—¿Qué haces aquí? —Pregunté con la mínima intención de alargar más la conversación y decirle de una vez por todas que se largara de mi vista—. ¿Cómo sabías que estoy aquí?
—Hablé con tus padres, me contaron lo que te pasó ayer y pensé en visitarte, vaya que te ves fatal —se acercó y tomó asiento en la silla que estaba junto a mi camilla.
—Vienes sin avisar, y encima vas a decirme que estoy fea, contigo no se puede Manuel —él se quedó callado mirándome fijo a los ojos, acto que yo imité, no iba a desviar la mirada para que él pensara que todavía tiene control sobre mí —. Y ¿cómo está tu prima, Manuel? —Abrió grandemente los ojos, esperaba que con eso se largara de una vez, pero en eso entró Rubén y sonrió al verme, pero borró su sonrisa al ver a Manuel.
—¿Quién es él? —Dijo Manuel levantándose de la silla, notablemente molesto.
—Lo mismo debería preguntar yo —contestó Rubén. Manuel a pesar de ser mi novio por más de dos años, nunca se molestó en saber quién era El Rubius, aunque yo siempre le hablaba de él.
—Eh… Rubén —me miró con el ceño fruncido—. Él es Manuel… Mi exnovio —me mordí el labio inferior—, y Manuel, él es Rubén, él es…
—Su novio —contestó el castaño por mí. Manuel me miró incrédulo, yo solo sonreí y asentí, miré a Rubén y seguía con su semblante serio viendo con repulsión al otro chico.
Manuel no emitió ninguna palabra, solo asintió con resignación y camino a la puerta, la abrió y antes de salir se despidió con un: “Hasta luego, _____.” Mientras volteaba un poco la cabeza hacia atrás, por último salió por completo y cerró la puerta con cuidado.
Miré a Rubius y este se acercó y se sentó en el lugar que anteriormente lo había hecho Manuel. Me entregó una bolsa de papel que adentro traía una dona de chocolate y un café, era de la cafetería a la que habíamos ido la otra vez, le sonreí y él me imitó sin muchas ganas.
—¿Dónde está tu magdalena? —Le dije intentando bromear, el soltó una risa ahogada y miró hacia otro lado—. ¿Ocurre algo? —Le tomé el hombro para que me mirara—. ¿Es por Manuel?
—¡No! —Exclamó abriendo mucho los ojos—. Solo que… Bueno, como sabes la próxima es el E3 y yo me preguntaba si querrías ir con nosotros.
—Me parece genial —respondí—. De hecho Alex ya me lo había preguntado hace un par de días y le dije que haría lo posible por ir con vosotros —él sonrió tal cual niño pequeño en un cumpleaños cuando traen el pastel.
—Entonces el cabrón de Alex me mintió —le miré confundida y en ese mismo instante caí en cuenta de lo que le dijo a Manuel para que se fuera.
—¡Le dijiste a Manuel que eres mi novio! —Grité eufórica, parecía que estaba furiosa pero por dentro estaba emocionada por lo que dijo.
(…)
Me encontraba viendo como el avión despegaba, rumbo a Los Ángeles, junto a mí iba un chico como de dieciséis años y junto a él la que considero su mamá, en los asientos de atrás iban Rubius, Mangel y Alex, todos en plan de dormirse.
—Guay ¿no? —Mire a mi lado encontrándome con el puberto hablándome como si fuésemos amigos de toda la vida. No entendía a qué se refería—. Los tíos que van en los asientos de atrás son youtubers famosos, nunca creí que los encontraría en un avión rumbo a Los Ángeles.
—Ah… Si, guay. Yo voy con ellos —el chico me miró atónito y yo le sonreí—. Vamos a la conferencia del E3. Te aconsejo algo, tómales tantas fotos como puedas antes de que despierten, me lo agradeces luego —le guiñé el ojo, sacó su teléfono como pudo e hizo lo que le dije.