Mire mi reloj eran las ocho y media de la mañana. Me sentía demasiado bien por primera vez me siento libre, hacia demasiado frío en New York pero habia algo diferente. Pero por fin soy quién realmente deseo ser. Tomé mi billetera y fui a la avenida tenía varias tiendas de ropa, zapaterias y peluquería.
Él local gapfactory era preciso
Se acercó una mujer morena me recibió con una deslumbrante sonrisa. Era ropa elegante, pero también sencilla había Pará cualquier tipo de gusto.
—Hola bienvenida, mi nombre es Florida ¿en qué puedo ayudarla?.—me sonríe.
Me quité mi bufanda.
—Quiero algo que diga está mujer es tan elegante y sexual—respondí tomando mi bolso.
Ella me guía tomó varios vestidos.
—¿Que tal éste?—pregunta sonriente.
Era un vestido naranja largo era realmente precioso.
—Me llevaré todos, quiero jeans, faldas, blusas y abrigos.—respondí mirando a mi alrededor.
Tomé una taza de te.
—¡Perfecto!—exclamó.
Tenía la nariz Roja por él frío intenso de New York. Empezó a caer más nieve... Pero todavía no término.
Fui a un local de tatuajes y perforaciones. Había un hombre robusto con tatuajes era alto parecía intimidante.
—Hola bienvenida—saludo sonriente.
Es un osito de peluche.
—Hola mucho gusto quiero perforación, en mis orejas y ombligo.
Él me guía a un sofá y lo inclina.
—¿Donde quieres tus aros?—pregunta, mostrandome un par.
—Lóbulo y doble helix—contestó él tomó él cateter,—¿Duele?—senti un horrible ardor en mi oído.
Una lágrima cayó.
—Sólo uno más.
Nuevamente una lágrima cae.
—¡Carajo!—maldigo
Miró a mi alrededor ya había terminado mi sufrimiento.
—Listo señorita.
Tome un espejo y me miro.
—Esta bonito, ¿y él ombligo?.
El volvio a perforar.
—Gracias.—vocifero.
Le di él dinero y salí.
—¡Carmen!—escucho un gritó.
Me volteó a ver y era Tobías con un traje cubierto. Ésta mañana era perfecta pero se estaba oscureciendo.
—Toby ¿Cómo estás?—sonrió
Él me abrazó, sentí un horrible nudo en mi garganta. Él apuntó a una cafetería.
—Vamos a desayunar—respondió alegre.—¿Y qué paso con él hermano de tú jefe?.—tomamos asiento.
La cafetería Rosa era preciosa jamás había venido a aquí. Colores en tono pastel, olor a canela en él aire.
—Nos acostamos... Pero eso no es lo importante, renuncié al trabajo.—respondi tomando mi cara.
Una mesera se acercó.
—Cafe y galletas ¡gracias!.
Miró mi reloj.
—¿Que voy a hacer Tobias?—lo observó.
El suspiró.
—¿Qué te pasó?—pregunta.
Tomé una galleta.
—Me dijo qué yo no perdía mi tiempo... Lo dijo por qué vio qué salía del departamento de su hermano.
Fruncio él ceño.
—¿Quién carajo se creé qué es?.
Tomó un sorbo de café.
—Es él único lugar en dónde me pagaban bién. Pero si tengo qué bajar la mirada solo por dinero no lo vale.
Tobías parecía sorprendido.
—Carmen hace años ese tipo te trata así... Me sorprende tú cambio radical tú cabello, tú manera de vestir y algo diferente en tú personalidad.—comentó, mirándome fijamente.
Por primera vez me miro fijamente su rostro se enrojecio. Empezó a transpirar.
—Sí algo cambio mi manera de pensar hace unos días.—dije cabizbajo, miro su anillo.
—Carmen ¿hace cuanto estás enamorada de mi?.
Sentí un horrible nudo en la garganta.