Tomé a Tolú èl se acostó en mis piernas, mientras comía un helado de chocolate... De fondo sonaba Lover de Taylor Swift. Sentí la brisa fría del invierno haciendo volar mi cabello.
Tocaron la puerta.
—¡Carmen!—gritaron.
Cerré él balcón y acomodo un poco mi cabello.
—¿Qué hacen aquí?—preguntó, era Megan y Laura.—No voy a ir.—ellas se meten a mi departamento.
Megan lo observa.
—Bonito departamento linda vista a Brooklyn, decoración perfecta, es grande.—examina cada lugar.
Laura me observa.
—Querida ¿por qué te haces problemas por ese tipo?—me miro suspicaz.
Megan se acerca, tenía dos bolsas en su mano y Laura tres.
—Es decir joven, bonita, inteligente, no te casaste, no tienes bendición y ganas un buen dinero... Eres la mujer ideal para cualquier tipo.—comentó Megan.
Empecé a llorar.
—Sí soy la mujer idea, ¿por qué Tobias no está conmigo?.
Laura me da una bofetada.
—¡Niña, escucha!, deja de ser tan dramática. ¿Cuántos años tienes?—pregunta, tomando mis brazos.
La miro sin expresión.
—Treinta y ocho años.—respondi, cabizbaja.
Megan tomó mi barbilla.
—Con la cara en alto cariño ¿qué quieres, en tú vida?.
Las miro.
—No quiero hacen las personas de mi edad, no quiero hijos, ni esposo quiero viajar experimentar y también quiero tener sexo sin tener qué preocuparme qué me llamen a la mañana.
Megan aplaude.
—¡Bien dicho! Ahora a areglarse sólo tenemos una hora. —tocó mi cabello.
Laura se acercó a mi reproductor.
—Madonna es una mujer diva, empoderada y libre.—dijo sonriente.
Material girl sonó, mientras Megan tomó una tintura de una de sus bolsas. La observó, tenía tintura y también maquillaje.
—¿Que harás, Megan?—preguntó nerviosa,—No cambies mi castaño.
—Te pondré reflejos dorados.
Laura estába maquillandose.
—Es en una hora, Megan.—respondí preocupada.—¿Podras?.
Ella asintió.
—Querida soy la mejor.
Laura sacó un vestido color rojo vino era largo con una hermosa espalda descubierta. Era él vestido más hermoso qué allá visto.
—Es hermoso—dije alegre.
No era de usar demasiado él rojo.
—Terminé con los reflejos ahora lavado , secador y un lindo peinado—habló Megan.
Laura estaba emocionada.
—Querida trabajo contigo hace seis años, jamás te había visto más alegre y sonriente qué ahora.—sollozo.
Fuí al baño.
—Megan ¿por qué eres así conmigo?—preguntó, ella abre él grifo.
Empezó a enjuagar.
—Algo parecido me pasó con un hombre... Y pensé ¿por qué no?.
—¡Media hora!—gritó Laura.
Megan tomó mi cabello y lo seco.
—¡Dios mio!—exclamó.
Mi cabello se veía hermoso siempre dejó mi cabello con coleta.
—Vamos a cambiarnos—comentó Megan, —¿Que esperas?—me observo.
Tomé él vestido y fuí a mi habitacion.
—¿Donde está Carmen?—me dije a mi misma. —¿Esa espalda es mia?—sonreí.
—¡Que hermosa!.
Laura tenía un vestido azul marino, Megan un vestido corto ajustado con un escote pronunciado.
—Labial rojo, deliniado pero no tan marcado, tus pecas son preciosas. Las dejaré... Él cabello medio recogido.
Laura sonríe.
—¡Vamos atrasadas!—grito con desesperación.
Tomé las lleves él movil y la llave.
—Quiero ir al baño.
Fui al baño y ví un mensaje.
_Adivina quién irá a la fiesta de tú jefe... Si así es éste nene_
Sentí un horrible retortijon.
—Bien, Carmen Montesco cero nervios... Hoy es tú puto día.
Lave mis manos y salí.
—¿Carmen , qué esperas?—preguntan.
Sonreí y cerré con llave.
—Chicas Tobías ira, ignoró sus mensajes hace cuatro dias.—comentó nerviosa,—Vamos en mi auto—concluí, Laura rodeó los ojos.
Empecé a conducir.
—¿Alguna vez le dijiste lo qué sentías?—preguntan unísono.
—Él señor Felton es demasiado cliché vive en él hotel Hilton hace siete años... Fuí a llevar su ropa una vez es tan irritante.
Seguí conduciendo.
—Es sexy, joven y billonario lo juzgas demasiado Carmen. ¿Te gusta?—intervinieron, chasqueo la lengua.
La cuidad es un caos.
—¿Si me gusta?, claro qué no.
Laura suspiro.
—Te diré algo pero no le digas a Felton. ¿Si?, te llamá a cada segundo, te halaga diciéndote qué eres lista y qué nadie podrá hacer lo qué tú haces.—añadió Laura, quedé sorprendida.
Llegamos y estaciono mi auto.
—Mira esos autos, moriría por una.
Acomodo mi vestido, Dios mío estoy tan nerviosa qué voy a vomitar.
—Hola señoritas, ¿sus nombres?—pregunta un guardia, era alto robusto.
Sonreí y lo miro.
—Carmen Montesco, Megan Edison y nuestra querida Laura López.—respondí, sonriente.
Habían hombre y mujeres demasiados estirados, mujeres con vestidos cargos y hombres con los zapatos más Lustrados y elegantes qué allá visto.
Una ventana se abrió.
—¡Carajo!—grito.
Mi cabello voló, todos me observan.
—Todos te observan—habló, Laura sentí un horrible escalofrío.
Miró hacía delante y veo a Felton.
—¡Carmen!—escucho una voz familiar,—¿En serio eres tú?—era Elizabeth.
Sonreí de manera falsa.
—¿Y Tobias?—pregunto.
Sentí una mano en mis hombros.
—¿Carmen?.
Me doy vuelta era él señor Lewis.
—Hola señor Felton, ¡Feliz cumpleaños!—le doy un beso en su mejilla.—Disculpe—me arrepiento.
—Éstas hermosa.