Hey, Rubia

Capítulo 3 | Biblioteca y fiestas

ALANALAN

La casa estaba preparándose para la gran fiesta de reclutar nuevos miembros, cómo se esperaba tenían planeado escoger entre cinco a seis chicos nuevos este año y con los tres legados que ya tenían era un total de nueve chicos novatos. En la fraternidad tenían como costumbre hacer que los novatos sean sometidos a una iniciación, en muchas universidades están prohibidas las novatadas y los Alpha se tuvieron que derrocar viejas costumbres por el bien de los nuevos miembros.

En la cocina me encontré a uno de los dos chicos que al igual que yo tenía por decirlo de alguna manera un lugar asegurado en la casa por nuestros padres. Se encontraba concentrado preparando un sándwich de crema de maní y jalea, ni siquiera me noto cuando abrí la heladera para sacar una botella de jugo de naranja. Los murmullos que estaba diciendo me hicieron prestarle mayor atención y fue cuando me di cuenta de que llevaba ropa deportiva y colgando en una banda de seguridad en su brazo estaba su celular conectado a los auriculares que tenía puestos en los oídos.

—What you gon' do when there's blood in the water? —escucho que tararea, cerrando su sándwich para proceder a cortarle las cortezas del pan. Siguiendo con mi propia rutina voy por unas galletas con chispas de chocolate de la alacena, con la caja en mano fui a por mi jugo y el chico pareció notar mi presencia. —Buenos días, creo que aún no nos hemos presentado hermano. Mi nombre es Wood, Brice Wood —extendiéndome la mano derecha, Brice sonríe de manera amistosa, le correspondo el saludo de la misma manera. No había tenido mucho tiempo para poder socializar con otros miembros de la casa más que un selecto grupo reducido.

—Un placer conocerte Brice, mi nombre es Alan Sullivan —me presento y el chico agranda la mirada quedando con la mano en el aire cuando la solté finalizando con el saludo.

—Que me parta un rayo si tú no eres el hijo de Jesse Sullivan. El exlíder de la casa Alpha, expresidente del consejo de la fraternidad —exclama el chico con una emoción que le crecía desde el pecho, se le notaba muy emocionado hablando de mi padre, que si es conocido por ser un buen líder en su época, pero yo consideraba que leyenda era Ezequiel Lemus. Mi padre lo admiraba cuando lo conoció en primer año y según las palabras de mi progenitor, ese hombre tuvo un brillante futuro.

—Si lo soy —respondí restándole importancia al asunto, mi apellido no me avergüenza, pero tampoco dejo que por él se me abran las puertas como si me debieran algo por tener ese nombre.

—Mi padre y el tuyo fueron compañeros de habitación en el primer año. Mi padre tiene muchas historias de esa época, no recuerdo ninguna porque todas son aburridas y las que recuerdo son todas de las bromas que hacían con la fraternidad —se ríe dándole un mordisco a su sándwich, algo de jalea se le asoma por la comisura de los labios y aun con la boca llena habla —Te vi hablando con el entrenador ¿planeas entrar al equipo?

—Ya estoy dentro, obtuve una beca deportiva y me transferí de la universidad de Pensilvania. Mi papá quería que estudiara aquí desde mi primer año, no logre entrar por falta de créditos extras y termine en la otra universidad. Por mis calificaciones obtuve una beca aquí, la insistencia de mi padre me termino trayendo a este sitio y lo bueno es que su programa de medicina es de los mejores —mis palabras fueron más un consuelo para mí que una explicación para Brice, alzando mis ojos lo vi comiendo de su sándwich sin despegar los ojos de mí. Con el dorso de su mano se limpió la boca, tragando lo que acababa de masticar y me habló.

—¿Estudias medicina por complacer a tu padre o para complacerte a ti? —Su pregunta me tomó por un segundo descolocado, pero al mismo tiempo resultó algo que me venía planteando desde que decidí hacer medicina.

—Complacerme a mí, pero últimamente quiero que mis padres sean felices porque uno de sus hijos es médico. Al menos uno de los dos lo será por pasión como ellos —manifestó llevando una de las galletas a mi boca, mis padres no lo dirían jamás, pero si les decepciono un poco que James no quisiera ser médico y cuando vieron que yo sí volcaron toda su atención en mí.

—Hermano entiendo tu presión, soy hijo de un matrimonio de psicólogos y tengo una hermana mayor que vive en Francia, a la cual no veo en persona desde hace seis años. Mi hermana era la hija adorada de mi padre, lo hacían todo juntos y hasta asistían a eventos de padres e hijas en nuestra comunidad. Eran realmente unidos hasta que Zoey decidió que carrera quería seguir en la universidad, ilustración, ese fue él quiebre de su relación con mi padre. Con la ayuda de mamá, mi hermana hizo su primer año en una academia de arte en San Francisco y ganó un concurso por una beca completa en una academia de Francia. Zoey no dudó dos veces y se fue. Siguen sin hablarse, mamá espera que cuando mi hermana vuelva las cosas mejoren pero lo dudo. Los padres no pueden proyectar en sus hijos lo que ellos no pudieron hacer a su edad, deben dejarlos equivocarse para saber qué destino tomar. Tu padre quiere lo mejor para ti, por eso intenta que tú tengas lo que él no tuvo a tu edad. Habla con él, tienes que dejarle claro que no tiene el control sobre tu vida o tus decisiones —con otro mordisco más a su sándwich Brice disfruta del momento de silencio, dejándome reflexionar sus palabras y solo llego a la conclusión de que tiene toda la razón.

—Tienes razón, debería hablar con él y mi madre —murmuró comiendo otra galleta para luego agregar —¿Por cierto qué carrera estudias?




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