Prólogo

Tardó meses en crear un arma por su propio rencor hacia los ciudadanos de Corvus, especialmente para destruirla a ella. Hexus estaba hecho un caos, fuego por todos lados, olor a sangre y ceniza cubrían el lugar. Entre más pisaba, más se le apretaba el pecho al saber quién estaba esperándola con heridas en su cuerpo en el lugar que la había conocido por primera vez.

— Al parecer, el día de tu muerte por fin ha llegado, Zephyra — le apuntaba con su arma que había creado.

Jylanor estaba al lado de Emrik, sacudiendo su cabeza en forma de negación, quizá ir donde su amiga detendría esta locura, pero él se lo impidió. Tenía noción de que si daba un paso más, arriesgaba su propia vida. «Esto es entre ellas», se metió en la mente de Jylanor, para dejarle en claro que él no podía evitar lo que venía en camino. El destino, tenía su lado oscuro, donde solamente provocaba dolor.

Zephyra indicó con la mirada a ambos que se fueran del lugar, dejándolas solas. Sus ojos aún brillaban, su cuerpo aún recordaba sus caricias, sus besos, pero la persona que amaba ahora no estaba. Ahora se encontraba el odio, la venganza; ella comprendía con perfección cuál era ese sentimiento. Por más que intentara aclarar las cosas, era consciente de que no la escucharía, que esto al final de cuentas debía suceder tarde o temprano.

— Si es que lo deseas, te daré el gusto de combatir conmigo, mi querida Emilieth.

Emilieth no dudó en disparar, y Zephyra no tuvo más opción que ponerse en guardia contra ella. La magia y la ciencia no se juntaban por una razón; son como el agua y el aceite, por más que se intentarán mezclar, siempre se separan por más que lo intentes unir.