Hey Quitate Enana

Capitulo 3 ¿Cuál es tu nombre?

No puedo creer que de tantos alumnos que hay me pongan a este. A simple vista se ve que ni siquiera trabaja.

—bueno pueden retirarse—habló la directora regresando la vista a su trabajo el cual supuse que era revisar algunas hojas.

Me levanté de la silla acomodandome la mochila, pasé por su lado y salí de dirección refunfuñando, tenia la mirada perdida hasta que me pegué contra un casillero.

—auch—me quejé mientras caía al suelo y llevaba mi mano derecha a mi frente.

—deberías fijarte por donde vas—dijo molesta una chica rubia mientras cerraba el casillero.

—y tu deberías de pedir una disculpa, Nicole—dijo otra chica rubia llegando hasta mi para rápidamente ayudarme a levantar.

Genial. Dos rubias, mi día no podría empeorar mas.

Me levanté alejándola de mi y comencé a caminar aún sosteniendo mi frente dejándolas atrás hasta llegar a las escaleras del primer pasillo para sentarme sobre ellas, me quejé mirando el suelo y rápidamente sentí como alguien tomaba asiento a mi lado.

—hola—levanté la vista y giré la cabeza observando a la rubia que anteriormente me había ayudado a levantar.

—hola.—masajee mi frente suavemente intentando desaparecer el dolor que sentía.

—siento mucho que mi hermana no se disculpara.

—no importa—le resté importancia.

—eres nueva ¿cierto?—asentí y sonrió—si quieres te puedo ayudar a ooberte al corriente.

—no gracias. La directora me asignó un tutor.

—genial, ¿quien es tu tutor?—preguntó y miré por donde anteriormente había caminado intentando ubicarlo.

¿Cual era su nombre?

¿Christian?

¿Fernando?

¿Carlitos?

¿Jonathan?

—la bolsa de testosterona—murmuré al no recordar su nombre.

—¿que?—preguntó confundida.

—no recuerdo su nombre—encogí los hombros restándole importancia.

Miré hacia el frente y logré localizarlo, observé como comenzaba a acercarse sin mostrar expresión alguna.

—es el—dije apuntándolo.

—¿enserio?—asentí mirando al chico—es una lástima.

—¿como?—pregunté confundida llevando mi vista hasta ella.

—¿no sabes que es de mala educación apuntar?—giré mi cabeza para mirarlo y quité mi mano de mi frente.

—¿y tu no sabes que es de mala educación interrumpir una conversación?—pregunté a lo que inmediatamente miró a la rubia.

—no creo que a ella le importe—en ese instante el timbre sonó haciendo que todos los alumnos salieran de los diferentes salones.

La rubia se levantó y luego de unos segundos yo también lo hice al ver a una multitud acercarse hacia las escaleras.

—me voy a clases,—indicó la rubia y se acercó hasta el para darle un beso en la mejilla— te veo más tarde.

Podría decir que tenía un problema con las rubias y era que no eran de mi agrado pero ella me había parecido un tanto simpática.

Caminó por el pasillo alejándose y suspire para comenzar a caminar. ¿A donde? ni siquiera yo lo sabía.

—¿te dolió lo del casillero?—preguntó el bufón a mis espaldas en tono de burla y me giré a mirarlo.

—imbécil.

—por allá no son las clases.

—ya lo sabía, solo quería que me dejaras en paz.

—lo que tu digas—habló sarcásticamente.

—solo préstame los apuntes.

Bajó la mochila y la abrió, comenzó a buscar algo hasta que después de unos segundos sacó algunos cuadernos y me los entregó. Mi idea de que no trabajaba fue desechada.

—pensé que no me los prestarías—susurré mirándolos.

—tu tienes mis cuadernos y yo tengo una excusa —levanté la vista para mirarlo encogiendo los hombros.

—de igual forma se supone que no trabajas.

Ups ¿lo dije o lo pensé?

—¿quien dijo que no trabajo?—cruzó los brazos.

—se ve a simple vista.

Se mantuvo en silencio por algunos segundos hasta que se dispuso a hablar—después te presto los demás cuadernos—dijo sin importancia y comenzó a caminar.

Si el sería mi tutor significaba que tendríamos algunas clases juntas por lo cual lo seguí hasta llegar a un salón que se encontraba a la derecha de la mitad del pasillo, ni siquiera tuvó la decencia de pedir permiso para entrar por que solamente se limitó a abrir la puerta y entrar seguido por mi. A lo que rápidamente todas las miradas se posaron sobre nosotros.

—pasen—pidió el maestro sintiendo que no le quedaba otra alternativa.

Caminé por entre dos filas, todos los alumnos se encontraban sentados en bancas compartidas, una mesa y dos sillas.

—hola.—miré a la rubia de las escaleras—sientate aquí.—rapidamente quitó la mochila del asiento de al lado para dejarlo vacío, no lo pensé y me senté a su lado dejando mi mochila en el suelo.

—soy Liliana.

La miré—yo soy...

—ese no es tu lugar, levantate—llevé mi vista al gruñón que se encontraba parado a mi lado.

—¿que?—pregunté—¿y donde es mi lugar según tu?

—conmigo—sonrió arrogantemente.

—¿que?—pregunté nuevamente —¿por que me sentaría contigo?

—por que soy tu tutor—sonrió satisfecho.

Apreté los dientes y me levanté, caminó algunos asientos hacia adelante de la fila de al lado, tomó asiento en la parte derecha, arrastré la mochila hasta llegar allí y la dejé caer sobre el suelo para sentarme a su lado.

Finalmente la clase terminó luego de ser tan aburrida, el chico no me había dicho nada pero me molestaba su presencia, seré sincera, me caía mal. Otras tres clases pasaron en diferentes salones repitiendo lo mismo: yo sentada a su lado. Hasta que finalmente sonó el timbre que indicaba descanso, los pasillos estaban completamente llenos y la cafetería estaba inundada de alumnos que hacían una larga fila para obtener su almuerzo mientras recibían empujones por parte de otros.

Bueno, al menos me deshice de la bolsa de testosterona. Hice una mueca y fui a la biblioteca, busqué el libro del día anterior hasta que lo encontré, tomé asiento y comencé a leerlo, no era una persona a la que le encantará la lectura pero cuando se trataba de un buen libro que valía la pena me sumergía en la historia.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 30.09.2020

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