10. Mi jefe... él...no sé le entiende
¡Boom!
Golpe directo al alma.
Pero antes de que pueda responderle con alguna frase sarcástica, la situación sube a otro nivel.
— Buenas tardes, señoritas —la voz profunda me atraviesa la espalda como corriente eléctrica.
Me giro.
Y ahí está Scott.
En traje de baño.
Solo traje de baño.
Sin camisa.
Sin piedad.
Sin preparación mental.
Yo no sé qué tipo de trato hizo este hombre con el diablo, pero su torso no parece real.
Pectorales marcados, abdominales perfectamente definidos como teclado de piano caro, una línea de vello justo donde empieza el infierno (entiéndase: la cadera), y unos brazos con venas que gritan: “Dame un like, Sasha, anda.”
— ¿Van a meterse al agua? —pregunta, con una voz tan tranquila como criminal.
Melanie sonríe.
Obvio que ella ya está dentro.
Scott me mira. Y no es una mirada cualquiera.
Es directa. Seria. Esperando respuesta.
— ¿Te animas, Sasha?
— No —respondo tan rápido que parezco grabación automática, ¿Cómo explicarle que no tengo ni puñetera idea de cómo se nada?
— ¿Segura?
— Muy segura, jefe. El agua y yo tenemos una relación tóxica.
Él levanta una ceja, como preguntándose si estoy bromeando.
Pero no dice nada más.
Simplemente se mete al agua con un salto elegante, sin hacer escándalo.
Como si el agua estuviera diseñada para recibirlo con reverencia.
Yo intento volver a mi paz mental.
Pero Melanie… Melanie no se calla.
— Debe ser duro no sentirse cómoda en traje de baño —dice, estirando sus brazos como si necesitara mostrar su figura una vez más.
— Debe ser más duro vivir de tu físico cuando te apagan la cámara —respondo sin mirarla.
Ella gira un poco la cabeza hacia mí. Sigue sonriendo.
— Solo te lo digo por tu bien, Sasha. Es feo vivir tan limitada por lo que piensen los demás.
— Entonces deja de opinar tú —digo con una voz tan calmada que da miedo.
Scott sale a la superficie justo entonces, empapado, con el cabello mojado y las gotas bajándole por el pecho como si el universo me estuviera castigando por haber nacido.
— ¿Todo bien por aquí? —pregunta.
— Perfecto —respondo sin dejar de mirar a Melanie.
Ella gira la cabeza hacia Scott y su tono cambia al instante.
— Solo estábamos conversando. Sasha dice que el sol la inspira.
Scott me mira de reojo. Sabe que no estoy “inspirada”.
Pero no dice nada.
Y yo, por alguna razón, me siento más fuerte.
Porque no necesito lanzarme al agua para demostrarle a nadie que valgo.
Y mucho menos a una secretaria que confunde belleza con valor.
Scott se vuelve a sumergir
Saco mis gafas de sol y me las pongo.
— ¿Sabes qué me inspira más, Melanie? Ver cómo te esfuerzas por mantener la corona… cuando nadie te la dio.
Ella parpadea, desconcertada.
Yo sonrío.
Y esta vez… soy yo la que se siente en control.
Queda solo una noche más en Washington y mañana volver al polo norte de Toronto.
Me encuentro observando el paisaje con un vaso de leche fría cuando suena mi celular.
Es Marry.
— Maldita Sasha —dice una vez contesto.
Ay no, ¿En qué me metí ahora?
— ¿Cuál fue el mal que hice ahora Marry? —respondo indiferente dándole otro sorbo a mí vaso.
— ¿No has visto las noticias? —su voz sonando así de histérica más esa pregunta…ahora sí me pongo sería dejando de la mi vaso.
— ¿Qué noticias? ¿Qué sucedió?
Me siento recta porque ahora sí me puse nerviosa.
— Ve a nuestro chat ahora.
Y con eso cuelga la llamada.
Rapidito entro a nuestro chat de WhatsApp y descargo la imagen que me ha enviado.
Una página de farándula empresarial.
Titular gigante:
“Alexander Scott, CEO de B+H, captado en traje de baño junto a misteriosa asistente en lujoso hotel de Washington. ¿Romance oculto?”
