Cuando plantee la idea de hacer una especie de ceremonia para despedirme de Dylan todos mis amigos se demostraron amables con ayudarme y querer formar parte del momento. Todos quienes lo conocían y eran lo suficientemente cercanos me ayudaron a armar una ceremonia, fue en un parque algo apartado de las personas. Sobre el tronco de un árbol talado pusimos una foto de Dylan, algunos de los trofeos que gano con el equipo, su comida favorita, velas y flores de cempasúchil. Intente que fuera un altar, como hacen en México mi familia, para el día de muertos, no es la fecha, pero necesitaba honrar a Dylan para poder despedirme. Mis amigos me acompañaron colocando cosas que representaban momentos con Dylan, desde fotografías hasta notas donde describían momentos felices con él.
Encendimos velas para dedicarles algunas palabras de despedida para Dylan, contamos anécdotas y en algunas situaciones fuimos libres de derramar algunas lágrimas. La tristeza no fue lo que domino aquella ceremonia, sino que las risas, los recuerdos con Dylan nos permitió mantener las sonrisas mientras lo recordábamos. Cuando las palabras sobraron, los recuerdos terminaron llego el momento donde escribiríamos algo en hojas de papel.
Dylan, il mio angelo. Escribir estas palabras duelen, duele tanto como saber que no nos volveremos a ver hasta quien sabe cuando y me siento tan vacía sin tu compañía. Te extraño, cada fibra de mi ser anhela verte y te desea de nuevo a mi lado, pero la realidad me despierta recomendándome que te fuiste. No sé cuando fue el momento en que te clavaste tan a fondo en mi corazón, no es una recriminación sino que un gracias. Si gracias por enseñarme que una mala experiencia no puede marcar mi vida y que todos podemos cambiar. Te amo como nunca amararé a nadie, pero sé que debo avanzar y por esa misma razón hice esto para ti. Quiero pedirte seguir adelante, sé que estarás orgulloso de mí donde sea que te encuentres ahora y que sea lo que sea que pase nunca dejaras de tener un lugar importante en mí. Has dejado huellas Dylan, sin quererlo dejaste tu marca en mi alma y nadie la borrará.
Ti amo angelo.
Doblando el papel a la mitad esperé a que los demás terminaran de escribir y cuando todos estuvimos listos encendimos una pequeña fogata dentro de un tacho de basura de metal que llevamos. Tiramos las cartas dentro de ese tacho viendo como el fuego las consumía, a palabras de mi terapeuta este es un paso para muy importante en mi duelo. Es como una especie de despedida, que me ayudaría a encaminarme a la aceptación de que Dylan nos dejó y que en el futuro no me dolería tanto.
Luego de esa especie de ceremonia mis pesadillas comenzaron a ser menos frecuentes, tener esa especie de despedida me ayudo y también termino por darme el valor para hablar con James. Al pobre lo había estado evitando desde hacia semanas, durante la ceremonia no lo mire nunca, pero sentí su mirada sobre mí y eso me hizo repensar el que nos debíamos una charla.
Por lo que un día desperté con un valor que hacia mucho tiempo no veía en mí, le envié un mensaje a James de que lo vería al medio día en una cafetería que queda a una cuadra de mi departamento. Él me respondió que allí estaría, lo que me genero cierto pánico, pero pude controlarme al verme al espejo y respirar. Joder soy Isabella Gotti el mundo debe tenerme miedo no yo tenerle miedo al mundo. Con la cabeza bien alta me vestí como hacia mucho no lo hacía, preocupándome por esos detalles que tanto me distinguen como diseñadora y me arregle como antes solía hacerlo. Esto no era solo porque vería a James, sino que era un gran paso para mí y verme como la chica que era antes del accidente me dio nuevos ánimos. Ya basta de llorar, se lo prometí a Dyl, voy a avanzar y aunque sea de a pasos pequeños estaba dispuesta a hacerlo.
Me voy del apartamento cuando faltan cinco minutos para que sea la hora en que marcamos el encuentro, no quiero llegar ni muy tarde pero tampoco muy temprano. Con unos nervios que me hacen doler el estómago camino por la calle viendo las solitarias calle, es fin de semana y no anda circulando mucha gente. Me distraigo viendo los locales que se encuentran por la calle inconscientemente retraso mi llegada a la cafetería que normalmente no tardo ni diez minutos en llegar. Pero hoy tarde mucho más de lo que tenía planeado, por eso al momento de mi llegada pude ver a James sentado en una mesa revisando su celular. Tomando una bocanada de aire intenté juntar coraje, el que tenía esta mañana cuando salí de mi departamento se me perdió en alguno de los escaparates de las tiendas que vi. Acomodando mi cabello camine hacia la mesa, James guardo su celular y levanto su mirada azul encontrándome, de inmediato una sonrisa adorno su rostro haciéndolo verse diferente.
Se levantó para saludarme, me ayudo a quitarme el abrigo y corrió mi silla para que me sentara un acto caballeroso de su parte e hizo que me sintiera menos incómoda. Al menos hasta que nuestras miradas volvieron a cruzarse y sentí un nudo en mí, estómago subiendo hasta mi garganta. Intentaba hablar, pero nada salía de mi boca, me sentía como Ariel cuando Úrsula toma su voz luego de su trato y ella no puede hablar. Pero el destino se apiadó de mí y James es quien habla primero sin dejar de mostrarme su perfecta sonrisa.
— Me sorprendió recibir tu mensaje, pero no negaré que me alegro – alega el castaño pasando una mano por su cabello mientras lo alborotaba un pico – Quería pedirte perdón por lo del beso en el cumpleaños de Cassandra, sé que debo respetar tu espacio y tu duelo. Pero no me pude resistir, creo que en parte fue el alcohol que tome esa noche y sé que eso no lo justifica, pero mis sentidos no estaban en su mejor momento. Me disculpo no volverá a repetirse, no quiero perder esta amistad que estamos comenzando y admito que me gustas… — las mejillas de James tomaron un color rojo que empeoro cuando elevo sus ojos azules en mi dirección y se sonrojó aún más. — No quise decir que me gustas… es decir… — lo interrumpo tomando su mano por encima de la mesa, no quería que siguiera hundiéndose en su propio hoyo cuando en realidad no me habían ofendido ninguna de sus palabras.
Editado: 07.08.2021