Hey Quitate Enana

Capitulo 39 Mis demonios

¿Por que seguía hablando con ella?

— ¿que haces aquí?—solté el celular dejándolo que cayera en la cama, me voltee encontrándome con el rostro de mi tía.

— eh.. Yo.. Estaba.. — no sabía que decir—Este... Te estaba buscando.

— ¿por que husmeabas mi celular?— pregunto molesta.

— no quería husmear...—lo importante era lo otro— ¿Estas hablando con Carlota?—se tenso y su cara se volvió pálida.

— ¿de que hablas?— pregunto desentendida.

— a las nueve cincuenta hablaste con Carlota.

— eso no es verdad— paso por mi lado y se acerco a una mesa de la cual cogió una caja de madera y comenzó a acariciarla.

— lo dice en la pantalla de tu celular.

La puerta principal se escucho abrirse y salimos de la habitación de mi tía.

— ya llegaste — dijo mi padre—¿como te fue en la fiesta?—pregunto.

— mi tía Georgina a estado hablando con Carlota— solté de la nada.

Su mirada se volvió fría al escuchar el nombre. Miro a mi tía y se acerco a ella.

— ¿como que estas hablando con Carlota?—ella no respondió nada—me dijiste que no los volverías a ver y mucho menos a ella ¿por que me mentiste?— pregunto molesto.

— dejame explicarte.

— ¿que me vas a explicar?— pregunto molesto— Que quieren de nuevo arruinarle la vida a mi hija.

Nos miro—por favor dejenme explicarles.—Mi papa se tranquilizo un poco, frustrado paso su mano derecha por su cabello, respiro profundamente y dejo que mi tía hablara.—lo que pasa es que...— guardó silencio por unos segundos — Ellos me buscan, me llaman, me mandan mensajes, saben que estoy aquí y quieren que los ayude a hacerlos sufrir. Yo no se como deshacerme de ellos lo siento mucho. Extraño a mi hermana pero yo se que Yamileth no es... La...—ni siquiera podía terminara la oración — Asesina. Perdonenme solo quería ayudar. No sabia que esto pasaría. Lo siento mucho. Disculpenme por favor—comenzó a llorar—Pero no se preocupen me voy ahora mismo y no volverán a saber nada mas de mi.

Tal vez ella no miente. Tal vez ella en verdad cambio.

— no te vallas tía. —dije—Por favor quedate. No debí desconfiar de ti. Se que tu no me harías daño.

*****

La mujer termino de limpiar los vidrios, sonrió y le guiño un ojo al psicólogo y salio cerrando la puerta.

El psicólogo carraspeo la garganta y se acomodo su camisa.

— bien. Comencemos.

Saco unas hojas y una pluma. Me indico que escribiera con algunas cuantas palabras la definición de mi pasado.

Cuando termine deje la pluma a un lado y levante mi vista. El me observaba como si tuviera un brillo especial en sus ojos, sus labios se veían un poco secos, su mirada mostraba ¿felicidad o tristeza? Era como una combinación de ambas.

— ¿por que me miras así?— pregunte.

Guardo silencio y dejo de mirarme—.. Me recuerdas a alguien.

— ¿a quien?— pregunte.

— a... —no dijo nada y observó el escritorio—Eso no importa.

Bajo su mirada y se enfoco en un cuaderno. Le entregue las hojas y las observo detenidamente. Las guardo y me observo. Parecía no muy conforme con la que había escrito.

Pero ¿que tenia de malo escribir "Muerte, vida sin sentido, sufrimiento, lágrimas, odio, tristeza, la vida es una perdida de tiempo, mueres o el tiempo te mata" y cosas así?

— ¿que?— pregunte al ver su inconformidad.

— ¿por que piensas que la vida es una perdida de tiempo?— pregunto mirándome nuevamente.

— por que tarde o temprano acabara y no habrá nadie que te salve. Todos venimos a la vida y tarde o temprano moriremos.

Observe mis muñecas. Ya no tenia ningún corte. Las cicatrices habían desaparecido. Ya no quedaban ninguna marca. Se veían normales.

Comenzó a escribir algo que no alcance a ver.

— ¿las personas en las que mas confiabas?— pregunto mientras escribía.

— me traicionaron— levantó la vista y me miro a los ojos y después desvío su mirada hacia algún otro lado.

— ¿en las que confías?

— no puedes confiar en nadie— comenzó a escribir todo lo que yo decía.

— ¿te gusta tu vida?—guarde silencio por unos minutos y al parecer el entendió mi respuesta—entiendo. ¿Quieres contarme?— movió el cuaderno y miro hacia el frente sin mirarme y negue— ¿tal vez otro día?— asentí— pasemos a otro tema. ¿Que es lo que te gusta hacer?

— escuchar musica — respondí con una sonrisa—y leer, un poco... No lo se. No tengo idea. Aveces todo se nubla y no se lo que quiero ni tampoco lo que quiero hacer.

— ¿quieres hablar sobre eso?

— no. No quiero hablar de eso.

— de acuerdo. ¿Que tipo de lectura te gusta leer?

— ¿eso realmente importa? Digo al final sólo son historias. Historias que no son reales.

— algunas están basadas en hechos de la vida real.

— un muñeco no habla y te intenta asesinar.

— dije algunas. No todas.

— tal vez algunas. — lo mire a pesar de que no me miraba directamente a mi—Pero aún así siguen siendo solo historias ficticias.

Siguió preguntando cosas y anotando cada cosa que yo decía. Cada mínimo detalle lo anoto.

— ¿crees en los demonios?— preguntó.

Como no voy a creer en ellos si viven dentro de mi. Son los demonios que me siguen. Los demonios que me atormentan. Son mis demonios.

— no. Los demonios no existen— respondí olvidándome de mis pensamientos.

Anoto lo que dije y al fin guardo el cuaderno en un cajón del escritorio.

— no te vez como una chica feliz—dijó.

— ¿parezco una chica feliz?— pregunte, no respondió nada hasta luego de unos segundos de un silencio negó con la cabeza.

— según tu padre eras mas feliz— dijo.

A pesar de todo mi sufrimiento lo era. Hasta que los demonios volvieron a aparecer.

— la felicidad no existe— dije ignorando de lo que acababa de decir.

— ¿por que dices eso?

— Por que estamos en un mundo rodeado de hipocresía, — respondí fríamente—mentiras, soledad, los niños crecen en la calle, sus padres los abandonan, los jóvenes consumen drogas y las chicas resultan embarazadas antes de los dieciocho años, los padres no ponen atención a sus hijos, ya nadie quiere estudiar, las personas roban para sobrevivir, las personas son discriminadas por alguna u otra razón, los perros son atropellados en las calles, los asesinos buscan nuevas víctimas, los policías son unos corruptos, las personas que lo tienen todo desean mas, vivimos en una sociedad llena de mierda.— su rostro mostraba sorpresa— ¿puedo irme?— pregunte, asintió y abrí la puerta para irme.



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En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 30.09.2020

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