Rubius y yo caminábamos tranquilos por las calles de Madrid, buscando un lugar lindo para desayunar, eran alrededor de las siete de la mañana, el frío aire traspasaba la tela de mi camisa haciendo que mi piel se erizara.
Llegamos a un lindo lugar, una cafetería, entramos y el calor del ambiente acicaló mis prendas dándome una sensación satisfactoria, nos acercamos a la caja a pedir algo para beber y comer. Yo pedí un café con una dona, y Rubius un té con una magdalena, él iba a pagar por todo pero yo lo detuve.
—Yo pagaré —dijo viéndome, yo le entregué lo que había costado mi café y mi postre—. Que yo pagaré, niña —me devolvió el dinero y se giró a la cajera.
—Shut up and take my money —hablé hacienda una referencia al vídeo en el que él decía eso y al fin, tomó mi dinero, se lo dio a la cajera quien nos veía con cara divertida.
—Hacéis linda pareja —dijo la chica frente a nosotros y me sonrojé, Rubius seguía normal, nos dio nuestro cambio y no fuimos a sentar.
—¿Está rica tu dona? —Me preguntó Rubén con la boca llena de su magdalena. Le di un mordisco a mi dona y respondí:
—¡Está rica! ¿Quieres? —Hablé con la boca llena de la masa de la suave dona así con él lo hizo—. Y tu magdalena ¿está buena?
—Si está rica —seguíamos con las bocas llenas de pan—, y si quiero, y tú ¿quieres de mi magdalena? —Asentí y cruzamos los brazos para darle un mordisco al postre del otro.
Nos empezamos a reír, tanto que a Rubén se le cayó un pedacito de pan de la boca, cuando eso pasó estaba tomando mi café y no pude aguantar la risa, le escupí en la cara unas gotas de mi bebida. Se limpió con una servilleta y me miró serio, lo vi igual y volvimos a reír, yo lo hacía con una foca con retraso, aplaudía y le pegaba a la mesa mientras que Rubén tenía su risa normal, la cara arrugada y roja de tanto carcajearse.
Paramos y nos tranquilizamos, comimos tranquilos después de tener ese momento retard, no faltaban algunas risillas por parte de ambos, las personas nos miraban mal, ¿había sido tan grande el escandalo? No le dimos importancia.
Salimos del establecimiento, reflexionaba sobre todo lo que pasó ahí adentro, la chica diciéndonos que somos una linda pareja, las personas viéndonos mal, Rubén y yo riéndonos. Una sonrisa traviesa salió de mis labios, pero igual no iba a ocultarle a Rubius que estaba feliz con él.
—¿Eres hipster? —Le dije mientras lo miraba asustada—. Por que acabas de entrar a una cafetería, Rubén —soltó una carcajada y yo también reí con él.
—Se te miraba deseosa de poder probar un poco de café —íbamos lado a lado caminando pacíficamente mientras mirábamos a las personas pasar a nuestro lado—. Estar despierta desde las tres de la mañana no te sienta nada bien.
—A nadie le sienta bien —respondí, seguramente tenía unas ojeras gigantes no es lo mío levantarme tan temprano.
—Oye —miré de nuevo a Rubius—, Alex me ha contado que ya terminaste tu carrera —me admiraba que Alex les haya contado de mi vida—. Estabas estudiando diseño gráfico ¿no?
—Sí, así es —me sorprendía que ninguna persona se le haya acercado a Rubius mientras caminábamos, seguramente es demasiado temprano para todos ellos—, mi padre hablaría hoy conmigo para ponernos de acuerdo cuando comienzo a trabajar en su empresa —un momento… ¡Hoy iban mis padres a mi apartamento para hablar conmigo!
—¿Te sientes bien? Estás pálida —Rubén puso su mano en mi frente para comprobar mi temperatura, había olvidado por completo que hoy irían mis padres a mi edificio; saqué mi móvil para comprobar la hora, era las 8:06.
—Sí, estoy bien —contesté desubicada, en ese momento, una llamada entrante de mi madre hizo que mi teléfono comenzara a vibrar acompañado de mi tono de llamada, contesté e hice una seña a Rubius para que me esperara—. ¿Hola? —Dije en español, sería raro para mi madre oírme en ese idioma pero no hablaría en noruego frente a Rubius.