Hey, Rubia

Capítulo 7 | Moja Bragas

—¿Está viva o entró en coma? –escuche que le preguntaba Bella a Cassandra, pero no les prestó atención

AGUSTINA

—¿Está viva o entró en coma? —escuché que le preguntaba Bella a Cassandra, pero no les prestó atención. Desde que llegué de la cafetería con Alan me había dejado caer en la cama y no me había movido desde entonces.

—Si la picas con un palo y emite sonido es que sigue con vida —le contestó Cassandra sonando muy convencida de sus palabras. No dudaría que ella hubiera hecho eso antes con alguna persona.

—No seas estúpida —gruñó Bella —Agus ¿te encuentras bien? —interrogó acariciando con una mano mi espalda, me obligo a moverme. Abrí uno de mis ojos para ver la cara de mi mejor amiga y un poco más lejos a Cassandra pintando sus labios frente al espejo.

—Me guiño el ojo —logré que salieran palabras de mi boca estaba muy cansada y todavía me sentía algo tonta por lo que hizo James. Me había cruzado otras veces en la universidad e incluso cruzamos miradas, pero jamás me había guiñando el ojo.

—¿Quién te guiñó el ojo? —por el rostro confundido de Isabella sabía que debía revelar el nombre de mi crush, pero todavía mi cerebro estaba en modo lento. —Ah... hablas de James estúpido Sullivan ¿cierto? —junté mis cejas de forma enojada al escuchar cómo había llamado al amor de mi vida. Quise contestar, pero Cassandra habló antes.

—Oh cariño es mejor que te alejes de James moja bragas Sullivan —sentándome en la cama mire a la que ahora se había vuelto a retocar el color azul de su cabello, que se estaba colocando una chaqueta de cuero con muchas tachas en punta. —Sullivan es un mujeriego y por el tiempo que he estado estudiando su método es guiñar, luego viene el torpe choque en el pasillo, segundo te lleva los libros, después te pide una cita y por último te lleva a su cama. James no cambiará a menos que encuentre a la indicada y lamento decírtelo Agus, pero, esa no eres tú. Alguien tiene que decirte la verdad antes que rompan tu corazón de algodón. No me agradezcan, nos vemos luego —dejándome las palabras atoradas en la garganta se fue. Bella no dijo nada, pero sabía que estaba de acuerdo con Cassandra, ella misma me había dicho que lo que me pasaba con James terminaría con un corazón roto. Y ese, sería el mío.

—No queremos que salgas lastimada —apoyé mi cabeza sobre el regazo de mi amiga mientras ella acariciaba mi cabello.

Muy en el fondo sabía que James me lastimaría, pero siendo masoquista seguí enamorándome de un mujeriego. Comencé a llorar como tantas veces lo había hecho por el mismo chico e Isabella me consoló. Supongo que me mantenía las esperanzas de que James se enamore de mí porque con desespero necesitaba sentirme querida... contenida, amada por la falta de amor y cariño que no obtuve por parte de mi madre.

No sé en qué momento me dormí, pero tuve muchas pesadillas que me despertaron más de una vez. Luego de eso ir a la clase de dibujo fue un despliegue de mi creatividad a raíz de esas pesadillas.

Cargando mis pinturas, pinceles, mi bloc de dibujo y con lápices de distintos grados me dirijo al campo de fútbol donde vería entrenar a Alan. Hoy estaba tan inspirada que tenía ganas de dibujar mientras esperaba a mi amigo. En el camino había perdido algunos pinceles que otros estudiantes muy amables me devolvieron al verme con tantas cosas. Logré controlar todo hasta que doble la esquina del pasillo para salir, mis cosas salieron volando por los aires. Mi trasero aterrizó en el duro suelo y un quejido de dolor se escapó de mi garganta.

—Perdón no te vi —esa voz tan varonil y profunda me estaba hablando. Apartando los cabellos de mi cara mire hacia arriba y podría decir que la luz a su alrededor lo hacía verse como un ángel. Un ángel que rompe tu corazón en millones de pedazos.

No le pude contestar me pasa lo mismo de siempre, quedo muda ante su presencia y jamás puedo decirle ni mu. Con su ayuda junte mis cosas sintiendo su intensa mirada en mí, estaba muy avergonzada y ni siquiera sabía por qué. Tengo que responder algo después de todo este tiempo con Alan ayudándome debía poner en práctica lo que aprendí en el café.

—Gracias por ayudarme a juntar mis cosas —por dentro me felicitaba por hablar sin ser muy apresurada o ponerme nerviosa. Las citas falsas con Alan estaban dando sus frutos o eso espero.

—No fue nada —sus palmas viajaron a su cabello alborotado un poco y su otra mano se apoyó en la pared que estaba al lado de nosotros. —Somos casi familia, ¿eres la novia de Alan cierto? —una sonrisa marcando esos hoyuelos hizo que me perdiera un instante. Hasta que mi consciencia procesó sus palabras y una mirada de horror se apoderó de mi rostro.

¡No soy la novia de nadie!

Alan es mi mejor amigo, ¿que tan difícil es entender eso?

—Somos solamente amigos —contesté viéndolo a los ojos y me sorprendí de que mis piernas no se volvieran gelatina y me cayera de bruces al suelo. —Alan es un gran chico, pero solo somos amigos —mi risa nerviosa apareció y ya quería salir huyendo de allí.

—Oh, solo son amigos... interesante —lo último lo pronunció casi en un susurro mirando a un punto en la lejanía. —Saluda a mi hermanito de mi parte Agustina —guiñándome el ojo se fue caminando como si el mundo estuviera a sus pies. Con mis piernas aún temblando caminé hasta el campus subiendo a las gradas y dejándome caer allí con todas mis cosas. Tenía ganas de llorar porque recordé las palabras de Cassandra "... Luego viene el torpe choque en el pasillo...". Con los ojos irritados por las lágrimas contenidas tomo mi bloc de dibujo comenzando a sacar mis sentimientos con trazos algo duros, pero que me ayudaban. Al terminar mi obra pude ver unas cuantas lágrimas alrededor de un árbol y no cualquier árbol. Si no el viejo árbol donde solía columpiarme de niña antes de que mis padres se divorciaran.




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