Mi cara:
Si…justo en blanco.
Vuelvo a marcarla.
— ¡¿Qué mierda es esto?! —grito, tragando saliva como si fuera lava. Ahora la histérica soy yo.
Marry suelta de esas risas que duelen hasta el culo.
— La prensa adora los chismes. Y tú te pasaste la tarde con el CEO más deseado de Canadá en la piscina. ¿Qué esperabas? —ahora habla normal tras haberme puesto todos los nervios del mundo en el cuerpo.
— ¡Estaba vestida como un maldito espantapájaros! ¡Ni siquiera toqué el agua!
— A veces no hace falta mojarse para salpicar reputación —dice con una risa igualita a la de Cardi B y me cuelga.
Gracias que en la foto no se me ve del todo porque primeramente; tengo gafas, y segundo, el cuerpo de Scott casi me tapa.
Scott y yo solo estuvimos hablando maldita sea.
Me cago en el fotógrafo, ni siquiera fotografió a Melanie, quien SÍ iba en traje de baño.
— Respira Sasha, Respira —me recuerdo a mi misma.
No pienso mucho y con mi ropa de dormir que consiste de un ancho camisón con una bata, salgo de mi cuarto para dirigirme al cuarto de Scott.
Tampoco le pongo mucha importancia el hecho que son ya las diez y cuarenta y cinco de la noche.
Toco a su puerta suavemente.
No es por diversión ni broma, pero soy una persona que odia estar a vista pública y tener que soportar los comentarios de mucha gente.
Por algo no tengo redes sociales.
La puerta de su cuarto se abre y la vista que recibo me deja inmóvil por un tiempo.
Scott, en toallas con su pelo húmedo y sus ojos…esos ojos casi transparentes observando mi alma desnuda sin pudor.
¿Quién en su sano juicio se baña a esta hora?
— Alexander…—susurro inconscientemente.
Mierdas, lo llame por su nombre.
Scott eleva su ceja raya.
Universo, mándame un rayo y hazme desaparecer.
— Digo…jefe Scott.
— ¿Necesita algo señorita Angono? —dice mencionando a la perfección mi apellido.
Se pasa una toallita por su pelo húmedo.
Reacciona Sasha.
— Necesit…—trago saliva—. Necesitaba algo de hablarle.
Por los credos, lo que menos necesitaba ahora era una confusión de palabras.
— ¿Algo de hablarme? —Scott se apoya a la umbral de la puerta, esto le divierte, mis nervios le divierten.
— No, no, esto…necesitaba hablar con usted de algo pero…esperaré a que se vista y…
Scott se hace un lado.
— Pase señorita Sasha, ya se de que quiere hablar.
¿Tan patética soy por actuar así?
Esperen…¿Me dijo que “pasara”?
— Señor, no creo que pueda…
— ¿Quién lo diría? La señorita Sasha poniéndose vulnerable por primera vez en la vida —se adentra a su cuarto que por cierto está en penumbras, solo la lámpara de la mesita esta encendida—. Créame que con su peso no podría aprovecharme de usted ni queriendo.
Este hombre busca ofenderme cada que tiene oportunidad.
Pero por una razón, las ofensas de Scott ya no duelen. Suena a un amigo burlándose.
Me adentro al cuarto cerrando la puerta tras de mi.
— Tampoco es como que usted fuese capaz de complacerme que digamos —hablo con humor observando a mi alrededor.
— ¿Ah no? —pregunta irónico sentándose sobre el borde de la cama tendiendo me un vaso de agua.
— Ajá —asiento despacio cogiendo el vaso—. Créame que para yo conseguir un orgasmo se tiene que mover cielo y tierra.
Scott suelta una risa lobuna mientras niega con la cabeza.
— Eso es porque sus grasas no le dejan dar paso al clímax.
Eso es todo lo que necesito para que se me salga el agua por la nariz.
Una persona normal de cabeza tomaría esto como un gran insulto pero yo no soy normal. Me acaban de ofender pero me estoy riendo a carcajadas y sacando el agua por la nariz.
— Alexander…—no puedo hablar bien por la risa.
Scott también se encuentra riendo pero no sé la forma loca como lo estoy haciendo ahora.
