Epílogo.

—¿Y cómo has estado? —Él inició la conversación con una frase bastante típica, pero era perfecta para el momento.

—Si con eso te refieres a que me ha pasado estos dos años, pues no ha sido mucho, me mudé a Barcelona por un año y ahora estoy viviendo con mis padres. No me agradaba mucho vivir en otra ciudad. He vivido toda mi vida aquí en Madrid y me es muy difícil dejarlo —le di otro sorbo a mi café y miré a quien tenía frente a mí, que difícil fue aceptar que estábamos hablando de nuevo—. ¿Y tú?

(Los hechos que se presentan en esta parte de la historia se desarrollan en 2021, así que lo que le ha pasado a Rubius será ficticio en su mayoría)

—Bueno, sigo grabando vídeos y todo va de maravilla. He terminado el anime de Virtual Hero y me he pasado una temporada en Japón, fue guay vivir allá por unos meses, pero ya estoy de vuelta en España —asentí, ya sabía todo eso porque lo seguía en todas sus redes sociales, siempre estaba al pendiente de su vida aunque no fuera junto a mí—. Y respecto a lo de tu casa, me hace mucha falta verte por ahí ¿sabes? La mayoría de los vecinos son gente mayor que no le gusta divertirse.

—¿Qué tal Alex? —Cuando terminé con Rubius, me había desconectado de todo por unos meses, pero volví y no pude contener la curiosidad de como seguían los chicos.

—Ha estado mejor, hace un mes terminó con su última novia —frunció los labios y mordió su magdalena—.¿Qué tal Kevin? —Tenía que sacar el maldito tema.

—No he tenido noticias de él desde hace más de dos años —bebí un poco más de mi café—. Si viniste para recordarme lo que hice mal, que sea justo. ¿Cómo ha estado Irina? —Enarqué una ceja, mofándome en mi interior.

—Vale, ya pillo el punto… ¿En serio quieres saber? —Reí y negué con la cabeza, sabía que sucedía con Irina, no habíamos perdido el contacto en ningún momento—. Bueno, supongo que aun miras mis vídeos.

—Supones bien, no me pierdo de ninguno, ni tuyo, ni de los de Alex, u otro youtuber de vuestra generación —sonreí nostálgica.

Hablamos de más temas sin importancia. Como por ejemplo mi gato y los suyos, política, noticias y cosas irrelevantes de nuestras vidas. Fue una charla relativamente corta, me invitó a visitarlo a su casa, que por extrañas razones seguía siendo la misma.

Pasaron días y a su vez semanas en las que había sido publicado el artículo de Isabel en línea, disparando a los medios otra vez, especulando sobre lo que había sido nuestra relación, lograron encontrar mi cuenta de twitter e instagram, jodiéndome la paz que había logrado conseguir después de alejarme del mundo por un tiempo.

Pero esta vez, la noticia no pasó de moda, llevaba más o menos un mes preguntándome a mí misma si debería aceptar la invitación de Rubius de una vez por todas, hasta el día en que me encontraba regresando a mi antiguo hogar, toqué la puesta del que solía ser mi vecino y no tardó nada en abrir.

—¿_____? —Habló serio, no se esperaba verme aquí, mucho menos después de tanto tiempo.

—¿Alex? —Mis ojos se llenaron de lágrimas, me tapé la boca para no soltar ningún sollozo y a su vez privarme de la necesidad de abrazarlo, sabía que él no estaría contento de verme por lo que hice—. Lamento mucho lo de hace dos años —fue lo único que pude decir, dejando que mis lágrimas cayeran.

No dijo nada y me abrazó, no parecía molesto después de todo, sino más bien, confundido. Correspondí su abrazo, y como esperaba, seguía siendo más pequeña que él. Seguí llorando, pero por la felicidad que me producía volverlo a encontrar, ya no por la culpa.

—¿Quién es, Alex? —Se asomó Mangel, otra estrujada a mi corazón, si estaban todos los chicos allí, lloraría más de lo que alguna vez lloré—. ¿_____? ¡Por Dios, _____! ¡Chicos, vengan, es _____?