Pasé las siguientes dos semanas más incómodas de mi vida por Kevin, aparecía en cualquier lugar de la casa, las únicas formas que me salvaba de él era yendo a escondidas a la pista de motocross. Rubén me llamaba todos los días, me contaba lo que había pasado con su familia y cada vez decía “es un día menos para vernos”.
Pero no esperé que llegara a la casa de mis tíos para noche vieja, horas antes de 2019, mi familia quedó encantada con él. Pues estaban felices de que había conseguido a alguien de decencia noruega y que el gen no se perdería tal como fue con la familia de Alex.
—Tú familia mola mucho, tus primos pequeños me preguntaron si era slenderman —reí, Enar y Dagny eran unos frikis de los creepypastas con solo nueve y ocho años respectivamente.
—Y espera a que Agnes, Britta y Janne fangirleen por conocerte —reímos juntos y vimos el cielo estrellado, me recosté en el hombro de Rubén. Era una escena muy romántica, ambos viendo las estrellas, en una noche de frío, en el pórtico de una gran casa.
—Sabes, Brander, Svan y Eigil ya me advirtieron lo que pasaría si te lastimo —busqué con la mirada entre la oscuridad alguna expresión en su rostro, pero no estaba más que sereno con la vista perdida en algún punto de la noche—. Claro que eso no está en mis planes, _____. Si eso es lo que te asusta.
—No me asusta, Rubén. Solo… No lo sé. No quiero que esto termine, es un sueño, uno de los mejores que pude vivir —le miré a los ojos y me di cuenta que él también me miraba, con el mismo brillo que yo a él—. Y quisiera que durara para toda la vida, poder tener una familia contigo y envejecer juntos, sabes lo que te digo… Y sé que esto es pensar muy en el futuro y que puede ser que mañana esto se haya terminado, pero, si me dieran un solo deseo, pediría una vida a tu lado.
—¿Estás borracha? —Dijo para fastidiarme, puesto que se empezó a reír después de su comentario fuera de lugar.
—Te digo todo lo que siento, y aun así lo tomas como una broma —yo también quería joderle un poco las pelotas, así que hice mi mejor enojo falso y me crucé de brazos—. ¡Hostia, Rubén!
—Vale, no te enojes ___. Solo es que no sé qué decir. No soy bueno con lo de las palabras, menos con una chica, y si quieres saber, aun me da nervios el que estés cerca mío —se rascó la nuca un tanto apenado por la situación—. Te quiero, _____. Te quiero sólo conmigo, no con nadie más, y si esto llega a terminar algún día, siempre te recordaré como la chica que perdí por gilipollas. No me importa si tú tienes la culpa, así será, lo juro.
—Esa es una promesa muy difícil de cumplir, Rubén. Y espero que no te arrepientas luego —negó repetidas veces con la cabeza—. Júramelo por la garrita ¿quieres? —Extendí el dedo meñique.
—Vale, por la garrita —juntó nuestros dedos y apretó con fuerza, luego me dio un largo beso, pero este se sentía aún más feroz que otros, sabía a qué llevaba todo esto.
Sentí un cosquilleo subir por mi espalda y me dejé llevar por el momento, me subí en su regazo y profundicé el beso, dejé que su lengua recorriera mi boca y yo hacía lo mismo que él. Enredaba mis dedos en su cabello, y él metía sus frías manos bajo mi abrigo y camisa.
—_____, Rubén —mi tía nos habló desde la puerta—. ¡Oh, lo siento! ¡No era mi intención interrumpir! Pero quiero que estén a dentro para el conteo, ninguno debe perdérselo ¡es ley y lo sabes ___!
—Si tía, ya vamos —le sonreí y ella me devolvió el gesto, entró a la casa y yo miré de nuevo a Rubén—. ¿Qué dices, Rubinante? ¿Me llevas en tu espalda? —Sonreí divertida y él me miro con una sonrisa cerrada.
—Lo haría, Napoleona. Pero tu familia me vería como un subnormal —reí, y lo abracé pegando mi rostro a su cuello.
—¿Y acaso no eres subnormal? —Seguí entre carcajadas calentando mi nariz entre su hombro y su cabeza.