Hey'carmen

Once

Sentí qué él aire se cortaba con un cuchillo, pero no ése cuchillo con filo si no de esos descartables. Lewis estaba tan nervioso qué no dejaba de sudar, verlo así compensó un poco sus comentarios ofensivos por años.

—Lewis no sé realmente qué se dice en éstos momentos, estoy en un momento amoroso muy extraño.—tartamudeo, Lewis sonríe.

Tomó sus mejillas.

—Lo sé estás enamorada de tú mejor amigo qué está comprometido,  seguramente lo noto en tus tristes ojos hablaron y todo término mal.

Realmente estaba tan feliz y a la ves extraña jamás pensé qué Lewis sería mi especie de amigo consolador.

—Así es ¿como lo adivinaste?—pregunto triste.

Tomé mi botella de whisky.

—Carmen Allende tiene unos ojos color gris claro, qué hacen qué me derrita cómo un tonto. Tus ojos están rojo cuándo sonríes lo haces con media sonrisa, cualquier persona qué te conozca se dará cuanta.

¿Debo caer en sus lindas palabras?.

—Tobías no es solamente la persona qué quiero, Lewis juro qué traté de olvidarlo más de mil veces ¿como hacés para ver a una persona, durante tantos años sin enamorarte?.—me miro con melancolía.

Mierda Carmen, ¿por qué preguntaste?.

—No puedes evitarlo clavo ¿realmente sacá otro clavo?. No lo hace Carmen, vez a ése persona por minutos incluso horas su voz incluso a veces parecen murmullos.—respondió, es como me siento en ocasiones cuándo veo a Tobias.

Lewis solía hablarle y sólo me miraba cuándo respondía me preguntaba cosas sin sentido. Ahora veo todo en otra perspectiva, no era para hacerme molestar, Lewiston realmente está enamorado de mi.


—No sé puede es verdad, tal vez suene estúpido pero, ¿quieres ver una película?, Es decir está nevando vives un poco lejos.—dije cabizbajo

Tenía su camisa manchada.

—Sería un placer Carmen.

Suspiro, estoy jugando demasiado a mi parecer pero ¿y si le doy la oportunidad de conquistarme?.

—Tengo una playera para qué te pongas, esperame ya vuelvo.

Fuí a mi habitación sabía qué tenía una playera vieja de Ryan, salí de la habitación y  cuándo volví lo ví sin camisa.

—¿Te gusta lo qué vez?—me guiña.

Bajé la mirada y le di la playera.

—Bastante... Pero quiero hacer las cosas bien Lewiston.—murmuro, él se acercó y tocó mis mejillas.

Pasé mis manos por sus hombros y lo miré a los ojos, eran de color verde ¿por qué no lo ví antes?, me siento tan estúpida.


—Sólo besame Carmen, perdimos tanto tiempo saliendo y tenías la extraña sensación de qué te detestaba pero jamás podría odiarte.

Acarició mis mejillas.

—A la mierda, si voy a besarte va a ser ahora.

Tome su rostro, abrí ligeramente la boca y acaricie su cabello. Apoyo mis labios en los suyos , bese su labio inferior, luego él superior. Sentí cómo mis labios se humedecia, tenía qué pararme de puntitas para poder besarlo bien.

—¡Carajo!—exclamo

Metió la mano en su pantalon y se acomodó, los hombres la mayoría de las veces qué los bese desde adolescente descubrí qué hay varias maneras de tapar su erección.

Uno taparse con algún objetó, dos hacer qué les pica (en lo personal es un poco vergonzosa), tres meter las manos en él bolsillo.

—Te manche—dije limpiando su rostro,—Besas bien—sonreí.


—Debería irme Carmen, tengo una reunión. Nos vemos mañana.

Se puso tensó tomó su saco las llaves de su casa y coche.

—Chau Lewis.

Abri la puerta.


—Sabes qué mañana deberíamos salir a cenar, conozco un restaurante perfecto.

Miré cómo sus ojos se iluminaron.

—Claro ¿Hablo con su asistente?—pregunto en tono divertido.

Sonríe cabizbajo

—No, no, ella está ocupada con un hombre atractivo en éste momento tengo qué ocuparme en persona.

Me abrazó, miré a mi derecha y ví a Tobias parado mirándome con los ojos llorosos.

 



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En el texto hay: humor romence jefe

Editado: 05.03.2020

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