Hey Quitate Enana

Capitulo 23 Psicólogo

Sentí como algo se quebraba dentro de mi, las lágrimas comenzaron a caer recorriendo mis mejillas. Inmediatamente corrí hacia mi habitación, me encerré y me limpie las lágrimas. Mi padre tocaba la puerta pidiendo que le abriera. Pero no lo hice.

*****

La alarma comenzó a sonar y me desperté, me levante, entre al baño y observe mis ojos estaban hinchados por las pocas lágrimas que salieron, me vestí, acomode mi cama, me peine y baje.

— hija, necesitamos hablar.—¿De que hablaremos? ¿De que quieres hacer tu vida con una mujer a la que ni siquiera le caigo bien?

—no quiero hablar— me limite a decir mientras me sentaba en una de las sillas que estaban alrededor de la mesa.

— tenemos que hablar, no me gusto que salieras corriendo a tu habitación y no me abrieras acaso ¿no te gustaría que me vuelva a casar?

—no es eso pero... ¿Ya olvidaste a mama?— pregunte desilusionada.

—no, tu sabes que nunca la olvidare pero.. Ya pasaron dieciséis años de su muerte, tengo derecho a rehacer mi vida.

—pero no con esa mujer.

—¿y entonces con quien? ¿Pretendes que sea como en las películas y me case con tu tía Georgina?

—claro que no, solo quiero verte feliz.

—hija, Regina me hace feliz.—Me levante si nada que decir, entre al baño, me lave los dientes, cogí la mochila, las llaves, el celular y los audífonos y salí hacia el instituto.

Las clases fueron aburridas como siempre. Liliana y Layla siguieron sin hablarme y no las culpo yo las trate mal y me merecía eso. Callan no fue a clases y no vi a Ryder. Comencé a caminar por el pasillo y me encontré con Dustin besando a la zorra mayor alías: Dana.

Que bueno que sólo le interese Callan, es una perra.
¿Celos de que ella si se puede besar con quien quiera y tu no?
Yo no soy una cualquiera.

Cuando las clases terminaron fui al parque y me estuve un buen rato ahí y después regrese a casa. La noche se llego y comencé a ver televisión hasta que mi papa llego y comenzó a hablar conmigo y tuve que escucharlo.

— no me parece, esa mujer me odia.— seguí negándome.

—ella no te odia, date la oportunidad de conocerla y veras que Regina es una gran mujer— insistió.

— no quiero conocerla yo se como es esa mujer.

— Regina es una gran mujer me recuerda a..

—¿a mi madre? — pregunte molesta—No lo puedo creer papa, nunca me lo espere de ti, esa mujer no se parece en nada a mi madre, esa mujer es muy diferente a ella.—Nunca podría comparar a esa mujer con mi madre.

—no entiendo que te esta pasando, antes querías que yo fuera feliz, no entiendo por que ahora te comportas así, tu fuiste quien me dijo que querías que siguiera con mi vida, no entiendo por que ahora actúas de esa manera.

—tienes todo el derecho pero no con esa mujer.

—no te entiendo, definitivamente no te entiendo aveces te comportas como alguien que no sabe lo que quiere, seria mejor que recibieras ayuda profesional.

—¿¡Estas tratando de decir que estoy loca!?— pregunte alterada.

—yo nunca dije eso.

—pues pareciera que quisiste decirlo.

— yo solo creo que debes ir con un psicólogo para saber que es lo que quieres.

— ¡No estoy loca para ir con un psicólogo!— exclame molesta. Me negaba rotundamente a volver a ir con un psicólogo.

—¡Las personas que van con psicólogos no están locos! Iras con un psicólogo y fin de la discusión.

*****

Ya era sábado y me encontraba en la sala de espera esperando a que el psicólogo terminara de atender a su paciente. Una mujer como de veinticinco años salió con una gran sonrisa y la secretaria me indico que podía pasara, me levante del banco en el que me encontraba y me acerque hacia la oficina y di un pequeño golpe a la puerta.

-—adelante— dijo una voz detrás de la puerta. Entre y vi a un hombre como de veintitrés años.

¿A que edad terminan de estudiar Ahora? Antes los psicólogos tenían entre cuarenta a sesenta años y ahora son de veinte y algo.

El hombre observaba su cuaderno y sin mirarme me pidió que me sentara  así lo hice, cerro su cuaderno y levanto la mirada observándome de una manera un poco ¿extraña? Me observaba sin decir nada, me miraba detenidamente hasta que después de unos segundos sacudió su cabeza y volteo hacia otro lado.

— ¿en que puedo ayudarte?— pregunto aun mirando hacia otro lado.

— mi padre me mando por que cree que necesito ayuda psicológica— respondí obvia.

— ¿cual es tu nombre?

—Yamileth Mckenzie.— el hombre llevo su mirada hacia su escritorio, saco un nuevo cuaderno y lo reviso. Comenzó a preguntarme por que estaba ahí, aun que técnicamente el ya lo sabia sólo quería mi versión de la historia, le conté sobre mi versión que técnicamente era la real.

—entiendo... ¿Y por que no me explicas tu manera de ver la vida?

—contarle sobre mi vida a un desconocido no es algo que me apetece hacer—sonrió sin mostrar sus dientes y me extendió su mano.

—soy Erick—extendi mi mano y nos dimos un apretón de manos—ya no soy un desconocido.

—sigues siendo un desconocido.

—aun desconocido no lo tuteas ¿o si?

— ah, no, pero eres un psicólogo y no te ves muy grande de edad aunque ya que eres un psicólogo no dirás nada de lo que te diga ¿cierto?

—cierto, ahora dime ¿que piensas de las personas que se suicidan?

— ¿me estas dando ideas?

—claro que no— dijo inmediatamente — solo quiero saber que piensas de esas personas.

Bufé y comencé a recordar mi infancia— una persona que quiere suicidarse no quiere acabar con su vida, quiere acabar con su dolor y aveces también hay que acabar con lo que los rodea— alzo una ceja y me observo.

—¿no crees que eres un poco cruel al pensar eso?

—no soy cruel soy realista—recordé toda mi infancia— fui dulce una vez y me lastimaron, fui cariñosa y no lo valoraron, hice cosas que las personas no harían por mi, oculte mis sentimientos para no ser lastimada, aguante cosas que no debí haber aguantado, calle cosas que no debí callar, soporte más de lo que debía soportar y todo por que siempre me miraron como la asesina de mi madre.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 30.09.2020

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