La risa es demasiada que mi vientre comienza a doler y caigo de rodillas todavía riendo.
— Señorita Sasha —dice Scott mientras me pasa una servilleta y me ayuda a levantar—. Respire.
Y eso hago, trago oxígeno hasta calmarme.
— Usted es el demonio en persona Señor Scott.
Scott me ayuda a sentarme sobre su sofá de cuero.
— Hacía mucho no me reía de esta forma —dice sentándose conmigo pero manteniendo distancia.
Que pena que no se le cayera la toalla.
Jesucristo de Nazaret, aleja los pensamientos impuros de mi mente.
— Si necesita a alguien que le haga reír así de nuevo, puede contratarme.
Un minuto, ¿Acabo de hablar sobre orgasmos y sexo con mi jefe?
— Usted…¿Qué tipo de jefe es? —lo observo todavía sonriente.
— No siempre puedo ser así.
Quizás tenga razón, porque el hombre frente a mí ahora no es él mismo que suele estar en las juntas.
— Lamento que aparezca en redes sociales.
Y ahora es él quien me recuerda el porqué vine.
— Hablando de eso —inconsciente pongo una pierna sobre el sofá para tener mejor contacto visual—. ¿Porqué él “romance oscuro”?
— Ya mandé a alguien a contactar esa prensa y decir que borrarán la foto.
Me quedo en silencio. Literal ya resolvió mi problema.
— Bueno…eso era lo que quería decirle.
Él solo asiente y como por un segundo sus ojos recorren mi pierna, nos quedamos en silencio.
— ¿Porqué me dijo que el agua y usted tienen una relación tóxica? —pregunta al alzar—. No me diga que tiene espíritu de gato.
Este hombre que no olvida y de seguro está buscando todas las formas de matarme con risas.
— ¿Quiere la verdad o…una mentira con trozos de verdades? —me bajo la pierna y me ajusto el camisón.
Alexander observa cada uno de mis movimientos.
— La verdad por favor.
— Pues…un día, cuando apenas tenía diez años, me fui a la piscina con mis primos, yo tenía puesto un bañador —hablo observando el vaso entre mis manos—. Había otra gente más, entre todos los que estaban presentes, un niño guapísimo, sin mentir, me dijo que tengo un vientre enorme y después todos los niños en la piscina se burlaron de mi.
Scott se queda en silencio, cuando elevo la vista, hacemos contacto visual.
— ¿Y eso le afectó mucho?
¿Que tipo de pregunta es esa?
— Claro que sí, nunca volví a meterme a una playa o piscina.
— Usted es…
Scott no llega a terminar su frase porque empieza a sonar su móvil.
— Disculpa —dice.
El se pone de pie para cogerlo sobre la mesa.
— Hola mamá…si todo bien…regreso mañana en la mañana…no ¿Por qué? —su entrecejo de frunce —. ¿Cómo?...no no no puede ser…de acuerdo. .. descansa mami…te quiero.
Scott cuelga la llamada pero no sé mueve, tampoco me mira, está concentrado mirando el suelo.
— Señor Scott…—me acerco despacito—. ¿Que sucedió?
Entonces de cerca puedo notar que tiene los ojos húmedos por lo brillante que se ven bajo la tenue luz
— Este…—coloca dos dedos en el puente de su nariz y cierra los ojos con fuerza—. Falleció mi abuelo.
Mierdas.
Scott se sienta sobre la mesa y se agarra de ella con las dos manos.
— Es que…mi abuelo lo…lo era…
Se le quiebra la voz.
Alexander Scott, hombre de máscara ruda se está rompiendo frente a mí.
No sé cuan de fuerte era la relación entre ellos, pero…la reacción de Scott ahora lo dice todo.
Me acerco sigilosamente a él y sin permiso, me pongo de puntillas, envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y lo abrazo. Para mí sorpresa, Scott no se inmuta y me devuelve el abrazo.
Yo sé que se siente al perder a los abuelos.
Holisss amores, pasaba para agradecerles por las 313 lecturas, eso es demasiado para mí. Graciass.
De verdad quisiera saber si realmente disfrutan el libro, así que comenten.
Y bueno.... Adivinen qué!!
En el próximo cap habrá un POV SCOTT!!!
CHAOO