada observó a los dos Generales.

 

"¡Imposible! nuestras tropas nunca serían tan indisciplinadas"

 

"¡No acuse sin tener respaldo para sus palabras General Drule!"

 

"hmph..." El general Drule resopló y se quedó callado con sus brazos cruzados.

 

"No solo ha habido problemas en la frontera, también ha habido algunos indicios de rebelión por parte de las provincias al este, incluso ha incrementado la frecuencia de ataques de bandidos. Hemos sofocado estas actividades todo lo posible, pero por pequeñas que sean siguen apareciendo"

 

"¿Rebelión?¿esas pequeñas aldeas y ciudades realmente buscan rebelarse?"

 

"Hasta ahora solo han sido unos cuantos activismos de parte de algunos campesinos o comerciantes, no ha habido movimiento militar verdadero"

 

Los generales continuaron informando, varias partes del imperio estaban enfrentando inconvenientes, ya fuera proliferación del crimen, rebeliones, conflictos fronterizos, entre otros. El emperador solo miraba desde su alto trono sin tomar parte realmente en la discusión, solo escuchaba los informes y las sugerencias que le daban los generales.

 

De pronto, detrás del alto trono apareció una figura cubierta de ropas negras con una capucha y una máscara.

 

"Su majestad, le traigo un mensaje"

 

"Habla" Respondió con calma el emperador, nadie aparte de él pudo notar la presencia de esta figura.

 

"hm... ya veo, retírate"

 

"Si" La figura de repente desapareció, se había ido de la misma forma en que llegó.

 

"Mis generales" El emperador habló a los muchos hombres en la mesa, todos al instante callaron sus discusiones para oír lo que el emperador tenía que decir.

 

"Me acaba de llegar una información muy interesante, el oráculo de Delfos ha expedido una nueva profecía" Dijo el emperador sin cambiar su expresión.

 

"¿Delfos?"

 

"¿El mismísimo Delfos?"

 

Varios generales se sintieron presionados y nerviosos, Delfos era el mayor oráculo de todo el imperio. Había varios oráculos de los cuales el palacio imperial y el ejército se servían, pero Delfos era especial. No estaba directamente bajo las órdenes del imperio sino que se limitaban a no ir en su contra, no había forma de atar a Delfos al palacio de Olympia debido a que este estaba protegido por el mismísimo Dios Apolo, era simplemente intocable.

 

También, las profecías que este oráculo expedía estaban casi por completo garantizadas de cumplirse, en los miles de años de su historia, solo habían fallado una vez, y fue cuando uno de los 7 campeones mundiales se involucró con la profecía y alteró el resultado previsto. Desde entonces se supo que solo las figuras de poder inconmensurable como él eran capaces de alterar el destino.



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En el texto hay: dioses griegos, accion

Editado: 12.02.2021

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