Hey, Morena

Capítulo 14 | Corazón de pollo

Agustina me tenía tomada de una mano diciendo lo bien que me haría esto, había accedido finalmente a venir a una consulta con la psicóloga y James me trajo junto a la rubia. Finalmente acepte que necesitaba ayuda para superar todo esto, las pesadillas con el accidente eran peores a medida que intentaba ignorarlas. Hubo muchas noches donde despertaba gritando en el momento preciso del accidente. El dolor de esa noche, las últimas palabras que compartimos están en mis sueños y eso me está matando. No quiero olvidarlo porque sé que todo esto fue mi culpa, sí yo no hubiera querido irme ambos no estaríamos aquí.

– ¿Como te sientes? – James se sienta a mi lado sonriendo su manera de gentil, era extraño la manera en que me trababa siendo que antes era un arrogante insoportable y yo siempre me mostraba a la defensiva con él.

– Nerviosa, ansiosa y siento que en cualquier momento se me saldrá el estómago por la boca, pero estoy bien – contesto viendo el reloj que se encuentra en la pared de la sala de espera y muerdo mis mejillas. La sala es acogedora con colores cálidos, sillones cómodos y una recepcionista bastante simpática. El lugar invitaba a quedarte, estaba ambientado para sentirte cómodo, pero yo me encontraba algo incomoda sobre qué voy a hacer con la psicóloga.

– Isabella Gotti puedes ir pasando – la chica de la recepción habla sacándome de mi estado de nervios. Agus suelta mi mano y me indica que vaya, me pongo en pie y camino a la habitación de la doctora.

El lugar es igual de acogedor que la recepción con el detalle que tiene una estantería con algunos libros y algunas plantas decorando. No cuenta con el típico diván, pero si con dos sillones bastante elegantes y un escritorio de vidrio muy elegante. Una mujer que no llega a los treinta y cinco años estaba del otro lado del escritorio con sus manos unidas sobre la mesa y una enorme sonrisa. Vestía una camisa de seda rosa y pantalones blancos con zapatos de tacón negro bajos.

– Buenas tardes Isabella soy la doctora Izzie Mason, puedes llamarme Izzie o doctora Mason como te sientas más cómoda – me dice la mujer deshaciendo el cruce de sus manos para levantarse y extenderme la mano – Si no te molesta, te haré algunas preguntas y tomare notas sobre lo que me cuentas para mantenerlo fresco en mi memoria. Siéntete libre de interrumpirme en cualquier momento o dirigir la conversación hacia donde necesites. En tu mente ¿qué te trae a la consulta? – pregunta agitando mi mano de manera animada. Se sentó de nuevo en su silla y yo frente a ella sintiéndome algo nerviosa pero su actitud amable me hizo sentirme un poquito en confianza.

– Buenas tardes doctora Mason – comento en un tono algo bajo – Vine porque hace unos meses tuve un accidente de tránsito con mi novio y él falleció. Desde que todo eso paso me cuesta superar su falta y no puedo dormir bien – al terminar de decir aquellas palabras me comienzo a morder las mejillas y juego con un hilo suelto de mi vaquero.

– Entiendo, pareces bastante abierta a hablar sobre lo que te pasa ¿alguna vez viste un psicólogo? – me pregunto ella anotando cosas en su pequeña libreta, desde mi punto de visión no pude ver que anoto.

– No, esta es la primera vez que vengo a ver a un psicólogo – comento soltando un suspiro – Siempre pude superar mis problemas por mi cuenta, pero lo que paso con Dylan me está costando hacerlo sola – confieso viendo un adorno con bolitas de colores que se movía girando en si mismo.

La doctora Mason me continúo haciendo preguntas y a medida que le iba respondiendo ella iba anotando todo en su libreta. Poco a poco me fui sintiendo cada vez más cómoda y terminé sentándome en el cómodo sillón con la doctora enfrente de mi anotando todo lo que iba diciendo. Hasta que la hora se acabó y me despedí de la doctora con un saludo menos formal, un beso en la mejilla y ya hablamos de vernos la próxima semana para seguir hablando.

Fuera de la consulta estaban James leyendo una revista y Agustina estaba dibujando algo en su libreta. Me acerque a ellos que en cuanto me vieron sonrieron parándose de sus lugares. Les devolví el gesto y con la cabeza les indiqué que era hora de irnos saliendo del lugar. No se podía decir que con una sola consulta mi vida fue resuelta, pero si me siento bien habiendo hablado con una persona desconocida acerca de lo que me pasa por la cabeza. Agustina y James no dicen nada hasta que llegamos al auto del chico y me preparo para sus preguntas.

– ¿Qué te pareció? – ambos me preguntaron al unísono lo que hizo que el momento sea menos tenso. Los cuñados se miraron para luego sonreír, si algo había que destacar de estos dos es como superaron todo su pasado y como ahora son dos buenos amigos.

– Fue bueno supongo, la semana que viene tengo que volver a venir y seguir con las terapias, es algo que lleva su tiempo – digo abrochando mi cinturón en los asientos traseros lista para que el auto arranque. James enciende la radio con música suave y viajamos a mi departamento, Agustina hablo un poco contándonos acerca de que en unos días abra una conferencia de medicina deportiva muy importante y que gracias a su padre logro conseguir dos entradas para ir con Alan. Se la veía feliz, cuando esta con él menor de los Sullivan mi amiga se denota cuanto lo quiere y juntos hacen una pareja muy bonita. Cuando llegamos al edificio la primera en bajar fue Agus ya que su novio estaba por entrar y ella corre a él saltándole en la espalda.

– ¿Isabella te gustaría ir conmigo a ver un partido de los Yankees de New York? – mire a James por un segundo antes de volver a mirar a mi amiga y su novio besarse. Hace un par de días su pregunta me parecía la cosa más terrorífica de todas, pero hoy no me está pasando eso.

– Sí, aunque mi equipo favorito no son los Yankees – salgo del auto cerrando la puerta sin mucha fuerza y camino pasando a la feliz pareja que ni se percatan de mi presencia. Pero al entrar en la portería me detengo y giro a ver de nuevo el auto de James, sigue en la puerta y sus ojos azules se cruzan con los míos. Levanta su mano a modo de saludo y enciende su coche, yo desde la portería lo saludo. Giro retomando mi camino y me cuestionó internamente porque acepte salir con James a ver un partido, quizá es un intento desesperado por distenderme con otras cosas que no me recuerden a lo solo que se siente el departamento en algunas ocasiones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.