Hexus: la guerra dorada.

Capítulo dos: Un ataque, un corte circuito.

Zephyra se encontraba en su habitación, sintiéndose débil de lo habitual. Mareos y una sensación de debilidad recorrían su cuerpo.

«¡Maldita sea, estas creaciones son cada vez más dañinas!», se movía de un lado a otro en su cama, notando un calor inusual, como si tuviera fiebre. Emrik, en cambio, lidiaba con la situación con mayor calma. Su guía, Jylanor, tocaba su puerta constantemente para ver cómo estaba, e incluso se levantó un par de veces de madrugada para asegurarse de que Emrik siguiera respirando. Esa preocupación le resultaba irritante, la consideraba innecesaria. Pero, aunque no lo quisiera admitir, no podía evitar admirar su valentía, ya que los de Hexus eran conocidos por odiar a los de Corvus y menospreciarlos cada vez que surgía la oportunidad. A pesar de esto, Jylanor lo trataba como un igual. Emrik sabía que, por ser hijo de uno de los líderes, ya formaba parte de su plan.

«¿Fingirá? Tal vez, pero yo puedo fingir el triple» Emrik, sacó conclusiones en menos de un día.

•••

Las horas transcurrieron y solo tres personas lograron descansar adecuadamente. Zephyra fue la única que no pudo dormir en toda la noche; al amanecer, su cuerpo exhibía hematomas inexplicables. Al verla en ese estado, los guías decidieron llamar a médicos y científicos para examinarla. Muchos de ellos la veían como un sujeto de prueba. A pesar de su lamentable condición, no mostraron compasión al volver a colocarle el collar en el cuello.

—Su cuerpo ha rechazado la nueva maquinaria, pero se adaptará —Un anciano explicaba el tema con frialdad, ignorando el estado de Zephyra—. No es motivo de gran preocupación, mis futuros líderes.

El hombre hizo una reverencia a los guías antes de marcharse. Zephyra decidió ignorar lo escuchado y miró a su hermano, quien le hizo una señal con un sutil cambio en el color de sus ojos, un lenguaje que solo ellos entendían, enfocandose en su misión principal. La primera tarea consistía en dirigirse a un enorme taller, repleto de herramientas que podrían utilizar, desde piezas de metal de alta calidad hasta instrumentos tecnológicos avanzados. El único inconveniente era que solo los guías podían manipular esos materiales, siguiendo las instrucciones de los hermanos. Emrik fue el más hablador, mientras Zephyra se dedicaba a dibujar cómo debían organizar las piezas para facilitar el trabajo.

—Esto nos llevará al menos tres meses —reclamó Emilieth al observar los detalles que debían perfeccionar para que la presentación ante los líderes fuera digna—. Imagínate cuando nos pidan hacer miles.

Jylanor asentía mientras revisaba los planos de Zephyra. Emrik quiso sugerir que sería más rápido si ellos pudiesen ayudar, pero ambos guías respondieron con un tajante “No”, dejándolo sin palabras.

—Entonces, ¿a qué venimos aquí? —Zephyra se sentó en una silla cercana, inclinándose hacia atrás—. ¿Los otros elegidos tampoco colaboraron en los proyectos anteriores?

La respuesta fue un silencio compartido entre ambos guías. Sabía perfectamente lo que aquello significaba: por el simple hecho de pertenecer a Corvus, no les daban el mismo trato que a los elegidos anteriores.

—Si fuéramos de Cygnes o incluso de la misma capital, sería diferente, pero bueno, ¿quién soy yo para debatir las elecciones de los líderes? —Zephyra se resignó y comenzó a explicar sus planos, mientras los demás la miraban con confusión.

Jylanor estaba entusiasmado al escuchar las explicaciones de los hermanos, pues sería su primera vez guiando un proyecto de tal importancia, y deseaba impresionar a su padre durante el proceso. En contraste, Emilieth no lograba concentrarse en la explicación sobre el famoso proyecto “andromagic”; su mirada se perdía involuntariamente en las orejas de Zephyra. Sus orejas puntiagudas le recordaban a los elfos de los libros de fantasía que alguna vez existieron antes de la llegada de los hechiceros y de los Hexyanos. Muchos afirmaban que en realidad nunca existieron, y otros sostenían que desaparecieron debido a la crueldad humana. Aunque sus pensamientos se centraban únicamente en ella, un intruso escuchó cada uno de ellos sin su consentimiento.

¿Me escuchas, Zephyra? —Emrik disimuló, manteniendo el tema mientras observaba a su hermana—. La Umbra está interesada en ti.

—¿En matarme?

—No, en tus orejas y tu apariencia en general.

—Quizás quiere hacer experimentos conmigo, como si fuera una rata de laboratorio —Zephyra estaba convencida de que esa persona que la observaba abiertamente albergaba intenciones ocultas, y para ella, no eran buenas.

Inmediatamente, forzó una sonrisa y mantuvo su compostura, enfocando su mente en nuevas ideas. Vio una pizarra sin utilizar. Había una tiza completamente intacta. Sin pensarlo, comenzó a escribir garabatos sobre cómo podría mejorar el androide, anotando cada idea que surgía antes de que se desvanecieran. Tarareando, llenó la pizarra vacía con escritos, manchas y borrones. Aún no descubría cómo proyectar esas notas que ahora ni ella entendía, pero debía encontrar una forma.

—Esa pizarra fue como una reliquia hasta ahora —interrumpió Emilieth, rompiendo su concentración.

—Sigue siendo una reliquia, solo que ahora se le ha dado el valor que necesitaba.

Emilieth no pudo evitar fijarse en las manchas de tiza en las manos de Zephyra. Al acercarse, notó sus ojos violetas y su cabello platinado; nunca antes había visto colores tan hermosos en un ser. Aunque tenía apariencia humana, sabía que los Corvyanos no eran considerados del todo humanos. Los de Cygnes poseían una apariencia completamente humana; los Nexes componían la mitad de la población humana y algunas criaturas como los hombres descendientes de un antiguo dragón, con escamas en la espalda como marca. Mientras que los Corvus, con sus orejas puntiagudas, ojos de colores y cabello platinado, se diferenciaban de los humanos y criaturas. Sus ojos estaban fascinados por tal belleza, que no notó que Jylanor había tosido varias veces a su lado. En ese instante, Emilieth se alejó de la chica cuervo para hablar a solas con su mejor amigo, quien por cosas del destino, ahora era su prometido.



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Editado: 13.10.2025

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