Hey, Morena

Capítulo 6| Desde arriba

El doctor Jones me dio el alta tres días después del incidente en la unidad de cuidados intensivos. Me dijeron que Dylan empeoro y un cirujano neurólogo va a operarlo. Su familia decidió afrontar los riegos de la cirugía porque el accidente dejo secuelas graves en su cabeza. Existe un cincuenta por ciento de probabilidad que todo salga bien y esta pesadilla acabe y otro cincuenta por ciento es de que su cuerpo no lo resista. Mi madre toma mi mano izquierda y la aprieta entre las suyas al tiempo que papá pasa su brazo por mis hombros con cuidado.

– Todo saldrá bien Isa – murmura mi progenitora en español sin dejar de apretar mi mano. Asintiendo levanto la mirada para ver a toda la fraternidad Alpha Gamma Rho preocupados a la espera de que salga el doctor. Por otro lado, están los padres de Dylan y su hermana menor. Y mis amigas que están junto a los chicos de la fraternidad, todos aguardamos a la espera de que nos digan que Dylan estará bien.

– Respira Isabella él va a estar bien – me susurra mi papá a mi costado viendo que mi pierna derecha se mueve de manera rápida. Intento tranquilizarme, pero no puedo necesito saber que él está bien y que volveremos a la normalidad.

Los padres de Dylan se acercan a la puerta donde sale el doctor Salvatore con su cabello desalineado y barbijo colgando. Habla con los padres de mi novio y su madre cae al suelo de rodillas con un ahogado grito. El señor King intenta levantar a su esposa, pero ambos se ven mal. Y la hermana de Dylan, Sadie se acerca hacia mí con los ojos lagrimosos.

– Isabella mi hermano… – lagrimas se deslizan por sus mejillas pálidas y un hueco en mi corazón comienza a formarse. – Dylan no puedo resistirlo, él murió en la cirugía… nos dejó Bella – dejando el calor de mis padres me puse de pie para contener a Sadie que no dejaba de llorar. Mi cerebro que aún estaba procesando la información no me permitía llorar. Cuando los chicos de la fraternidad se acercan yo dejo a Sadie y me alejo de todos para salir del hospital. Necesito aire y procesar lo que sucede estando sola.

Camino hasta una banca donde me siento viendo a la nada y montones de recuerdos con Dylan surgen en mi mente. Las lágrimas no salen, pero siento un inmerso dolor surgir en mi pecho y una opresión hace que me falte el aire. De la nada siento un par de brazos rodearme por un costado y veo a mi papá. A los minutos de mi otro costado aparece mamá cuidando de no apretar mi brazo con el yeso. Entre ambos me contienen tal como hicieron cuando mi Nona murió hace algunos años. Yo no puedo llorar simplemente mis lagrimas se resisten a salir y lo único que hago es tragar mi dolor.

Estuvimos en aquella banca cerca de media hora, cuando los Alpha comenzaron a salir del hospital acompañando a la familia de mi novio. De inmediato me puse de pie acercándome a Tina y Edwin que se abrasaban afligidos. Como pude abrase a Tina que se puso a llorar sobre mi hombro.

– Lo lamentó tanto Tina, enserio lamentó que esto pasara por mi culpa – la madre de Dylan me rodea con sus brazos y acaricia mi cabello con suavidad.

– No… Bella de lo que paso nadie tiene la culpa, fue un accidente – susurro en mi oído la mujer para luego separase de mi acariciando mi rostro – Deja que el dolor salga, sé que Dylan nos cuidara a todos desde arriba – abrazándome una vez más la mujer me soltó y acepto el abrazo de mi madre. Mire a Edwin que abrió sus brazos hacia mí y lo abarse fuerte sintiendo como mi corazón se estrujaba en mi pecho al decirle mi más sentido pésame. Una palabra tan fría que no lograba englobar lo que sentía del todo.

Mis padres me llevaron de nuevo al departamento para que descansara un poco y pudiera tener algo de calma para llorar. Encerrada en mi habitación con mi madre acompañándome no pude llorar, sentía muchísima tristeza, dolor e impotencia, pero no lograba llorar. Con la cabeza apoyada en el regazo de mi madre me quede toda la tarde así. Mis amigas llegaron más tarde y por lo que pude escuchar Agustina no dejaba de llorar, ella conocía a Dylan y se podía decir que entablaron una amistad mucho antes de que yo me rindiera ante los encantos del castaño. Cassie no lloraba, pero a su manera intentaba consolar a Agus que apenas si podía hablar. Levantándome de la cama fui hasta la puerta abriéndola despacio y encontrando a la rubia cubriendo su boca mientras lloraba sentada en el pasillo junto a la chica de cabello azul que intentaba consolarla. Ambas me miraron con la tristeza marcada en sus rostros. Sin pensar dos beses caminé hacia ellas y me senté alado de Agus que comenzó a hipar.

– Bella – con la voz quebrada Agus me abrazo fuerte, muy fuerte y Cassandra también lo hizo soltando un par de lágrimas. – La vi-da es muuu…y in-justa – termina de hablar entre hipos la rubia haciendo que mi dañado corazón se rompa por completo. La vida jamás será justa conmigo.

Esa noche mis padres durmieron en la habitación de invitados, Agus y yo dormimos en la habitación de Cassie. Es la única que durante la mañana el sol tarda en llegar y donde se siente menos el ruido. Las tres nos metimos en la cama acomodándonos como pudimos y dormimos así abrazadas intentando estar la una para la otra.

Los días pasaron de manera tan rápida que me costaba aun caer en cuentas que hoy será el entierro de mi novio. Vestido negro de mangas largas, tacones bajos y maquillaje oscuro. Nunca pensé tener que verme así para Dylan, pero las cosas no serán jamás como planeamos. Mis padres estaban aun en el departamento para acompañarme, mañana volverían a casa. Las chicas intentaban animarme, pero nada estaba sirviendo para que yo deje de sentirme triste.

Viaje en mi auto con mis padres que me hablaban acerca de que debo dejar salir mis emociones. Desde que paso lo de Dylan no eh podido llorar, ni siquiera estando sola podía hacerlo. Sentía muchísima tristeza, pero no podía dejarla salir, era como si me estuviera consumiendo el dolor y no pudiera hacer nada para evitarlo.




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